La camarera estaba de pie junto a la mesa y esperaba que Justin y Demi hicieran su pedido. Por su pinta tenía al menos ciento diez años y parecía una de esas mujeres que trabajan hasta el día de su muerte.
Estaban en el Merchants Café, el restaurante más antiguo de Seattle, y es probable que la camarera fuera aún más vieja. Justin estaba nervioso, pero hasta el momento todo iba bien. Antes de marcharse del trabajo había llamado a ________ y habían repasado la lección. Ella iba a venir al restaurante y lo iba a observar desde lejos para ayudarlo. Justin estaba decidido a hacer las cosas a la perfección: iba a recordar lo que debía decir, hacer algún cumplido extraño, como el de las cutículas, y evitar toda mención de sus hábitos alimentarios. No iba a llevar maletas, ni se iba a colgar de una pared de escalada.
Pero cuando miró la bonita cara de Demi, todas las instrucciones que le había dado ________ se confundieron de manera caótica en su cabeza. Por un momento se sintió deprimido y se preguntó qué necesidad había de toda esa farsa, que lo único que conseguía era aumentar la distancia entre ellos. Pero tenía que reconocer que Demi era verdaderamente mona, y que lo miraba con un interés que hacía mucho, muchísimo tiempo no mostraba por él ninguna mujer. Se dijo que tenía que poner todo su empeño en el asunto. Estaba decidido a hacer las cosas bien.
Pero ahora la camarera daba golpecitos con el pie para manifestar su impaciencia. Justin recordó que se suponía que debía hacer algo cuando Demi eligiera lo que quería cenar. Repasó las instrucciones de ________, tratando de recordar exactamente de qué se trataba. ¿Era algo respecto a la carne de ternera? No. Por un instante fue presa del pánico. Pero consiguió acordarse. Tendría que esperar hasta que ella pidiera.
—Tomaré el lenguado a la Dover —dijo Demi a la camarera.
—¿Estás segura de que quieres lenguado? —preguntó Justin, orgulloso de haberlo recordado a tiempo.
—¿Por qué? ¿No es fresco, acaso?
Espera. Esto no era parte de la lección. Justin se dio cuenta, demasiado tarde, de que en la escena descrita por ________ su acompañante había pedido una comida que engordaba mucho.
—Todos nuestros pescados son muy frescos, del día —dijo la camarera con hostilidad, como si cualquier comentario sobre el pescado pusiera en duda su honra.
—Claro que sí. Lo siento, fue un malentendido —se disculpó Justin. No había querido insultar al Merchants Café. ¿Cómo disculparse? Pensó rápidamente y dijo—: Hum, yo también quiero lenguado.
No era un plato que le gustara mucho, pero era un gesto conciliador. O al menos eso era lo que deseaba.
—Va acompañado de ensalada. ¿Quieren patatas o arroz?
La camarera anotó el resto del pedido sin hacer ningún comentario y se marchó. Demi, entretanto, lo miraba sonriendo apenas.
—Eres un tío raro. Me previenes en contra del pescado y luego lo pides.
Él se encogió de hombros. Muy bien, aquello ya lo había fastidiado, pero sería lo último. Trató de imaginarse qué habría hecho James Dean. Probablemente no hubiera pedido lenguado. ¿Qué era lo que le había enseñado ________? Miró a Demi. Tenía bonitos ojos, oscuros, con gruesas pestañas, pero Justin sabía que no debía elogiarlos. De modo que cuando la camarera volvió y puso dos ensaladas ante ellos, Justin cogió la mano de la anciana para detenerla. Miró a Selena y dijo:
—¿Verdad que tiene los ojos más hermosos que has visto jamás?
Pero en el mismo instante en que pronunciaba las palabras se dio cuenta de que los ojos de la camarera daban pena. De hecho apenas se veían, hundidos como estaban en los pliegues de su cara arrugada.