CAPITULO 3

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La fila para el baño de mujeres era tan, tan larga. Y yo seguía sin poder meterme en él, hacia unos quince minutos ya, qué estaba allí. Esperando. El baño de hombres por el contrario estaba casi vacío y hacia un rato qué me preguntaba si había alguna estúpida razón para no entrar y lavarme el rostro en él. Al fin del cabo, ni siquiera usaria el retrete.

Miré sobre mi hombro, otras tres chicas venían hacia el baño, una de ellas parecía querer vomitar. Salí pitando de allí antes de qué me ocurriese un accidente peor, en el que se encontrara involucrado el vomito de otra chica y mi blusa morada. Caminé hacia el baño de chicos esperando que nadie me notara, lentamente, entonces la chica vomito sobre alguien más y los gritos comenzaron, las risas, el alboroto. Todos se centraron en la chica del vomito y la que lo recibió.

Di la vuelta rápidamente por la esquina de un muro y me metí por la estrecha puerta de vaivén. El baño de hombres apestaba a orina y otras cosas más. Tome un sorbo de aire y caminé rápidamente hacia los lavabos, abrí el grifo y el agua se desbordó por mis manos; estaba a punto de plantarla en mi rostro cuando una alarma comenzó a bramar por todo el lugar.

Me quedé paralizada mientras el agua se escurría de mis manos. Giré mi cabeza hacia la puerta; el lugar que antes estaba oscuro y se iluminaba intermitentemente por luces de colores, ahora estaba iluminado por una sola de tonalidad rojiza.

Con el trasero pegado al borde del mesón del lavamanos, me debatía entre correr o esperar. Entonces una de las puertas de los baños que estaban a mi izquierda se abrió con un golpe sordo. Un cuerpo femenino cayó y la sangre se derramó por su cuello rápidamente empapando el pálido suelo.

-perra.- dijo una voz. Una voz que muy a mi pesar conocía muy bien. Los lustrosos zapatos de Chervyakov caminaron alrededor del cuerpo de la chica inmóvil. Mirándola asqueado. Había alguien mas detrás de la puerta del baño, lo supe cuando pateo desde abajo el cuerpo ya sin vida en el suelo.

Entonces surgió a la luz. Vitus. Gracias Dios. Por un breve instante sentí mi estomago descender pensando que tal vez pudiera ser Roma. Y bueno ver a Vitus no fue mejor en algún sentido porque seguía siendo un villano ebrio. Y estaba con mi jefe. Y acababan de asesinar a una chica. Y muy a mi pesar, yo era la unica testigo. Mierda.

-vas a decirlo ahora, perra?- dijo Vitus escupiendo sobre el cuerpo de la chica.

-hay que salir de aquí, el fuego se encargara de ocultarla...- en algún momento de esa triste frase, Chervyakov levantó su cabeza y yo corrí inmediatamente ocultando mi rostro, deseando que no me reconociera. Pasé la puerta de vaivén y giré bruscamente hacia las escaleras que daban al primer piso y a la salida. Me detuve en seco. Por ellas subía corriendo Roma y él también se paró en seco. Miró hacia los lados como desubicado; el establecimiento estaba casi vacío, excepto por algunos trabajadores del lugar que aún revisaban de donde venia el fuego.

Avancé hacia adelante y me lancé sobre Roma, él parecía perplejo y por acto reflejo alargo los brazos y me atrapó en el aire, perdiendo la compostura y cayendo hacia atrás por las escaleras conmigo en sus brazos. -CRISTO!- gritó mientras descendíamos, algún borde me golpeó las costillas y me dejó sin aire, luego terminamos de caer.

-¡¡REALMENTE ESTÁ LOCA!!- gritó Roma en mi oído

-tú no me has visto.- jadeé mientras intentaba incorporarme sobre él y recuperar el aliento; sentí su enorme pecho bajo el mío, sus brazos alrededor de mi cintura y por casualidad o pura coincidencia una de sus manos apoyada sobre mi trasero umm. -Mi vida depende de ello.- le dije; su expresión era de ¿qué demonios fumas; niña? Y quise sonreír; pero me obligué a ponerme de pie, avancé corriendo salvajemente hacia la puerta.

ENTRE RUSIA Y ROMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora