III

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Luego de ser negada su entrada al cuarto de Yuuri, Viktor calló dormido abrazado a Makkachin, una costumbre ya adquirida por ambos luego de tantos años juntos. La filiación propia que tenían no era de extrañarse, y el ruso consideraba al caniche como parte de su familia, quizás la única que llegaría a tener.

Amo y mascota despertaron para desayunar un tanto más tarde de lo habitual debido al ligero jet lag que acosaba al de cabellos claros. En el comedor fue recibido por el delicioso olor de la comida servida.

- Amaizing! -Exclamó extasiado al ver todo dispuesto, aquel sería su primer desayuno estilo japonés, algo que sin duda era para enmarcar.-

- Yuuri pensó sería una buena experiencia que Vicchan probara un variado desayuno japonés -Y ante la mención de esto, Yuuri, quién venía recién ingresando al cuarto cargando en sus manos dos cuencos con arroz recién hecho, enrojeció sin remedio convirtiéndose su rostro en un foco encendido. El mayor no pudo evitar el pensamiento de que esa reacción era demasiado tierna e inocente para alguien de la edad del menor.-

- Gracias Yuuri -Dijo para seguido contemplar la más hermosa, sincera y tímida de las sonrisas de su vida.-

Durante esas primeras horas del día compartieron una conversación trivial sobre ellos mismos, aunque principalmente fue Viktor quien hablaba, consultando los nombres de los productos servidos. Sopa de miso blanco(1*), arroz blanco cocido, salmón a la parrilla, encurtidos, Tamagoyaki(2*), un estofado de algas y una sunomono (ensalada) de judías y umeboshi(3*). Sin dudas se trataba de un desayuno energizante pero perfectamente calibrado para un comienzo de día. Viktor no paraba de exclamar 'вкусно' en cada oportunidad que probaba un nuevo bocado llevándose miradas tímidas por parte del moreno, quien aguardaba expectante su reacción en cada mordisco.

Eran tan transparentes sus ansias por complacerlo, pero no de un modo empalagoso, sino con esas significativas atenciones modestas. Unas profundamente olvidadas dentro de la población Madararui donde la jerarquía y el poder de tu semilla era lo que hablaba por las personas. El poder de la semilla, una bendición para algunos, perdición para otros.

Terminado el desayuno ambos se dispusieron a comenzar con el entrenamiento.

Recorrieron todo el trayecto hasta el Ice Castle, el ruso iba en bicicleta, seguido por un agotado Yuuri a trote. Esto le sirvió al mayor para un poco más las calles de ese pueblo y su gente. Habían pocos -por no decir ninguno- Madararui's, seguramente los que hubieron se mudaron a las grandes ciudades, por lo menos, lo que respectaba a los jóvenes. La población no Saru se remitía a un puñado de adultos en sus 40 o superior, corroborando con esto la teoría trazada por Viktor.

No era de extrañar, la estadística Madararui representaba menos del 30% en relación al hombre simio que acaparaba sobre el 70%, todo debido a la alta fertilidad y proliferación de estos últimos, producto de lo mismo, la población Madararui se concentraba en las metrópolis. Ahí se concentraban las casas de citas y juntas de cruce.

Freeze You Out [Yuri On Ice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora