Capítulo IX

544 39 5
                                    

[Esta novela se encuentra en edición y será sometida a numerosas modificaciones constantemente.]

Will

          

-Soy un imbécil. Un imbécil de primera. -Caminaba de un lado a otro por nuestra habitación.

-Calmate. Ya se le va a pasar. Hay más peces en América. Encontra otro. No es la única chica linda. - Me animó Charles.

-Tienes razon. Sólo necesito tiempo. -Dije ugnirando lo que dijo.

-No me escuchaste.

-Claro. Habla con Jane. Dile que estoy apenado. Que realmente me gustaría hablar con ella y que me disculpara.

-Darcy no voy a hacer eso.

-Si lo vas a hacer. Porque eres mi mejor amigo. - Le ofrecí el puño.

-No voy a chocarte el puño y no voy a decirle a Jane que hable con Beth. -Soltó de golpe.

-¿Hablas en serio?

- Will, escuchame, en primer lugar tu me dijiste que no me relacionara con las Bennet, y segundo; amigo creo que la amo. No arruines esto por un capricho tuyo.

-No amigo, escúchame tú, en primer lugar la conoces hace un día. No puedes amarla. Ni siquiera sabes que día nació. Y en segundo; que sabes si es un capricho. ¿No puedo salir con una chica de verdad?

-Basta. Dejemos de hablar de las Bennet por un momento. Estas decido a rechazar que yo la am... - y su teléfono nos interrumpió. - Aguarda, es Louisa.

Me acerque a la puerta y mire el reloj. Louisa Bingley, la hermana de mi mejor amigo era una de las cosas por las que me debería preocupar. A diferencia de su inocente hermano a Louisa no se le escapa nada nunca. Nada ecepto yo.

La conocía bien. Siempre había dejado en claro que estaba algo enamorada de mí. Pero jamás me atrevería a tocarla. Ella era la hermana de mi mejor amigo, y con esas cosas nosotros no nos metíamos. Sin mencionar que ella es divorciada. Un matrimonio que duró seis meses.

Aunque a ella no le importa mucho nuestros códigos ni su pasado.

Pero para mi suerte es una persona muy predecible que se cree impredecible. Y ahora mismo podría apostar mi recidencia privada entera a que ella está afuera bajando de un taxi para sorprendernos. Conté mentalmente hasta tres y abrí la puerta.

Y ahí estaba.

Louisa Bingley.

Con unas gafas de sol oscuras muy grandes y con el teléfono en el oído ya estaba gritándole a Charles que estaba entrando.

-Mi querido hermanito. -Grito corriendo a abrazar a Charles.

Intentar irme por la puerta que abrí para ella.

-¿Dónde esta Willy? -Gritó.

Se dio la vuelta y corrió hacia mí.

-No me puede abrazar. Ni siquiera puedes entrar aquí -dije parandola con una mano.

-¡¿Qué?! - Gritó.

Gritó. Es lo que ella hace. Grita. Es tan odiosaaaa.

-¿Pero donde vamos a quedarnos? - Adivinen como lo dijo, gritó, por supuesto que lo hizo.

-¿Vamos? -Dijo Charles confundido.

-Amigo. Hace 23 años que son tus hermanas y aún no sabe que a donde va Louisa viene...

-Caroline.  - Dijo entrando la misma. -parece que nunca lograremos sorprenderlos. -si Luisa estaba enamorada de mi Caroline estaba perdidamente loca por mí, y no lo tomó como un alago, así que imagínense el resto.

-Les deseo suerte para la próxima. -Les dije. - Pueden quedarse en un hotel. -

Caroline Bingley no era la excepción de nada lamentablemente.

Nada inocente y diez veces más arrogante de lo que yo mismo puedo admitir que soy. Siempre actúa reservada y se cree superior a... ¿los pobres, a los americanos... a los menores tal vez?

Ah, no. Se cree superior a la raza humana.

Es mi tipo. Tengo que admitirlo. Pero ser hermano de Bingley la saca de mi Liga.

Siempre supe que estas dos brujitas sólo querían que mi hermana Georgiana se juntara con Bingley y yo con una de ellas. Pero eso iría completa y totalmente en contra de nuestros códigos.

Pero ese ahora no era mi problema. Ellas dos más Beth lo eran. ¿Que ocurrirá cuando se conozcan? Si es que se conocen. Aunque no creo que haya forma de verlas juntas en el mismo lugar. Hasta Jane corre peligro, pero Bingley es muy tonto para admitirlo.

-Darcy, hermanito. Tambien estoy feliz de verlos, o fingo mejor que ustedes. Encontraremos un hotel decente. No se preocupen por nosotras. Nos vemos más tarde. ¿En una fiesta tal vez?- Propuso Caroline.

-No lo sé. Por el momento no se de ninguna.

El teléfono de Bingley sonó de nuevo.

-Hoy hay una fiesta de disfraces en el gimnasio. Jane y Beth estarán ahí. Nos vemos a las ¿Ocho? -  Bingley cierra la maldita boca.

-¿Quienes son Jane y Beth? -Preguntó Louisa.

-¿Qué te importa? ¿Vienes o no? - Solté prácticamente furioso.

-Increíble. No sabía que por aquí se necesitaba confirmación.- Se burló Caroline. - Louisa, vámonos. Chicos, nos vemos a las 10.

Louisa corriendo con sus escandalosos talones desapareció por la puerta en un abrir y cerrar de ojos.

-¿Que vas a hacer ahora? Dime. -Lo mire a Bingley.

-¿De que hablas? Sólo son Caro y Louisa. Nada malo podría pas...

-Nunca, pero nunca, digas eso. - Le suplique.

-¿Qué? ¿Por qué? - Llevaba su habitual cara de confundido.

-¿Nunca vez películas, hermano? Cuando alguien dice eso pasan dos cosas. O todo arde en llamas o llueve con tormenta eléctrica en el peor momento.

-Lo siento. Iré a hablar con la madre naturaleza y luego arregló con Carrie lo del baile. -Se burló - Vamos. Mis hermanas nunca se interpusieron en tus planes. Y Beth es bastante... No. Créeme. Si algo sale mal es tu culpa, Beth va a ser todo un desafío. Si mis hermanas hablan con Beth ellas van a ser las que salgan corriendo. Louisa se hará pis encima y el ego de Caroline desaparecerá. Te apuesto lo que quieras.

-¡Una cita con Beth!

-¿Qué? - ¿otra vez confundido Bingley?

-Si tus hermanas logran arruinar algo mío, tuyo, de Jane o Beth me conseguirás una cita con Beth y...

-Si todo sale bien me pagas una cita con Jane. -Me interrumpió.

-Hecho.

Chocamos el puño y cerramos el trato.

Bingley iba a tener que preocuparse todo el baile porque sus hermanas no metan la pata. Por el contrario yo sabía que lo harían así que sólo me sentaría a ver mi programa de televisión favorito: Los hermanos Bingley.

Orgullo y Prejucio: la nueva generación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora