CAPITULO 9

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Mikha estaría orgullosa de mí. El barman apenas si pudo negarse a prestarme el baño sin consumo de mi parte; le expliqué con una angelical sonrisa qué mi hermano se había quedado con todo el dinero que tenia y me había dejado esperándolo en el auto hacia unas horas.

El váter por supuesto estaba asqueroso. Pero de eso a orinar en la calle...

Cuando salí, le di mi más grande sonrisa, acompañada de un muy sincero "gracias" y me dirigí al auto; esperando que Roma llegara pronto y me encerrara en el hotel.

Las puertas de vaivén no se resistieron a mi paso; el frio de la noche me envolvió en un abrazo y tirité un poco mientras me adaptaba a la helada. Caminé unas casas y me froté la húmeda nariz; no pude evitar compararme con un perrito y sonreí ante ese pensamiento.

Escuché crujir la nieve detrás de mí; me giré esperando encontrar a Roma; pero el rostro qué me recibió no tenía ni rastro de Roma por ahí. Se detuvo en cuanto yo me giré y fijó su mirada en mi; tenia lindos ojos verdes y facciones aniñadas pero firmes. Allí donde Roma era todo musculo y fibra; este chico era longitud y flexibilidad.

Retrocedí un paso y me giré nuevamente hacia el auto, caminando más rápidamente. Sentía su mirada clavada en mi nuca y en cuanto yo reanudé la marcha, él también lo hizo. Caminé pasando de largo el auto de Roma; lo último que quería en este momento era encerrarme como una sardina enlatada.

La nieve seguía crujiendo bajo su peso y cada vez lo sentía más cerca de mi; cuando giré en una esquina y comencé a correr; él hizo lo mismo y corrió tras de mí con sus largas zancadas. ¿¡Qué quiere este tipo!?

Doblando en otra esquina mi poco entrenamiento me hizo aminorar el paso; mi pecho ardía y la cabeza me daba vueltas; finalmente de alguna forma terminé en la parte trasera de las casas; así qué como no; estaba aislada de toda sociedad.

El chico se detuvo frente a mí cuando me giré y le planté cara. Era alto y no estaba para nada agitado cuando se detuvo; yo en cambio parecía una asmática sin medicina.

Él avanzó hacia mí dos pasos y yo retrocedí tres. Seguíamos sin cruzarnos palabra alguna; pero sabíamos qué este juego era como el gato y el raton. Cuando dio otro paso y yo retrocedí otros dos se detuvo. Deslizo sus ojos por mi cuerpo y la mirada en ellos me dijo que no estaba mirando mis defectos; sino que más bien parecía gustarle lo que veía.

Cuando sus ojos se trabaron de nuevo con los míos y me dio una mirada turbulenta; mi entrepierna se contrajo y me humedecí un poco. ¡Venga ya! Nada de excitarse con asaltantes sexys.

-No tengo dinero.- dije, intentando sonar muy segura de mi misma.

-No quiero tu dinero- dijo con una exquisita voz profunda.

-Bueno... no tengo nada que ofrecerle- dije con la desesperación al borde de la voz.

-De hecho, creo que hay mucho en ti que puedo necesitar- dijo, mientras tomaba otros dos pasos hacia mí. Otra de esas miradas sexys se derramó por sus ojos y con la humedad me olvidé de retroceder, una zancada más y estaba tan cerca que bien podía levantar sus brazos y agarrarme.

Cuando lo vi decidido a avanzar el espacio restante, me giré como el viento y eché a correr como gacela. Si, como no; dijo con tono aburrido Yuri la arpía; mientras dos fuertes brazos me agarraron desde atrás y en un lio de brazos, piernas y gritos, caímos rodando sobre la nieve.

Me aparté arrastrándome de él, mientras lo empujé con las piernas e intenté levantarme; entonces me tomó por la pantorrilla y me haló hacia abajo; luego tomó uno de mis brazos y haló nuevamente hacia abajo; finalmente me encontré con la espalda pegada a su pecho; puso su brazo derecho como mi cabecera apretándome con su mano y me hizo girar boca arriba.

ENTRE RUSIA Y ROMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora