Mi funeral se llevó a cabo en el jardín de la casa de campo al día siguiente. Me dolía ver a Ringo y a George llorar desconsolados mientras se lamentaban por haber salido en el momento en que yo dejé de respirar. Según ellos, probablemente hubieran podido hacer algo para evitar que me fuera antes de tiempo, pero yo sabía muy bien que no era así. En cambio, John se había encerrado dentro de la casa durante todo el día y no había querido salir ni siquiera a enterrarme. El pobre tenía el corazón roto por mi culpa y me odiaba por eso. Lo había hecho sufrir tanto que ahora me veía a mí mismo como un traidor a nuestro amor.
La decoración de la boda seguía intacta, pues ninguno de mis tres dolientes se había atrevido a moverla. De hecho, John en un principio intentó arrancarla por el coraje que sentía, pero Ringo y George lo detuvieron para que se calmara. Antes de que John se encerrara en la que llegó a ser nuestra habitación por pocos días, maldijo a Dios y dejó en claro que jamás creería en un hombre que mataba sin razón y sin piedad.
Nunca pensé que mi funeral sería así de deprimente. Me vistieron con el traje que debí haber usado en la boda y me maquillaron para borrar todo rastro de enfermedad de mi rostro, después me acostaron en un ataúd marrón bastante lujoso y, por último, cavaron el espacio necesario para depositarme. George fue quien se encargó de eso.
Me hubiera gustado que John estuviera conmigo en ese momento tan difícil... donde los seres queridos se veían por última para despedirse antes de que sellaran el ataúd, pero él se negó a asistir por el dolor que estaba sufriendo. Cuando terminaron de cubrir todo el hoyo con tierra, pusieron en mi lápida unas cuantas flores, sin embargo la mayoría de ellas estaban marchitas.
¿Por qué la vida tenía que terminar así? ¿Por qué siempre debía de haber dolor?
Yo no dejé al mundo... el mundo me dejó a mí desde hace mucho y me dio la espalda sin remordimientos. Pude haber vivido tantas cosas hermosas al lado de las personas que amaba y ahora iba a perdérmelas por la crueldad de la vida. Lamentablemente me habían cortado las alas cuando ni siquiera había aprendido a volar.
No vería más al sol salir en cada mañana ni volvería a respirar el aire puro de la naturaleza. No volvería a tocar ni a componer música para la gente al lado de mi preciada banda. Todo por lo que había trabajado se iría a la basura y yo ya no podía hacer nada para remediarlo. La vida me había robado el placer de amar y ser amado, además de que se esmeró en hacerme entender que nunca debí pertenecer al círculo de la sociedad.
Extrañaría caminar por los estudios de grabación acompañado de John y de sus locuras. Ya no habrían más bromas sin sentido de su parte ni tampoco habrían tontas canciones de amor de la mía. No volvería a besar sus labios ni a hacer el amor una y otra vez a la luz de la luna.
No, ya no.
Yo sólo tenía 23 cuando mis ojos perdieron el brillo de la juventud y la esperanza de seguir adelante. Yo sólo tenía 23 cuando las metas y sueños me fueron arrebatados sin piedad alguna. Yo sólo tenía 23 cuando empecé a entender como funcionaba en realidad el mundo. Yo sólo tenía 23 cuando comprendí que el verdadero amor no nace, sino se hace.
Me arrepentía tanto de haberle escondido a John la verdad durante tantos meses... meses que pudieron servirme para amarlo con locura. Yo siempre quise protegerlo para que no sufriera antes de tiempo, pero todo me salió mal. Le hice tanto daño que ahora temía que atentara contra su vida por el dolor que estaba sintiendo.
¿Si hubiera atendido a las recomendaciones del doctor... qué estaría pasando en esos momentos? ¿Me hubiera curado o habría muerto de todas maneras? Bueno, jamás lo sabría gracias a mi cobardía.
Yo sólo tenía 23 cuando aprendí que en la vida real, el que no se rinde es todo un valiente.
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Paul James McCartney Mohin
18 - 06 - 1942 / 03 - 07 - 1965
"Amado amigo y compañero de vida, guardaremos en nuestra mente tu mejor sonrisa y vivirás por siempre en nuestros corazones."
Descanse en paz
