CAPITULO 21

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Nuestra relación con Roma mejoraba cada día; a veces me olvidaba completamente de la razón por la que estábamos aquí. Él se veía más relajado desde qué llegamos a San Petersburgo; supongo que no tenía qué estar alerta todo el tiempo.

Yo después de algunos días también me relajé y las cosas en casa parecían más normales. Mikha y Tima no se separaban, a veces me sentía un poco celosa de la relación que llevaban, ya que a causa de esta, no disponía de todo el tiempo de mi amiga. Luego los miraba sonreírse y se me pasaba.

Las clases de defensa empezaban a dar frutos, medio día entero de entrenamiento todos los días me estaban volviendo un "arma mortal" o al menos eso me gustaba pensar a mí; aunque escasamente podía darle un golpe a Roma.

Lo verdaderamente emocionante era el combate cuerpo a cuerpo, me hacía practicar patadas o puños en diversas posiciones después de un largo calentamiento; qué por cierto estaba mejorando mi resistencia física; Finalmente después de intentar una y otra vez golpearlo sin éxito, terminábamos rodando de lado y él me besaba. Esa era la parte feliz. ¡YUJUU!

Los momentos como esos eran atesorados en mi corazón y amaba sentirme viva otra vez. Cuando llegaba la noche me acostaba tan cansada qué rara vez me quedaba pensando en lo que era mi vida o en cómo solucionar la situación del asesinato.

Pero tenía una realidad tangible al frente en mi camino. Esto no podía durar mucho más. Roma tendría que entrar a trabajar de nuevo, Dimitri y Vitus, incluso Sergei me estarían buscando y era cuestión de suerte que aún no nos encontraran; y Mikha y Tima partirían a hacer sus vidas también.

Miraba a la nada del techo en mi habitación; la puerta de repente se abrió y Roma entró.

-Oye, bella durmiente; ven a comer.

Me erguí y le enseñe la lengua. Sonrió y se fue.

Antes de salir de mi habitación Mikha me alcanzó y me empujó hasta que entré de nuevo con ella; cerró la puerta con pestillo y me miró mientras en sus ojos se encendía un brillo.

-¿Qué?- pregunté con sospecha. A pesar de todo lo que pasaba; Roma y yo decidimos mantener esta extraña "relación", solo entre nosotros.

-¿Qué tienes con él?

-No tengo nada, Mikha. Déjame salir.

-¡Mentira!- dijo sonriendo. Luego comenzó a saltar sobre la punta de sus pies – ¡son novios! ¡Son novios!

-No somos novios. – le dije determinada. Era verdad. Nunca habíamos utilizado ese término y en realidad no creo que aplicara a lo que teníamos.

-¿Por qué te empeñas en ocultarlo? ¿Él te lo prohibió?- preguntó frunciendo el ceño.

-¿¡Qué!? No... - mire a Mikha, el brillo en sus ojos se apagaba e inconscientemente estaba haciendo un puchero.- Agh! Sí, tenemos algo... pero no somos novios ni nada. Solo mantenlo en secreto, ¿quieres?.

-¡Whao! ¿¡En serio!?- asentí levemente. Entendía su reacción. La verdad ni yo me lo podía creer aún.

Se quedó en silencio un rato, sonrió hacia mi orgullosa y después abrió la puerta.

-Ven; vamos a comer.

Caminamos por la sala y me senté en el sofá a su lado. Roma y Tima se sentaron al otro extremo de la sala, en un sofá paralelo. Comenzamos a comer. La cena estaba deliciosa; pero yo seguía teniendo ese malestar de "dar una solución al problema".

Miré a los ojos a Roma, estaba embutido de comida y captando mi mirada sonrío para mí. Nunca en los años que lo conocí lo había visto sonreír tanto como en estos días. Me sentí culpable por robarle esto, pero sabiendo que no podía alargar más mi feliz existencia, tomé una respiración profunda y dije:

ENTRE RUSIA Y ROMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora