Era él.—Si, lo siento —Me disculpé sin saber porque —No quería presionarte.
—Para nada, me gustan las personas que no se retrasan.
Me sonrió de una manera muy linda. A decir verdad, era apuesto, pero nada que ver con John... lamentablemente. Yo lo recordaba con el cabello más largo, pero quizás sólo era mi imaginación.
—¿Vives por aquí? —Pregunté.
—Algo así, pero no me queda lejos.
Yo asentí y saqué una cajetilla de cigarrillos de mi abrigo. Ya sabía que tenía prohibido fumar, pero ya que. La abrí y le ofrecí al chico que tomara uno, pero se negó.
—Muchas gracias, pero acabo de fumar tres en el camino. Quiero cuidarme —Rió.
Yo me alce de hombros y coloqué la punta del cigarrillo en mis labios. Palpé mi ropa para encontrar un encendedor pero para mi mala suerte no lo encontré. Que raro, yo siempre tenía uno en los bolsillos de mis abrigos.
—Hey, no te preocupes, yo traigo.
El chico sacó del bolsillo de su pantalón un encendedor y me ofreció fuego. Me incliné para encender el cigarrillo y le agradecí con un guiño. Di una calada larga y eché la cabeza hacia atrás para expulsar el humo.
—Vamos a tomar un café, ¿si? Hay una cafetería tranquila cerca de aquí, nadie te molestará.
—Bien.
Caminamos sin decir mucho hasta el local que había propuesto. Mi cabeza era un remolino de problemas... problemas que involucraban a John y sólo John. Recuerdos me inundaban como si fuera un anciano sentado en el sofá al fuego de su chimenea en una fría tarde de invierno. No quería irme sin despedirme bien de él. No quería...
—¿Estás bien?
La voz suave del chico me sacó de mi ensimismamiento. Lo miré un poco ido pero después reaccioné.
—Sí, no te preocupes —Respondí tratando de sonar normal mientras apagaba el cigarrillo. Ya se me habían ido las ganas de fumar —No me has dicho tu nombre.
—Lo siento, que descortés —Me dijo parándose fuera del local —Mi nombre es Jack... Jack Evans.
—Un gusto —Reí —Creo que no es necesario que me presente.
—No, creo que no —Rió conmigo.
Paramos de hablar y nos adentramos a la cafetería. Estaba algo vacía, pero era mejor para mi; además, era cómoda y acogedora. Nos sentamos al fondo del negocio y pedimos dos capuchinos descafeinados.
—Y bien, Paul —Sonrió —¿Te gustó mi regalo.
—Si, muchas gracias. Hace mucho tiempo que nadie me obsequiaba algo tan significativo.
—¿Nadie? Pero...
—Créeme que aunque seas famoso no muchos se acuerdan de ti de una forma fuera de lo laboral —Respondí algo triste —Pero me hiciste el día.
—Me alegra que te haya gustado, la verdad iba a dejar que te lo llevaras ese día, pero no pude evitar sentir tristeza porque si te lo llevabas ya no iba a tener un pretexto para buscarte.
¿Era mi imaginación o Jack intentaba filtrear conmigo?
—Bueno, no muchos logran encontrar a uno de los cuatro chicos más buscados de Inglaterra —Bromeé.
—Gracias por el cumplido.
Sonreí y miré hacia la ventana. Se suponía que había ido a divertirme o a conocer mejor al chico interesante, pero ahora que estaba ahí, quería regresar a casa. Estaba muy cansado, tanto así que podría recostarme en ese momento en la mesa y dormir por un par de horas.