XV

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Viktor recuerda con perfecta claridad las lecciones por las que tuvo que pasar cuando llegó su tiempo 'reproductivo'; no son remanencias placenteras, es un periodo de su vida que desearía haber nunca vivido. El estrés de lo que la sociedad esperaba de él, quien sólo pisaba recientemente los 20 años. En ese entonces no tomó peso a su situación, continuó comportándose como el Casanovas que era, yaciendo con los ejemplares más exquisitos y a fines para él, eligiendo con cuidado a su compañera buscando que, en alguna de esas aventuras de una noche, la naturaleza le otorgara un heredero a su linaje. Pero no fue así y al final se cansó de la compañía desfilando por su cama. Descubrió y aceptó prefería su linaje desaparecer a continuar enredando sus sábanas con compañías que siquiera lo hacían sentir algo. El sexo continuaba siendo sexo, sí, pero mientras su piel ardía debido a las pasiones desenfrenadas, por dentro se congelaba influido por el más crudo de los inviernos.

De no ser por la continua presión ejercida por Yakov, él nunca habría accedido a los 23 y 24 años a buscar vientres que soportaran su semilla –sin resultados, cabe recalcar– y, también, de no ser por Yakov, estaría completamente perdido en esos precisos instantes.

Recuerda una vieja conversación con quien fuere su entrenador, Yakov siempre le platicaba sobre las maravillas que en un tiempo antiguo ostentó Japón respecto a los Madararuis. En ese país tan apartado del mundo, estaban hace menos de 300 los mejores ejemplares, vanagloriados debido a que las hembras semilla pesada continuaban teniendo altas fertilidades y eso las hacía aptas como receptoras de alguien perteneciente a su respectiva categoría –si era un Ojo serpiente, con otro Ojo de serpiente– así como de otras –Ojo se serpiente, con algún Nekomata, por ejemplo–, ahí donde las mezclas iniciaron entre sus habitantes, mas esto no influyó a que se perdiera la esencia misma que parecía navegar por la genética Madararui de los japoneses, quienes por generaciones prevalecieron con buenas semillas; así fue hasta que ese hermético país con sus viejas costumbres y tradiciones, abrió sus puertas al mundo a finales del periodo Edo (1*) cuando el Shogunato de Tokugawa llegaba a su fin.

Alguien debió presagiar que, una dinastía antiquísima como los Tokugawa (2*), quienes llevaban rigiendo Japón durante más de dos siglos –en esas fechas–, llegara a su fin como rigentes y que al mismo tiempo Japón abriera sus puertas al exterior, era un mal antecedente. Quizás alguien debió advertir al ambicioso Masahiro (3*) que las intenciones del sibilino Comodoro Matthew Perry (4*) no eran tan nobles como se veían. Y bueno, no es como que Viktor supiera mucho sobre la historia propia de Japón, sólo estos datos y debido a Yakov, quien mencionó los Tokugawa habían sido todos sus rigentes, Lobos Grises. Una gran dinastía compuesta íntegramente por Lobos, tal vez debido a lo mismo estuvieron tanto tiempo al poder pues bien es sabida la astucia que ostentan los Lobos.

Freeze You Out [Yuri On Ice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora