La casa subterránea

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La casa subterránea

¿Qué hacia Luhan de nuevo en aquel bar? Él tenía exactamente la misma duda en aquellos momentos. Se suponía que irían a casa o al lugar donde Sehun se quedaba a vivir con algunos amigos que habían llegado al igual que él de intercambio, según le había explicado JongDae, quien en esos precisos momentos estacionaba su auto en aquella zona de carga por la que Luhan y Sehun habían entrado la noche anterior al bar, cosa que le extraño mucho.

–Así que… ¿Cuidas a los chicos de intercambio? –Luhan cuestionó a aquel chico al que le había tomado confianza gracias a aquella plática que habían tenido tan solo terminar de cambiarse para salir en dirección a su destino.

–Cuidamos de ellos, no tengo crédito completo de ello –Chen tenía un socio, uno tan cercano que le ayudaba a mantener a algunos de los chicos de aquel lugar, un amigo muy cercano–. Baek trabaja solo porque quiere hacerlo pues con lo que gana el Bar y nosotros los dos encargados nos basta bien para vivir.

–¿Rentan alguna casa? –Saliendo de aquel auto seguidos sin darse cuenta de un Sehun de ceño fruncido JongDae abrió la puerta trasera de aquel lugar donde ingresaron rápidamente.

–¿Rentar? No, aquí vivimos todos –una gran sonrisa iluminó el rostro de aquel chico quien guio a Luhan en aquel almacén a otra puerta que el día anterior no había notado en lo más mínimo, una bella puerta de madera grabada con la imagen de un árbol, uno que le hizo a Luhan sonreír ante la expectativa de qué le esperaría tras aquella puerta–. Los chicos ya han de haber terminado de arreglar el bar, deben estar abajo, entren por favor.

Abriendo aquella bella puerta Luhan pudo vislumbrar unas escaleras en forma de caracol que bajaban para su mala suerte un poco espantosamente por aquel cuarto de al menos dos por dos metros cuadrados y que parecía no ser iluminado llevando a la obscuridad.

–¿Por ahí? –Chen soltó una risa burlona, a pesar de ser el mayor de todos los presentes Luhan parecía ser el más cobarde.

–¿Prefieres que vaya yo primero? –Chen tomó ligeramente la mano de Luhan–. Puedo guiarte por la madriguera.

Luhan sintió su rostro ponerse rojo, ¿es que acaso todos los chicos que vivían ahí eran caballeros sacados de la novela medieval más bella y mejor escrita? Bueno... Talvez  solo era el mejor cuento escrito del mundo, talvez un cuento de las buenas noches, talvez el mejor regalo de cumpleaños, uno nunca sabe la verdad tras las cosas y vida, ¿cierto?

–Yo iré primero –el olvidado e ignorado chico castaño y alto se atravesó groseramente  entre aquellos dos mayores obligándose a soltarse para tomar la mano de su profesor quien aún sorprendido fue jalado por Sehun por aquella gran escalera–. Ven Luhan, te mostrare mi habitación.

La prisa y alegría parecía volver a tocar a aquel niño quien sin más comenzó a bajar apresuradamente por la escalera prácticamente arrastrando sin cuidado al rubio quien un par de veces estuvo casi a punto de caer si no fuera por el fuerte cuerpo del menor que de vez en cuando le servía de soporte.

–Sehun, espera... –Luhan podía sentir un poco de claustrofobia en aquel lugar, no le gustaban los lugares encerrados y sin más era sumergido a un sótano bajo un bar, el bar en que había sido intoxicado.
Luhan no podía contar cuantas escaleras había hacia abajo, todo aquel recorrido le había parecido más largo de lo que seguramente había sido, causando cierto nerviosismo en el chico quien suspiro aliviado al ver de la nada una luz que mostraba el fondo de aquellas escaleras que solo los habían conducido a otra linda puerta de igual material que ahora representaba las raíces de lo que parecía ser el árbol que minutos, o talvez segundos, Luhan no estaba seguro pero que habían visto en la puerta de la bodega del bar.

El chico que creía en Peter Pan (HunHan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora