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-No tienes que hacer esto- gruñó Andersen.

-Sí, sí que tengo; ya he dicho que se pone muy pesada después.

Del 1 al 10, las ganas que tenía Andersen de estar en el corazón del West, donde vivía aquel desgraciado, se puntuaban con un número negativo, pero era lo seguro. Era lo seguro porque él era localizable en su casa, no allí. Y porque le había salvado la vida.

Habían llegado a un pisucho destartalado donde dos chicas dormían la mona. Radu las había echado sin reparos ni buenos modos. Le había dado una bolsa con hielo que ahora Johan sujetaba contra su cabeza, que le dolía como si se hubiera partido en dos.

-No necesito que me protejas.

-Quizás sí. Quizás yo también lo necesito. Quizás Angie destruirá la ciudad antes del amanecer- suspiró el muchacho. Se sentó en una silla destartalada y de golpe le pareció agotado, tanto como él- Nunca la había visto así.

-Todos los demonios tienen una forma así. No todos saben adquirir otra.

-Sabía que era un demonio...-susurró Radu para sí- ¿Sabes? Nunca ha querido decírmelo. Y le pregunto todo el tiempo.

-...Yo nunca se lo pregunto. A lo mejor por eso me lo dijo- parecía que Radu había dejado de lado todo odio. Le escudriñó con la mirada y, finalmente, suspiró-... gracias. Me has salvado el culo.

-Odina Blair está muerta- dijo- Ella era el único motivo por lo que lo verdaderamente peligroso del West se mantenía tranquilo. Ella y la División Especial. He visto las miserias de todas esas criaturas y creo que un poli vivo es una buena noticia ahora. Sin que sirva de precedente.

Silencio. Sí, sin que sirva de precedente.

-No sé a dónde ha ido. Pero puedo imaginar cómo se siente.

-Estúpida. Como siempre que algo le sale mal; ha bajado la guardia y no suele hacer eso- añadió Radu. Fue a la cocina (o lo que debía ser la cocina) y volvió con una botella de whisky. La abrió y le dio un trago. Luego se la tendió al policía, que la aceptó de buen grado- ¿Es cierto que esto va por ella?¿Que la quieren borrar del mapa?

-Sí... No lo sé. Ya no sé qué creer. Se suponía que el Káiser estaba entre rejas, y mira. Se supone que íbamos a sacar algo... Y mira. Nada.

-No seas así, algo hay, tío- se encogió de hombros- Blair muerta. ¿Viste la corona que le colocó ese diablo?

-...La emperatriz.

-Ya sabemos su serie.

-Pero no quién será el próximo... Oye, gracias, de verdad, pero esto no es asunto tuyo; es cosa mía. Tengo que asegurarme de que... Nadie más debe morir.

-¿Sabes las ganas que Angie tiene de follarte?

-Eh...- desvió la mirada, sabiendo que se había sonrojado de una forma muy absurda. Le habría gustado levantarse, pero la herida que tenía en la cabeza palpitaba de una forma preocupante. El puñetazo que Radu le dio antes de ir a la casa de Odina, por otra parte, le había dejado una hinchazón fea en la mejilla derecha. Menuda pinta debía tener.

-Le gustas. No en un sentido... humano de la palabra, ya sabes- se encogió de hombros- Pero si te mueres sé que cuando todo esto pase se pondrá muy pesada. Y si no le pones fin a esta situación me temo que mi vida plácida como... ¿cómo dijiste? "ratero de tres al cuarto" terminará de una forma dramática. No quiero eso, así que voy a ayudarte. Y tampoco vayas de sobrado porque lo cierto es que no tienes mucha idea de qué hacer ahora.

carameloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora