Justin estaba sentado en uno de sus sillones Sacco, con el casco en las rodillas y, estaba seguro,que con cara de atontado. No podía borrar la sonrisa de su cara, a pesar de que esa tarde tenía una importante reunión sobre el proyecto Parsifal —era la primera vez que se reunían en sábado— y él no estaba preparado para dirigirla. En lugar de pensar en los siguientes pasos que debía recorrer con su equipo para llevar a buen fin el proyecto, no hacía más que darle vueltas en su cabeza a lo sucedido la noche anterior.
Demi hacía el amor con entusiasmo, aunque quizá era demasiado gimnástica y rápida para el gusto de Justin. Él la había sujetado y retenido, tal como se hace con un perro demasiado nervioso. Cada vez que ella quería saltar a una nueva postura, él le recordaba con las manos y la lengua —y en ocasiones apretando su pecho contra ella— que debía tomarse las cosas con más calma. Él quería que la chica saboreara cada caricia, cada movimiento de la lengua.
Y Demi, una vez se hubo tranquilizado, pareció gozar intensamente del encuentro. Justin percibía que ella tenía mucha experiencia, pero pensó que probablemente estaba más acostumbrada a dar placer a los hombres que a gozar ella misma. La primera vez que hicieron el amor, él se había corrido demasiado pronto. Pero eso lo había puesto en una posición ventajosa la segunda vez y, usando la mano y con movimientos largos y lentos, había conseguido que ella también se corriera.
O al menos eso creía. Suspiró. Después de la noche con Demi, su actitud era diferente. Le sorprendía que no le molestara haberse acostado con alguien a quien apenas conocía, y que seguramente cuando la conociera mejor no le iba a gustar como persona. Lo que habían hecho había sido saludable y divertido, y lo único que no le gustaba de practicar el sexo con una mujer casi desconocida era que nunca podías estar seguro de que tu pareja se hubiera corrido. Con su última novia habían acordado que ella nunca iba a fingir un orgasmo. Confiaba en que tampoco Demi lo hubiera hecho, pero no lo sabía con certeza. Justin se imaginó las caras de sus colegas, que dentro de media hora estarían sentados alrededor de la mesa, mirándolo. Ninguno de ellos se iba a sentir tan bien y tan relajado como se sentía él en ese instante. Pero tampoco tan poco motivado para trabajar, ni tan poco preparado. Esperaba que ellos no hubieran estado haciendo el indio tanto como él.
La hora de la reunión estaba cada vez más próxima, y él seguía sin poder concentrarse. Las imágenes de la última noche llenaban su mente: su mano acariciando la cintura y las caderas de Demi, la manera en que temblaban los párpados de ella cuando la mano de él bajaba lentamente desde su cuello hasta los pechos. Se humedeció los labios y recordó los pezones de ella, y la sensación al aprisionarlos en su boca. Sintió que algo se movía en sus pantalones y se dijo que sería mejor que se concentrara en Parsifal, puesto que tendría que permanecer de pie durante casi toda la reunión.
Demi era una chica simpática pero algo tonta. Si él no se hubiera comportado según las reglas de ________, no habrían tenido de qué hablar. Pero a pesar de todo, tenía ganas de telefonearle. No, no quería hablar con ella, solo encontrarse con ella para repetir lo de la noche anterior.
Ahora comprendía que en el amor y en la guerra todo vale. No era que su padre o Ryan despreciaran a las mujeres con las que ligaban. Simplemente no les gustaban lo suficiente. El sexo con una desconocida —y para él Demi era prácticamente una desconocida— podía ser muy divertido, pero después no había nada de qué hablar.
Su teléfono volvió a sonar pero él, tal como le había enseñado ________, no contestó. Aquello no iba a favorecer su vida profesional, pero Justin, recordando la noche pasada, se dijo que bien valía el sacrificio. Se sentía un poco emocionado de solo pensar que aquello podía repetirse. Pensó en las mujeres que vendrían a la reunión: Elizabeth, Cindy y Susan. Él no quería líos con nadie que trabajara a sus órdenes, pero con Cloe era otra historia.
Justin se preguntó si su nuevo look surtiría efecto con ella. Volvió a sonar el teléfono, y él continuó ignorándolo. Su secretaria estaba llamando a todos para recordarles la reunión. El teléfono otra vez. Un tanto exasperado, se levantó para mirar en el identificador de llamadas y vio que se trataba de ________.
Iba a coger el auricular cuando algo lo detuvo. Se sentía violento. Conocía a ________, y sabía que no por nada ella era periodista. Iba a interrogarlo minuciosamente, querría saber hasta el último detalle, y no le gustaba la idea de contarle a ________ lo mucho que había gozado con su amiga Demi. Pero tampoco podía mentirle y fingir que no lo había pasado bien. Volvió a sentarse en su sillón Sacco, que dejó escapar el aire con un suspiro, igual que él. En cierta forma, le debía la noche pasada a ________, y también muchas de las noches del futuro. Pero no quería hablar de aquello con su amiga.
Se había marchado del apartamento de Demi, tal como le había dicho ________ que debía hacer. Pero ¿no debería llamar a Demi? ________ iba demasiado lejos con aquello de hacerse el interesante. Claro que, hasta ahora, lo que ella le había recomendado había funcionado. Y a decir verdad, él no tenía ganas de embarcarse en una relación con Demi. ¿Qué tenía que hacer, entonces? ¿Decirle a Demi que le gustaría verla otra vez solo para que hicieran el amor? ¿Mentirle a ________ y decirle que no se había ido a la cama con su amiga? ¿Traicionar a Demi y contárselo todo a ________?
Lauren, su secretaria, se asomó a su despacho.
—George dice que todavía no tiene lista la secuencia temporal —anunció.
Justin brincó del sillón.
—¡Maldito sea! ¿Cómo vamos a programar cada etapa del trabajo sin secuencia temporal? Contábamos con que estaría lista.
Lauren se encogió de hombros.
—Dice que trató de llamarte pero no te encontró.
—Pues no me ha dejado ningún recado —dijo Justin. No mencionó, sin embargo, que había arreglado su buzón de voz de modo que siempre contestaba que estaba lleno. Lauren volvió a encogerse de hombros y desapareció. Maldita sea, pensó Justin, mientras yo jodía, Parsifal se jodía.