Capítulo 1: Terror en lo profundo.

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Si pudiera hablar sobre ella... Si solo pudiera ¿Cómo lo haría?

No hay forma de hacerlo en realidad. Una vez escuché que si no sabes cómo describir algo, es porque no lo haz entendido. Pero aprendí que eso no siempre es verdad.

Podría hablar sobre lo que tuvo que pasar para llegar a este triste final. Una historia de amor y pérdida... Solo por una relación prohibida por fuerzas más allá de mi imaginación.

Tal vez... sobre cómo entro ella en mi vida, como la cambio para siempre... O no se... Tal vez solo hablaría de el porque la pérdida, las consecuencias de jugar con fuego y agua, cuando se que no se llevan bien.

Tiempo atrás.

Miami Florida. Una costa que siempre esta llena de turistas por sus playas y buena vida costera. Pero no todo se trata de la playa, buen sol, ir por la ciudad y chicas caminando en bikini, también esta la costa donde las personas dependen del océano por completo ya que la mayoría son pescadores o guías de los turistas que vienen a pasear en bote.

Por mi parte, podría decir que el océano está en mis venas, no literalmente claro. Todos los días miro el océano y observó detenidamente las olas y la marea que lleva con el. ¿Porque hago esto? Es porque soy surfista, el mejor de todo Miami, y siempre hago el intento de predecir la marea y las olas que ofrece el mar para mi. Se que no puedo ver el futuro, pero al observar el agua es como si pudiera hacerlo.

Es un gusto que adquirí desde niño, cuando mi padre, Richard Smith, aún estaba con nosotros en casa y nos hablaba sobre el mar y las maravillas que esconde a todos excepto aquellos que son capaces de ver más allá de sus propios ojos. No empieces a sacar conclusiones falsas, no esta muerto. Solo no esta en Miami, hace mucho tiempo se fue prometiendo que regresaría con un gran descubrimiento o una mejor vida, lo que pasará primero. Pero han pasado 7 años y no creo que regrese, jamás dejó una carta o un mensaje para nosotros. Cuando se fue, mi madre, Bárbara, una mujer de estatura promedio, cabello castaño, ojos oscuros y piel caucásica, se encargó de la familia trabajando duro en los botes pesqueros y en un restaurante cerca del muelle con una increíble vista del atardecer.

Imagino lo difícil que fue criarnos a mi y a mis dos hermanos. Ana, de 15 años de edad, una chica de cabello castaño rojizo, estatura baja, piel bronceada y ojos marrón claro. Carlos con 21, un chico notablemente ejercitado, ojos marrón, con 1.65 de altura, piel blanca y cabello oscuro y a mi, Edward con 19, cabello castaño, ojos marrón claro, piel bronceada y con 1.75 de altura. Hemos pasado por muchas cosas, pero las afrontamos juntos en familia apoyándonos entre nosotros. Carlos está en la universidad estudiando biología marina y Ana sigue en la preparatoria estudiando nutrición y tiene el sueño de abrir un restaurante en la ciudad. Ella asegura que podria ser el mejor de todos y que nos haria ganar dinero.

La pregunta es, ¿Que sera de mi? No es por presumir, pero hay varios cazadores de talentos que vienen de las mejores costas del mundo y estan interesados en el talento local para un concurso donde solo aceptaran a los mejores surfistas. Ahora mismo estoy en la orilla de la playa preparándome para un último concurso donde verán si puedo entrar o no. Mi tabla ya esta lista. Es de color azul marino con leves toques de color blanco para asemejar la espuma del mar y las olas. Hay muchas personas que me dicen que cuando estoy en las olas, pareciera que la tabla desaparece. Honestamente, esa era la idea principal, pero en el surfeo lo que mas importa es lo que hagas sobre la tabla. Eso es lo que te hace ganar puntos.

-¿Nervioso?- dijo Carlos sorprendiendome por espalda mientras caminaba hacia mi.

-Creo que tu lo estarías- respondí -. Y mas al saber lo que hay debajo... esperando con hambre.- dije alzando las cejas.

Un Amor De Tierra Y Mar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora