—Ponte cómodo, estas en tu casa.—Gracias, Jack.
Entré al hermoso hogar de mi nuevo amigo y me senté en el sofá.
Cuando choqué con él en la calle me vio muy alterado. Traté de explicarle lo que me pasaba pero mis nervios no me dejaron hacerlo del todo bien, así que me ofreció resguardarme en su casa para secarme y para hablar después de lo que me pasaba.
—¿Quieres té? —Me ofreció y yo asentí enseguida. Tenía mucho frío —El baño está subiendo las escaleras —Me sonrió —Debes cambiarte antes de que te resfríes. Toma la ropa que gustes del armario de mi habitación.
—Yo... —Me sonrojé al pensar que me estaba permitiendo pasar a un lugar tan íntimo —Gracias, Jack.
En respuesta recibí un guiño suyo. Oh dios... que vergüenza. No sabía como, pero le pagaría su hospitalidad lo más pronto posible.
Subí con cuidado las escaleras e hice lo que me sugirió. Me sequé y tomé de su armario unos jeans azul oscuro, acompañados de una camisa negra y un suéter beige. Me miré al espejo y noté que la ropa me quedaba muy grande, aunque ya sabía la razón. Jack era delgado, pero seguro yo antes era más robusto que él. Maldito cáncer.
Bajé las escaleras sintiéndome mucho mejor y me encontré con Jack en la sala de estar.
—Siéntate, el té está listo.
Yo obedecí como buen chico y le sonreí.
—¿Te sientes mejor? —Me preguntó, a lo que yo moví la cabeza en afirmación —Perfecto.
Jack me extendió una taza de té y yo resguardé mis manos alrededor de ella para calentarlas. Olía delicioso... era té de menta.
—¿Por qué llorabas?
No quería darle una explicación. ¿Que diría si le confesaba que había tenido una relación con el líder de la banda y que ahora él me había cambiado por una mujer? En primer lugar, creo que me odiaría y, en segundo lugar, me odiaría más. La homosexualidad no era aún muy bien vista que digamos, aunque me había quedado claro que Jack no era hetero... del todo. Pero por otra parte, necesitaba desahogarme con alguien.
—Pues... me engañaron —Dije no muy seguro de mis palabras —Y me dejaron.
Jack hizo una mueca algo extraña y bebió de su taza.
—Así que estabas en una relación...
—Algo así —Bebí también —Pero ya no.
—¿Quién era ella?
Oh no, ahí íbamos.
—Nadie... —Dije casi en un susurro —No quiero hablar de eso.
—Era un chico, ¿cierto?
—¿Qué? —Pregunté mientras me temblaba la mano que sostenía la taza de té.
—Lo sabía —Me respondió Jack sonriendo de lado.
—No... Yo no...
—Vamos, Paul. No tiene nada de malo amar a un hombre, amor es amor. Eres muy lindo como para amar a una chica.
Jack me sorprendía cada vez más. Aparte de todo era muy observador.
—Qué vergüenza —Dije dejando la taza en la mesa de centro y cubriéndome el rostro con mis manos —No quiero incomodarte con mis cosas.
—No es problema para mi, también me gustan los chicos.
—¿En verdad? —Pregunté estupefacto al darme cuenta que no me había equivocado.
—Sí, creí que ya lo sabías.
—No... bueno si... Es que...
Jack comenzó a reírse de mis palabras y bebió más té. ¿Qué se suponía que debía decir ahora? Si Jack gustaba de las personas del mismo sexo y yo también... No podría pasar nada, ¿verdad?
—Eres adorable —Me dijo sonriendo a lo que yo me sonrojé —¿Quién era ese chico especial, Paul?
Jack parecía ser de esas personas a las que, si les contabas un secreto, lo guardarían para siempre. Esperaba no equivocarme.
—John.
—¿John? —Me preguntó bebiendo nuevamente de su taza —¿Qué John?
—John Lennon.
Jack se atragantó con el té y yo tuve que palmearle la espalda. ¿Tan fuerte era la impresión? Para mi, esa situación siempre me había parecido algo normal, quiero decir, John y yo éramos mejores amigos desde la adolescencia, nos gustaban las mismas cosas y compartíamos habitación en las giras todo el tiempo.
—Dios... jamás creí que se tratara de ese John.
—No es tan raro si lo piensas bien —Comenté recargándome más en el sofá —¿En serio no me crees?
—Sí lo hago... Es sólo que John parece tan varonil.
—Y lo es —Afirmé.
—No, lo que quiero decir es que no parece alguien como nosotros. Siempre anda rodeado de mujeres.
Miré algo dolido a Jack. Ese comentario me había herido, pero no por eso dejaba de ser cierto. Jack lo notó y bajó la mirada.
—Lo siento.
—No hay problema —Me limpié disimuladamente una lágrima que amenazaba por salir —Ya no somos nada.
Nos quedamos en silencio por varios minutos. Mi cabeza sólo pensaba en una cosa: John, teniendo sexo con la japonesa.
—No puedo creer que te haya dejado. Eres alguien increíble.
—No lo creo... Yo ya no soy nada —Comenté mirándolo con tristeza. No soy nada comparado a ella...
—¿Por qué lo dices?
—Por nada...
***
El tiempo pasó y yo me quedé en el sofá. Estaba tan cansado que no me di cuenta cuando me quedé dormido... no hasta que amanecí en una cama extraña. Al principio no sabía dónde estaba, me sentía algo desorientado por haber estado llorando el día anterior, pero en cuanto recordé que no había salido de la casa de Jack, me tranquilicé.
Me paré de la cama y pisé el suelo frío. Estaba descalzo y me percaté que también no tenía la ropa que Jack me había prestado, sino sólo llevaba una larga camisa de rayas puesta como pijama. Dios... que vergüenza, Jack me había visto semi-desnudo.
En fin, salí de la habitación para buscar a Jack. Quería darle las gracias por todo lo que había hecho por mi.
—¿Jack? —Pregunté bajando las escaleras.
—¡Estoy en la cocina!
Sonreí un poco y, cuando terminé de bajar, me dirigí a dicho lugar. Conforme me iba acercando podía percibir un aroma delicioso.
—Hey, al fin despiertas —Me dijo cuando me vio cruzar la puerta.
—Buenos días —Respondí con los ojos cerrados mientras me estiraba como felino. Sentí la mirada de Jack sobre mi y, cuando abrí los ojos, me percaté de que así era —¿Qué pasa?
—Te sienta muy bien esa camisa mía.
Enrojecí por su comentario y mejor me senté en la barra de la cocina para verlo cocinar.
—Gracias...