La temperatura era demasiado baja para pensar que en verdad la calefacción estaba funcionando, me levanté tiritando de mi silla, frotándome las manos e intentando permanecer lo más caliente posible, me acerqué al botoncito de modificar la calefacción, estaba a toda. Maldito frio.
Nunca fuí una persona especialmente friolenta, de hecho disfruto mucho de la nieve; pero últimamente con los problemas medio-ambientales y todo eso, el invierno había calado más fuerte que nunca.
En las noticias pasaban la novedad de cuántos muertos congelados había por ahí. Por eso a las empresas les habían exigido arreglar sus aparatos de calefacción e intentar mantener lo más calientes posible a sus empleados. Así que cada media hora pasaba la señora Anastasia empujando su carrito y dándonos chocolate caliente a todos. En lo que corría de la mañana me había tomado unos tres, a mí ya me dolía el estomago de tanto chocolate y ni qué decir de los kilos de más que aumentaba eso a mi cuerpo.
Volví a mi silla detrás del escritorio intentando recuperar la cuenta de cuantos meses llevábamos así; supuse que ya pronto acabaría el invierno, me intenté esconder un poco más en el abrigo de lana color beige que había decidido llevar esta mañana. Los viernes eran los únicos días que teníamos permitido andar en "particular" pero a causa del invierno y de la tela poco abrigada del uniforme, ahora nos dejaban llevar ropa común todos los días. Pros y contras me dije mentalmente.
-Yuri, ya tienes el informe? - parpadee un par de veces antes de procesar lo que me decía la voz.
- sí, sí, está en su escritorio - mi acento latino era una porquería y nunca había podido expresarme completamente bien a pesar de llevar unos tres años aquí.
Mi jefe se dio la vuelta y entró a su oficina, solo él se daba el lujo de seguir viniendo en uniforme. Eso me amedrentaba hasta lo imposible, porque a pesar de toda la nieve afuera, del frio y del agua escurriéndose por las paredes y haciendo charcos en los pasillos, él tenía su pantalón y su chaqueta intactos, incluso sus zapatos estaban lustrados y secos. Recordé la mañana y como llegue hecha una sopa con los zapados inundados y los pantalones mojados hasta las rodillas. Sip, eres todo un desastre, que novedad. Mi mente era una arpía venenosa cuando quería, aunque la aguantaba porque a veces me daba buenos consejos.
-Hey, söpö poika! - gire mi cabeza hasta la puerta. Allí parado, mojado, pálido y feliz, estaba mi único "amigo" en toda Rusia. Ivan. Me levanté mientras sentía un calambre llegando a mis dedos, rodee el escritorio y me abalancé sobre él en un abrazo de oso. Hacia unas dos semanas que no veía a Ivan, mi amigo polaco-finlandés que estuvo de vacaciones un tiempo, su escuálido cuerpo se estremeció bajo mi abrazo y se tambaleó hacia atrás mientras me empujaba un poco para apartarme. Que poco me conocía Ivan si creía que me apartaría así de rápido, me estreche un poco más contra su cuerpo y sentí mi ropa humedecerse. Ni modo.
-Ivan! - susurre mientras lo soltaba y le daba un vistazo, parecía más delgado que la última vez que lo vi. Aunque bien podían ser impresiones mías, comía como un sabañón y nunca engordaba.
- Yuri... me alegra mucho verte - dijo con nostalgia en la voz. Parecía que quería llorar y a decir verdad yo también, nuestra amistad se había convertido más en un lazo de hermanos que cualquier otra cosa. Y estar sin él en estos días había sido una tormenta emocional; él es lo más parecido a una familia que tengo. Mi familia... un nudo se formó lentamente en mi garganta e inmediatamente comencé a sentir las lagrimas desbordarse por mis mejillas maldición.
-Hey - Ivan me agarro entre sus brazos y me consoló un ratito, hasta que dejé de llorar.
-si hubiera sabido que llorarías, no habría venido al trabajo - me susurró en el oído mientras me soltaba un poco.
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ENTRE RUSIA Y ROMA
Teen FictionUna chica sin suerte; Un malhumorado agente, Una serie de eventos locos y un complot. Encierra todo eso en Rusia y tendras una avalancha sentimetal; emocion, pasion, risa y tal vez angustia, encierran esta historia. Primera entrega de la saga: Entre...