Capítulo 11: Mentiras.

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Salí de la cueva por debajo de la superficie del agua hasta volver al océano y tras nadar unos minutos, logre llegar a la ciudad. Nuevamente burle a los guardias y entre a mi habitación para dormir. Me preguntaba que clase de música podría traer Edward mañana. Al día siguiente me desperté como siempre con los rayos del sol disturbios por el agua. Al levantarme, vi a Nicole flotando frente a mi cama.

-Buenos días- le dije. Pero su mirada no tenía esa típica sonrisa de cada día. En cambio, se veía algo decaída. Como si lamentará algo.

-Lo siento mi niña. De verdad lo siento- se fue de mi habitación y al cruzar la puerta, mis padres estaban pasando hacia adentro.

Mi madre, la reina Alea, de aleta azul realmente oscuro, cabello negro, piel clara y ojos marrones, se veía sería. No mostraba ninguna expresión en su rostro. En cambio mi padre, el rey Tark, de aleta azul tan claro como el cielo, piel algo oscura como Nicole, ojos y cabello oscuros, se veía un poco molesto pero serio a la vez. Estaba cruzado de brazos frente a mi cama y mi madre a su lado.

-Sabemos que has estado saliendo sin nuestro consentimiento no solo del castillo, también de nuestro escondite- dijo mi padre -Y creo que sabes los riesgos de salir sin tu escolta- no quise decir nada.

-Hija, si hay algo de lo que quieras hablar... Sabes que nosotros podemos ayudarte ¿Verdad?- dijo mamá.

-Lo se. Pero ya no soy una niña. Puedo cuidarme sola- dije esperando que se fueran. Evite sus miradas

-Lo se hija- dijo papá -Pero no puedes defenderte de los riesgos que vienen de la superficie. Nunca sabes cuándo vendrá un humano a lo profundo. Por una razón, estamos escondidos. Si alguno nos encontrará, todos estaríamos en grave peligro- dijo con un tono mezclado entre serio, preocupado y molesto. Más que nada molesto pues no soy de las que siguen sus reglas todos los días a toda hora.

-Se que no te gusta que hablemos de esto cada vez. Pero lo hacemos por tu bien- dijo mamá con más calma que papá.

-No quiero estar encerrada todo el día cada día de mi vida. Merezco salir de aquí. Ni siquiera me eh acercado a la superficie- me defendí.

-¿Entonces a donde vas cada día?- pregunto papá.

-Estoy con Francis. Si no me creen, preguntenle a él o a Nicole-.

-Ella solo sabe que sales de aquí, pero no con quién estás. Además, eres una princesa. Debes mantener una posición frente a los demás-.

-No me gusta esa palabra- me levanté de la cama y nade hasta mi ventana. Me quedé mirando a la nada dándole la espalda.

-Pues te guste o no es lo que eres. Y no hay nada que puedas hacer para cambiarlo. Hay ciertas cosas que puedes hacer y otras que no. Tú amistad con ese tiburón jamás me agradó- mamá puso su mano en el hombro de papá en un intento por calmarlo.

-No te precipites- luego se dirigió a mi -Lo que tu padre quiere decir es que, como princesa, tienes límites dentro y fuera del palacio. Francis puede no ser una buena influencia. Sabes que a los humanos les gusta atraparlos y uno de estos días podrías quedar atrapada en sus redes. ¿Que crees que pasaría?- no les respondí.

-Hija, no queremos ser malos contigo. Solo deseamos lo mejor para ti- dijo papá. Sentí como se acerco a mi a pesar de que le estaba dando la espalda.

-¿Igual que lo que pasó allá?- ellos sabían bien de qué hablaba.

-Te dije que lo remedie y les puse un alto a ambos-.

-Eso no cambia lo que ocurrió. Además, no niegues que por un simple momento no viste la conveniencia de llevar a cabo esa desición- me crucé de brazos y mire al suelo. Aún me molestaban en sueños esos días lejos de casa.

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