6

436 12 0
                                    

Java, The Hut era una más de las seiscientas cuarenta y siete cafeterías de Seattle, pero para Justin era única. La impregnaban los recuerdos de cientos de noches de domingo con ________, cincuenta y una por año durante siete años. Desde que se conocieron en la clase de francés, habían cotilleado y estudiado, se habían reído, peleado y hasta llorado —Justin solo una vez, y apenas unos instantes; ________ al menos diez, y largamente—, mientras tomaban un café en el Java, The Hut. Y ahora Justin, que de momento había acabado con su trabajo y con todas las madres, estaba sentado esperando a ________.

Tenía el Seattle Times abierto sobre la mesa, y leía con un gesto de desaprobación el artículo de ________ destrozado por Marcus.

—Pareces mi perro cuando le ha entrado agua en los oídos —le dijo Molly, la camarera.

Molly era una rubia alta y esbelta, de treinta y pocos años. Era londinense, del East End, y trabajaba en la cafetería desde que Justin y ________ iban allí. Se decía que había sido una rockera de Pro, una grupie famosa que había ido de gira y se había acostado con dos de las estrellas más importantes del rock and roll. Molly nunca hablaba del asunto, pero a Justin le habían dicho que había estado con uno de los tíos de INXS.

________ estaba convencida de que después de eso Molly se había cepillado a uno de los Limp Bizkit. Pero, fuera quien fuera, a Molly la habían dejado, había aterrizado en Seattle y le había gustado la ciudad.

También corría el rumor de que había toda una sala, e incluso un ala entera del Experience Music Project Museum dedicada a Molly, y de que su primer diafragma estaba entre las ochenta mil reliquias del rock del museo. Justin nunca había creído nada de esto, y la inauguración del museo demostró que los rumores eran infundados, pero aunque hubieran sido verdad, no habrían cambiado lo que Justin sentía por Molly. Ella era malvada, divertida, encantadora, al menos con Justin. No era una amiga íntima, sino más bien una conocida, y cada vez que él pasaba junto al edificio del Experience Music Project Museum y sus estandartes de brillantes colores, se acordaba de ella.

—¿Estás solo, cariño? —le preguntó ella, aunque conocía la respuesta—. ¿Te sirvo lo de siempre? ¿O vas a esperar por la señorita lo–siento–llego–tarde? —continuó sarcástica.

—Prefiero esperar —respondió Justin.

—Muy fiel, igual que mi perro —Molly se alejó un momento, y luego volvió con la bebida preferida deJustin—. Un café moka light para que soportes mejor la espera.

Justin la miró.

—No te gusta ________, ¿verdad?

—¡Bingo! Qué listo eres. Seguramente por eso te pagan tanto en Micro/Con.

—Pero ¿por qué no te gusta? Es muy buena chica.

—Es una estúpida. Más tonta que una silla —dijo Molly mientras dejaba el café delante de Justin y arreglaba el mantel individual del otro lado de la mesa.

—¡Eh, de eso nada! —Defendió a su amiga—. Cuando estábamos en la universidad, tenía sobresaliente en todo. Bueno, menos en matemáticas. Se graduó con matrícula.

—Ah, ya. Summa cum stupid —repuso Molly, y cuando se dio la vuelta vio a ________ mirar por la ventana donde se anunciaba el especial del día de la Madre—. Voila. Es toda tuya.

________, guapísima como siempre, entró y se dirigió a la mesa de Justin. La siguieron las miradas de todos los hombres de la cafetería, pero ella se comportaba como si no se diera cuenta. Justin se preguntaba a veces si su amiga era consciente del efecto que ejercía sobre los hombres. Dobló rápidamente el periódico y trató de esconderlo, cubriéndolo con el último Little Nickel. Saludó con una sonrisa cuando ella se sentó frente a él en el reservado.

Chico malo busca chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora