CAPITULO 6

215 8 2
                                    

Romanov.

La corbata nunca me había quedado mal; pero era tan malditamente incomoda. Reprimí un gruñido.

Toda esta situación era una mierda; mientras caminaba hacia el auto; no pude evitar pensar en la ironía del asunto; había llevado este mismo traje negro para el matrimonio de mi hermana. Ahora me dirigía a un funeral; que en otros términos era lo mismo.

Conduje por esta autopista de nombre extraño y letreros fluorescentes; no me gustaba gastar memoria en cosas sin importancia; por eso mismo nunca pasé mi clase de geografía en primaria; querían que aprendiera lugares que tal vez no conoceré jamás.

Llegué al cementerio central; estacioné detrás de una pequeña fila de autos y me bajé perezosamente; vi a lo lejos a Mikha Bering, la siempre fiel amiga de Yuri; a su lado con su desgarbada posición estaba Ivan Trotsky; su rostro tenía un extraño semblante; parecía enfermo o triste; podía ser cualquiera de las dos. Había renunciado al trabajo el día anterior, dijo que no soportaba seguir allí, hasta donde sabía regresaría con su familia.

Regresé mi vista a la fila de autos; era extraño ver cuán poca gente la conocía. Si no recordaba mal, llevaba unos tres años aquí. Pero así somos los rusos; sin mucha gente que amar, poco tiempo que perder. O por lo menos en cuanto a mí respecta, así es. Por lo que era entendible que los lugareños no le dieran mucha acogida.

-Romanov- Mikha se acercaba a mí con cautela; como un felino acechando una presa. Me sentí extraño pensando de esa forma; Mikha definitivamente era una mujer hermosa, delgada y callada. ¿Qué más se le pide a la vida? ¿Qué más se le pide a una mujer?

-Señorita Bering.- dije a forma de saludo. Se veía pálida. Vacía.

-Yo; solo quiero decirle...qué... por...- su voz se quebró en el "por" y comenzó a llorar. Mierda.

-Umm. Yo entiendo a qué se refiere...

-NO. Nunca lo entendió! –Me gritó de pronto, entrando en un ataque de histeria –usted nunca entendió nada sobre ella; si lo hubiera hecho no hubiéramos ido a esa maldita disco. Y sea cual sea el problema en el que se metió.... Ella no estaría muerta...- finalizó susurrando entre sollozos.

Ivan llegó hasta nosotros. La abrazó de lado y se la llevo, dándome una mirada de muerte. Los vi caminar hasta el lado del ataúd mientras Mikha seguía alegando con Ivan; él la sujetaba con fuerza, como si quisiera mantenerla de una sola pieza; me pregunté si tenían una relación después de todo.

La ceremonia comenzó y la gente que estaba por ahí se reunió a dar un último adiós; sin embargo un rato después, yo seguía parado allí, pensando en lo que Mikha había dicho.

La ceremonia de exhumación fue rápida; ni parecido a lo que hubiera sido de ser un oficial. Eso fue bueno; no sabía cuánto tiempo más aguantaría las lágrimas y las caras largas. Me mantenía en teatro; pero aún no sentía llegar a mí la ola de remordimiento.




De regreso en mi apartamento me acomodé en mi cama dura y fría. Así había sido desde que era niño, me criaron en ese impasible lugar llamado orfanato. No había mucho más qué pidiera; no hubo mucho más qué darme. Me forjé mi propio destino y aquí estaba teniendo lo qué quería; haciendo lo que me gustaba.

Todo estaba por fin en regla. Todo parecía volver a su orden. Y aún así había algo de intranquilidad revolcándose en lo bajo de mi pecho. Era su último susurro. ¿Por qué? ¿Por qué había mencionado a Dimitri y a Vitus?, me recosté de lado mirando hacia el vacio color de la pared. Era tan plano; tan básico.

"Dimitri... Vitus..." el suave susurro me llenó la mente de una imagen; la última vez que la sostuve en mis brazos. Era extraño; porque recuerdo haberla sostenido antes, en la discoteca cuando rodamos escaleras abajo. Pero la sensación fue tan distinta...

ENTRE RUSIA Y ROMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora