XII

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Al amanecer Viktor palpó somnoliento su cama en busca del calor faltante. Nada encontró. Con los párpados pesándole se irguió para sentarse encontrándose solo, ni rastro de Yuuri, tampoco de su fiel mascota. Se golpeó mentalmente por poseer un sueño tan pesado y maldijo la diestra habilidad del azabache para escapar de entre sus brazos. Era segunda vez que sucedía, hasta el momento sólo en una oportunidad logró despertar con el menor a su lado, entre sus brazos; y lamentó haber desperdiciado, con sus estúpidos sentimientos a medias, contemplar a más detalle los rasgos plácidos del durmiente japonés. Aún mantenía fresco en su memoria la faz tranquila, las mejillas redondeadas, el abanico de sus oscuras pestañas...

Se levantó con pesar dirigiendo su camino a las duchas del Onsen, allí se encontró con sus pupilos. Y la escena lo hizo enervarse como nunca antes, se encontraba aún bajo el influjo de los celos sentidos la noche anterior, reavivándose la llama ante lo que sus ojos claros contemplaban. Bien, intentó la razón controlarlo, no hagas ni digas nada de lo cual puedas arrepentirte luego.

Plisetsky tallaba la espalda desnuda de su tocayo en nombre mientras que conversaban animadamente. El diálogo en sí no consistía problema, sino que Yuuri se dejara tocar tan fácilmente por otro.

«Lo está tocando. A TU hembra»

Y la caprichosa Madre Naturaleza no ayudaba a apaciguar su furia. Porque estaba furioso, sonreía a los menores, simulando aún somnolencia mientras se dejaba cubrir por las relajantes aguas termales, empero era palpable, por lo menos para el Nekomata, su malestar. El rosa pálido de su aura que siempre lucía, cual mantra desde que aceptó sus sentimientos hacia el japonés, se había evaporado dejando en reemplazo el verde implacable de los celos.

– Gracias Yurio –Pronunció su Yuuri al rubio quitándose bajo la atenta mirada del mayor presente, los restos de jabón en las regaderas.–

– ¡Yuuri! –Escucharon los tres el llamado de Mari al otro lado de las corredizas que dividía las secciones.– ¡Ven a ayudarme con el desayuno!

– ¡Un momento, ya voy! –Presuroso Katsuki acabó por finalizar su baño para despedirse de los rusos antes de abandonar el lugar. Internamente agradeció el llamado de su hermana, el ambiente, de alguna forma, lo sentía pesado y la presencia de su entrenador luego de la noche anterior, lo hacía colocarse irremediablemente nervioso.–

La imagen dormida de Viktor lo perseguía, eso, y el anhelo que sintió de besarlo en los labios. Un contacto que acabó siendo un roce sobre la mejilla del otro. Aún no podía creer que se había atrevido a actuar así, que vergonzoso.

El ambiente entre los rusos se volvió turbio, el gruñido proveniente de los labios del ruso no se hizo esperar. Contrario a su pasiva calma, no midió la fuerza que empleó para empotrar contra las rocas de las termas a un más que pasmado Yuri.

Freeze You Out [Yuri On Ice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora