El Leñador

373 44 2
                                    


El silencio fue tan gélido que incluso se asemejaba al frío atroz que azotaba el cuerpo de los muchachos por las espaldas.

Beatrice permaneció con gesto solemne, y Wirt no estuvo muy seguro de cuál sería su siguiente movimiento. Esperó de forma paciente, tratando de parecer tranquilo, aunque el temor poco a poco iba apoderándose de su corazón; el leñador había tenido una mala experiencia en cuanto a la Bestia, entonces, ¿qué pensaría al ver a Wirt transformado en aquel ser?

Deseaba en secreto que el hombre no blandiera su hacha contra de él.

Fueron apenas unos instantes que parecieron ser minutos eternos. El hombre abrió la puerta a los visitantes, permitiéndoles pasar, y la hija corrió al interior para traer algunas velas. Wirt siguió los pasos sigilosos de Beatrice, quien agradecía la bienvenida con un suave movimiento de cabeza, y a juzgar por las facciones de su rostro, parecía estar lúgubre.

Tomaron asiento en unas sillas de madera, alrededor de la chimenea. El leñador llevó unos cuantos troncos para así poder encender el fuego, mientras que su hija traía consigo un par de mantas y unas tazas de té caliente.

Antes de que el hombre pudiera encender la leña, Beatrice intervino:

─Señor, antes de que encienda el fuego ─susurró entre sombras─ quiero hablarle de algo.

─ ¿Sobre el muchacho que está a tu lado? ─Inquirió el hombre, poniéndose de pie.

Wirt sólo pudo contemplar la sombra irguiéndose hacia lo alto.

─No es cualquier muchacho ─respondió la pelirroja, suavemente─. Es Wirt.

El muchacho contuvo el aliento, sin atreverse a hablar. Y debería haberlo hecho, eso era lo correcto, pero un extraño temor ─que hacía mucho tiempo ya no había experimentado─ lo embargó, cerrándole la garganta.

─ ¿Wirt? ─Preguntó el leñador, con voz aturdida─. ¿El hermano mayor de aquel niño? ¿Los que casi fueron capturados por la Bestia?

─Así es ─confirmó Beatrice, conteniendo el aliento─. Pero ahora él ha regresado, solo.

Se escucharon unos pasos aproximándose, y a la estancia entró la hija del hombre, quien tomó asiento en la silla más próxima, sin decir una sola palabra.

─ ¿Wirt? ─Ahora el hombre se dirigía a él.

─Así es, he regresado ─no supo exactamente de qué forma dirigirse al hombre, así que prefirió no utilizar ningún apelativo─. Hace apenas unos días.

─Deberías encender el fuego, padre ─propuso la muchacha de cabello castaño, su hija.

─ ¡No! ─Chilló Beatrice repentinamente, removiéndose con fuerza en su silla─. Hay algo importante que debe saber antes de encender el fuego. Y debe prometernos que no lo dirá a nadie.

Silencio. Alguien dejó salir el aire, asustado.

─ ¿De qué estamos hablando exactamente? ─Cuestionó el hombre. Su sombra se removió, inquieta.

─Como le he dicho ─la voz de Wirt era temblorosa─, llegué a lo Desconocido hace unos días, Beatrice fue a la primera que encontré en el camino. Greg... Él no viene conmigo, ni siquiera recuerdo cómo llegué aquí.

─ ¿Y ese es el problema? ¿El saber cómo regresar a casa?

─No lo es ─se apresuró a decir, antes de que Beatrice se atreviera a responder por él. Era su problema, y él debía decirlo─. El problema es que... Algo raro ha pasado, no podemos explicarlo. Algo raro pasó conmigo y necesitamos su ayuda para descubrir la razón, pero debemos pedirle que no se altere ni piense que estoy en su contra.

Over The Garden Wall: The BeastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora