Epílogo

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Wirt salió.

El bosque seguía susurrando, llamándolo al interior de sus entrañas. Siempre pasaba cada que un alma rondaba lo Desconocido, perdida en el limbo. Y era el trabajo del muchacho encontrarlas, guiarlas hacia el camino correcto, para evitar que cayeran.

Aunque ahora ya no existía un monstruo que pudiera comérselas.

Siguió caminando, alzando la lámpara por delante de sí. No era necesario portarla a la luz del atardecer, pero ésta llamaba a las almas para que se acercaran y se sintieran seguras. Beatrice aseguraba que esa era una mejor forma para guiarlos en lugar de perseguirlas entre los bastos pasos, haciéndolas sentir culpables.

Wirt sonrió ante el recuerdo de ella.

Escuchó un ruido, Wirt volvió rápidamente la cabeza como un animalillo asustado. Un revoloteo. Las aves surcaron el cielo en dirección opuesta al peligro. Wirt alzó la lámpara y corrió tan rápido como sus piernas le permitían.

Pudo escuchar una suave vos que pedía ayuda.

Apenas un susurro.

Wirt miró antes de encaminarse a su encuentro.

Era solamente un niño. Con una gorra azul, chaleco y el semblante de nerviosismo tatuado en la cara. Wirt caminó hacia él en silencio.

El chico alzó la mirada hacia él, asustado pero la lámpara le impidió salir corriendo.

─Soy Wirt ─farfulló el mayor, esbozando una diminuta sonrisa─, estoy aquí para ayudarte a volver a casa. ¿Cómo te llamas?

El niño demoró un momento antes de responder.

─Dipper ─susurró─. Mi nombre es Dipper Pines.

Over The Garden Wall: The BeastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora