Mi hogar
–¿Sehun? –Aquella pregunta hubiera podido sonar tonta al saber que esa voz no era de nadie más que del chico castaño que tan bien conocía Luhan, pero más que una duda había sido la petición de una confirmación a el hecho de saber que aquello no era una alucinación, que era real su presciencia en aquel lugar.
Luhan había pasado tanto tiempo entre deseos de ver al menor que durante todo ese día le había parecido verlo, escucharlo e incluso olerlo.
–¿Quién más seria? –Una ilusión, un sueño, una fantasía, había tantas respuestas que murieren en la garganta de aquel profesor quien ante la bella imagen de aquel chico ante él había quedado en blanco–. ¿Qué haces aquí Luhan?
El nombrado solo quería lanzarse a los brazos de aquel chico, quería tanto poder comprobar ahora físicamente que no estaba soñando con aquel encuentro.
–Yo... Sehun, solo quiero disculparme, saber la verdad –aquellas palabras no sabía Luhan qué tan verdaderas eran o si es que debía esperar una verdad detrás de todo aquello que pasaba, tanto misterio, tantas palabras y hechos maravillosos, ahora sabía que no eran casualidad, todo aquello estaba pasando y lo hacían de una forma que el rubio no sabía explicar
–¿La verdad? ¿Quieres que te diga aquellas promesas que no cumpliste? ¿Aquellos errores de un niño tonto que perdió todo fingiendo indiferencia? ¿Aquella desesperación por no volver a encontrar abierta aquella ventana? ¿La verdad del destierro de la más bella creatura jamás existida en Nunca Jamás? –El mayor no entendía aquello que quería decir el chico ante él, pero no soportaba aquel dolor reflejado, aquella pena–. Mi única verdad Luhan, es que jamás pude encontrar un par de ojos más brillantes que los tuyos, en ninguna parte del mundo, a pesar de los años, nunca un par de ojos cual ciervo me habían mantenido tanto tiempo aquí, y ahora mírame, he crecido.
–Sehun, yo... –aquel castaño alto se acercó a su mayor anhelo lentamente pidiéndole guardar silencio.
–Jamás desee tanto aprender a escribir o leer para mandarte una carta, jamás me había arrepentido tanto de algo que deseaba olvidar, pero que ante mis propias promesas no pude hacerlo, porque aquel niño pequeño de aspecto frágil que me esperaba cada noche al filo del balcón no era lo que yo esperaba encontrar, porque ante el coraje de ser olvidado aprendí a hacer promesas con el meñique, hice aquella promesa de no volver a olvidar a aquel niño, a aquel pequeño quien también prometió jamás olvidarme pero que olvido su promesa por mi estupidez –aquel profesor sentía su respiración fallar y sus piernas temblar al recordar aquellos dibujos por doquier siendo reflejos de memorias de una sola persona, el mismo Luhan de pequeño, el mejor amigo de Sehun–. La verdad es fácil de decir pero no tengo explicaciones a pesar del tiempo que ha pasado, no hay disculpas, no hay perdón a la arrogancia y forma egoísta de ser de un niño que celoso del conocimiento de aquel bello ciervo lo desterró por siempre de Nunca Jamás por crecer, aquel error fatal que marcó el final y el inicio de una eterna agonía.
El dolor era palpable en aquellos ojos cafés que a metros de distancia iban acercándose paso a paso al mayor quien frase por frase sentía quitar cual velos negros aquello que evitaba que pudiera recordar, Luhan empezaba a verlo y casi sentir aquel dolor tan grande de la traición, de aquel entonces ejemplo a seguir que sin razones lo había juzgado y culpado sin acuchar razones a lo que él quería: aprender a leer para poder contarles más cuentos a él y a los niños perdidos.
–No sigas –aquel dolor era grande, el destierro a aquel chico que representaba todos sus ideales, que siendo su mayor amigo lo había corrido y desterrado como si de un perro se hubiera tratado.
–Necesitas saberlo Luhan, mi querido Lu –a tan solo un metro de distancia la mano cálida de aquel menor acarició el rostro de su profesor queriendo borrar también aquel dolor, borrar todo el daño–. Porque aquel que causo tanto dolor recibió su castigo al pensar con egolatría que mostrando indiferencia aquello no dolería, y que cuando quisiera seria nuevamente recibido como un héroe, con los brazos abiertos, aquel dolor tan fuerte en el pecho al volver al hogar de aquel ciervo y encontrar ventanas con seguro, balcones vacíos que no volvieron a abrirse, el triste arrepentimiento de un asno, el destierro del chico ciervo, de mi mejor amigo y de los nuevos niños perdidos, quienes desde entonces quisieron aprender más al igual que todos en la isla ante el pensamiento de que una carta podría hacer la diferencia, de que talvez por escrito se podría decir aquello que de frente en ocasiones no se puede decir, la ignorancia ya no reinaba en Nunca Jamás pero el dolor de la perdida fue resentida en toda la isla quien perdió su bello arcoíris.
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El chico que creía en Peter Pan (HunHan)
Fanfiction-Ven conmigo, te enseñaré a volar sobre el lomo del viento, nos elevaremos los dos y en vez de dormir tontamente en tu camita podrías venirte conmigo a decirle cosas graciosas a las estrellas -aquel chico murmuró en su oído logrando que el cuerpo de...