XVI

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(Notas con números secundados por un * están al final)





Plisetsky, ante la escena que presenciaban sus ojos, debió detenerse justo en el marco de la puerta donde poseía mejor periférica de la sala. Pero nada de ello bastó para ayudarlo a dilucidar lo que sus ojos intentaban capturar para luego su cerebro interpretara la visión y darle un sentido a las circunstancias. Yuratchka siempre se consideró un ser racional, que su naturaleza Madararui lo acercara más a los animales no infería ni mermaba su intelecto, todo lo contrario, después de todo, siempre se ha dicho que los felinos son animales inteligentes tanto o más que ingeniosos.

Entonces, ocupando su racionalidad, decidió hacer una retrospectiva de dónde se encontraba, quiénes vivían allí; seguía estando en Hasetsu junto a la familia del Katsudon y el idiota del vejestorio calvo. Recuerda que despertó como cualquier otro día, con la dulce caricia del sol asomándose tímidamente por entre las cortinas. Sí, debe confesar que sintió una especie de sensación distinta esa mañana, todos sus instintos susurrándole con cuidado de que nadie más les escuchara secretos que no deben promulgarse.

Si le preguntan qué esperaba de ese día en particular, sin duda habría respondido pronosticaba un desayuno como todos los que había tenido durante su estadía en Hasetsu; Viktor buscando en todo momento imponer inútilmente su apariencia espiritual en Yuuri y éste último ignorando, sin siquiera percatarse, los cortejos del Madarui mayor.

Acabado el desayuno los tres darían su trote por el borde costero como calentamiento previo a llegar al Ice Castle para el entrenamiento habitual. Quizás, a lo máximo, podrían darse repetición alguno de aquellos días en donde a Yuuri algo se le metía en el cuerpo e ignoraba olímpicamente al Inujinnin.

Permaneció en el marco del ingreso al comedor y dio instintivamente dos pasos en retroceso por dos razones: la primera y principal era para obtener mejor panorámica del escenario frente a él y la segunda, por la atmosfera que se instauró en la estancia una vez que Yuri irrumpió. Viktor estaba a la defensiva, territorial. Nunca admitiría abiertamente que se sintió intimidado.

Acostumbrado a la cotidianidad de las últimas semanas, la escena que afrontaba le descolocó, se forzó a mantener la racionalidad de su lado y censuró la bizarra paranoia que parecía abrirse camino.

Porque no había jodida manera que no siguiera durmiendo.

- ¿¡Qué diablos le has hecho al Tazón de Cerdo, viejo calvo!? -Reaccionó el rubio exaltado. Con seguridad algo había hecho su compatriota al patinador japonés.

Sólo un sueño justificaría estar viendo al Katsudon (celosamente resguardado dentro de un abrazo territorial por Viktor) con un Kon-Gen visible de Inujinnin, o a Mari, con una aura azul índigo (1*) calmada, casi entretenida con la situación mientras que Yuuri se mantenía con un impasible blanco inmaculado que sólo se veía interrumpido ocasionalmente, por un verde musgo característico del estrés que se asomaba cual ilusión de un infante.

Freeze You Out [Yuri On Ice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora