Capítulo III

675 46 6
                                    

[Esta novela se encuentra en edición y será sometida a numerosas modificaciones constantemente.]

Beth

Apenas llegamos a la fiesta Charlotte hizo un baile extraño, y algo patético (Pero ¿quién soy yo para juzgarla?), y se alejó de mí con un chico.

En la fiesta había mucha gente que no conocía y esperaba distinguir a los "Mister Londres" facilmente. No fue nada fácil, muchos iban bien vestidos pero no había nadie que llamará mi atención lo suficiente. Mamá había dicho que eran prácticamente "irresistibles", aunque no lo dijo, sino que lo gritó desde su oficina cuando con Jane huimos de la charla de "deberían considerar unirse a ellos y a su considerable fortuna". Jane lloró, yo le grité a mamá que se estaba portando como una burguesa del siglo XV y finalmente corrimos fuera de su oficina.

Sí, Jane era muy... llorona. Prácticamente todas las actitudes de mamá la ponían de mal humor o triste porque mamá era un poco... interesada. Bueno, un poco "muy" interesada.

Y de hecho, ahora más que nunca que papá había ayudado a un sobrino suyo con unas deudas y al parecer estábamos en quiebra; ella fue la que más sufrió, de hecho, fue la única que sufrió.

Nosotras... No nos sentíamos afectadas en lo más mínimo. Lo único que nos preocupaba era la Universidad y eso lo teníamos prácticamente cubierto. Sin mencionar que papá dejó muy en claro que no entraramos en pánico, nos recuperariamos en cualquier momento, sólo era cuestión de tiempo.

Tiempo que al parecer mamá no tenía y entonces vio la llegada de dos Londinenses, muy ricos, como su única salida.

La fiesta... la fiesta sólo era una escusa para presentarnos. Algo que jamás pasó porque prácticamente todas huimos de mamá, menos Lydia claro pero para su mala suerte, su pequeña hija desesperada era menor de edad. Y un par de cargos por pedofilia sería la cereza del postre para que la Universidad cierre por completo.

Bailé un rato con Charlotte y algunos chicos de mi clase de economía. Después de un para de cervezas me sentía un poco más libre.

Busqué a Jane para bailar con ella pero la encontré algo... ocupada.

Había un chico que llevaba prácticamente toda la noche bailando con ella.

Tenía un cuerpo algo ejercitado y unos rasgos bastante finos. Podría jurar que no era de aquí, no lo había visto antes. Pero en realidad no reconocía a la mitad de los que se encontraban en esta fiesta.

Aunque este chico... era algo extraño, a pesar de que la invitación era "elgante" el era uno de los pocos que ni se habian molestado traer un saco elegante. Traía una camisa negra y unos jeans.

Tal vez Jane había pescado a uno de los Miss Europa.

Espero que no, si mamá se entera, mañana le hará a Jane un escándalo y comenzará a controlar su vida... Bueno, más de lo normal.

Jane logró despegarse de su pareja, aunque no parecía nada disgustada, y vino a hablar un poco conmigo.

Acabé por admitir que gracias al alcohol y la música no podía oírla y nos apartamos un segundo a uno de los costados.

-Beth, estoy enamorada. - Soltó de golpe.

-¡Que fuerte! Pero si recién lo conoces. Quizá es gay. - Me sentí cruel por mi comentario.

-No, para nada. Créeme no es gay. - Me aseguró.

-¡Ya te beso! - Grité emocionada.

-¿Cómo lo sabes? Me asegure de que no estuvieras mirando.

-Pero si tu cara habla sola, bueno, tu sonrisa GRITA sola. Pareciera que estuviste bailando sobre un arcoiris con una cascada de chocolate.

- Shh, vendrá en cualquier momento. Por favor actúa normal. Creo que traera un amigo para ti.-

-Aguarda, ¿cómo se llama? -Me pregunté rápido al oido.

-No lo se.

-¡¿Y ya lo besaste?! - Sone más alterada de lo que esperaba.

-Me lo dijo pero no lo recuerdo.

-¿Y como le dices?

-Char. Oi que su amigo lo llamaba así.

-Bueno, entonces se llama Charlie. - Dije como si fuera lo más obvio.

- No lo sé, es sólo un apodo. Me limitaré a llamarlo así. Ahora cállate y actúa lindo. Parece que su amigo quiere contigo.

-Y no esta nada mal. - Dije viendo como se acercaban.

El chico que acompañaba a "Char" era alto y se notaba su cuerpo un poco más trabajado en el Gimnasio. Tenía unos rasgos menos finos pero no por eso era feo. Era totalmente sexi. Lanzaba miradas coquetas con una pizca de peligro en ellas y me volvía completamente loca, o a lo mejor me había pasado con las cervezas.

Sí, eso era. La cerveza.

Orgullo y Prejucio: la nueva generación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora