CAPITULO 22

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Romanov.

Vi su cuerpo caer frente a mí; un disparo limpio en la cabeza. ¿Donde había aprendido Yuri a disparar? "¡No!" un grito ahogado me distrajo del cuerpo de Vitus; Sergei; el maldito cobarde por fin mostraba las garras; la golpeó tan fuerte que la lanzó fuera de la vista que me permitía el marco de la puerta.

Me levanté ignorando el dolor amargo de la batalla; Dimitri lo golpeó desde atrás haciendo que callera de rodillas; yo levanté mi brazo y lo derribé con un golpe certero en la nuca. Dimitri me miró tranquilamente.

Me acerqué al desmadejado cuerpo de mi chica. ¡Maldición! Casi sentí ganas de reprenderla por volver; vi el tejido goteante de su camisa; la bala seguiría adentro, con suerte no había dañado mucho. Y su rostro, con la mejilla sonrojada que ya empezaba a inflamarse.

La recogí manteniéndola tan unida como pude y comencé a moverme hacia el auto.

-Nikolai

Me giré hacia Dimitri, tenía una especie de sonrisa torcida en el rostro.

-Yo limpiaré. – no recordaba que yo tendría que estar aquí para explicar todo esto. Solo pensaba en llevarla al hospital cuanto antes.

-Gracias- dije girándome y caminando nuevamente.

La deposité con cuidado en el auto, seguía inconsciente.

-¡YURI! – el grito agudo provenía detrás de mí; no me volteé, sabía que era Mikha; caminé hacia el lugar del conductor.

-¿¡Que le pasó!?- gritó ella nuevamente

Tima conociéndome más, llegó a la puerta trasera y la mantuvo abierta indicándole que subiera. En tanto el levanto sus pies del pavimento arranqué a toda marcha.

-¿¡Qué paso!? – preguntó otra vez Mikha.

-Emboscada.- dije en tono cortante. No quería hablar ahora o causaría un accidente peor en la vía.

-¿De quién? ¿Los lastimaron?- vaya. Y yo que algún día creí que ella era inteligente.

Yuri ante todo jamás hacía preguntas estúpidas con respuestas obvias. No nos demoramos más de cinco minutos en alcanzar el hospital; aún no era la hora pico vehicular.

Por lo mismo me bajé del auto corriendo, la sostuve en brazos y entré en el edificio blanco preguntando por la doctora Belikov. Ella no se estancaría en papeleos previos; no conmigo.

El minuto que tardó en llegar se me hizo infinito; Mikha y Tima estaban detrás de mí.

-¡Camilla! – gritó al aire. -¿de cuánto?- preguntó refiriéndose al calibre de la bala.

-No lo sé- dije; cayendo en que no me había percatado de eso antes.

Un joven delgaducho se acercó empujando la camilla, coloqué sobre ella a Yuri y él enfermero comenzó a empujarla hacia adentro.

-Quédate.- mire a Oksana. La determinación de su orden me dejó inmóvil por un momento.

-No. Iré con ella.

-Ya sabes que no puedes entrar a cirugía. Además; ya sabes cómo va eso del papeleo.

-¡Me importa una mierda el papeleo! Necesito ver que ella está bien...- Oksana me calló con una mirada fría.

-Quédate- repitió y partió detrás del enfermero.

¿Qué tenían las miradas de esa mujer? No lo sabré nunca, pero de alguna forma, Oksana Belikov me recordaba a Yuri, por algún tiempo era ella con sus miradas demasiado frías o demasiado cálidas, la que me hacía sentir vivo y completo.

ENTRE RUSIA Y ROMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora