De vuelta a Lo Desconocido

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De lo único que fue consciente era que la luz diurna le hacía creer que estaba ciego.

Cuando por fin abrió los párpados casi por completo, Wirt no sabía donde se encontraba. O a decir verdad, ignoraba por completo su alrededor y continuó caminando, como si fuera aquel sitio tan inhóspito solo una parada hacia su destino.

Solo, a la intemperie, el viento comenzó a soplar, removiéndole la cobija que traía cubriéndole el torso. En sus pensamientos, se preguntó cuándo llegaría a casa, para volver con Greg, que le esperaba.

Conforme avanzaba, la luz del sol se filtró entre las hojas de los altos troncos, alumbrándole el camino.

Las aves cantaban, se oían algunos susurros entre los arbustos, y la tierra crujía bajo de los zapatos. Wirt pensó que eran los sonidos más naturales que existían en un bosque como esos.

¿Había un bosque cerca de casa? ¿Por qué no lo había visto antes?

Lo que sucedía en realidad era que Wirt solo recordaba vagamente haber estado en Lo Desconocido.

Siguió caminando, enterrando las palmas en el fondo de sus pantalones, sin perder la cordura como la primera vez; y entre todos los sonidos que le acompañaban en su aventura, escuchó uno en particular: el ladrido de un perro.

Frunció el ceño, y dirigió los pasos hacia los ladridos, que cada vez se hacían más sonoros. «Viene de ahí », pensó, «detrás del arbusto». En silencio, pisando con cuidado, se dirigió hacia el montículo de hierbas, que escondían los sonidos particulares de su vida cotidiana.

Con cuidado, se agachó, y abriendo con ambas palmas un hueco en las hierbas, vio a un can color leche, que ladraba en dirección contraria a Wirt, mientras un hilo de agua chapoteaba unos metros más allá de ellos.

Decidido a mejor marcharse, antes de buscar problemas sin sentido que podía arrastrar hasta casa, se dispuso a retirarse.

Pero algo le detuvo en seco, haciéndole palpitar el corazón: una muchacha salió de la nada, con el cabello color naranja brillando bajo la luz del sol. Y su sonrisa fue lo que hizo que Wirt cayera casi de bruces al suelo.

Over The Garden Wall: The BeastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora