Ayude a John a llegar hasta las gradas para que se sentará y se relajara. Los salvavidas me dieron todo el crédito por salvarle la vida. Pronto determinaron que no sufrió heridas graves por el golpe, solo el corte en la cabeza y algunos raspones en el cuerpo.
-Atención a todos por favor. Atención- decía el comentarista del concurso a través de las bocinas -Debido al ataque del tiburón que todos presenciaron, me corresponde informar que el concurso se cancelará y se pondrá una restricción a la playa para que nadie se aleje más de 10 metros de la orilla. Es por su seguridad- Mucha gente se quejaba. Especialmente los surfistas debido a que la mayoría venían de muy lejos y no para que se cancelará la razón de su viaje.
Yo también estaba molesto. Había entrenado durante meses para este día y ese maldito tiburón lo arruinó todo. Decidí no ver a nadie y alejarme lo más que podía. Ni siquiera mi familia me podría apoyar en esto, mi sueño de había hundido.
-¿A dónde vas?- pregunto John mientras trataba de alcanzarme.
-Deberías estar descansando- dije sin ánimos de responder su pregunta -Tienes suerte de no haber muerto por ese dienton-.
-Y eso te lo debo a ti- dijo ya estando a mi lado con una sonrisa -Aun así... No respondiste a mi pregunta-.
-Voy a un pequeño local por un café... Todo esto solo ha hecho que me moleste- respondí de mala gana.
-Entonces voy contigo- dijo aún con esa sonrisa en la cara -Solo hay que ir a los vestidores para quitarnos los trajes de baño y el agua salada- no podía negarlo. Ese chico y yo nos volveríamos buenos amigos después de esto.
John tenía un par de shorts de color café claro, sandalias negras y una playera azul celeste. Yo tenía un pantalón claro, sandalias azul rey y una playera de tirantes negra. Cuando terminamos de vestirnos, guíe a John hasta un pequeño restaurante llamado "La Perla de Tierra". Ahí era bueno para pasar el tiempo y aún más si tienes buena compañía. Nos sentamos en la barra a esperar y unos segundos después llegó una mujer joven de cabello rubio y piel clara a tomar la orden. En un costado de su camisa de trabajo, estaba una identificación con su nombre: Laura.
-Buen día jóvenes. ¿Que les gustaría ordenar?- dijo mientras sostenía una pequeña libreta y una pluma para apuntar nuestra orden.
-Me gustaría un café descafeinado con un emparedado de huevo- pidió John.
-Igual quiero un café, pero solo eso- dije con pocos ánimos.
-Muy bien, regreso pronto- dijo la mesera para luego dar la media vuelta a la cocina.
A los pocos minutos apareció Frederick, uno de los muchos pescadores en la región. A diferencia de los otros, el tenía la reputación de ser de los mejores cazadores de tiburones y siempre tener buena mercancía del mar. Muchos lo conocían por ser como el Indiana Jones de los mares por su amor por la aventura y los tesoros. El llevaba puesto una camisa de estilo escoses con un chaleco marrón claro, pantalón azul marino y botas cafés. Al momento de sentarse se acercó otra mesera, pero ella era un poco mayor de edad y estatura y con un cabello pelirrojo.
-Hola Fred- dijo la mesera -¿Que te gustaría comer hoy?-.
-Dame lo de siempre Paulina, porfavor- respondió Fred.
-Muy bien. Una ensalada César sin aderezo y con arándanos deshidratados- dijo la mesera mientras escribía todo en su libreta. Ya iba a entrar a la cocina cuando Fred la detuvo.
-No, no. Mejor quiero unos waffles y tocino en un lado. Solo no le digas a mi esposa- dijo Fred. Durante unos minutos nos quedamos callados los tres hasta que llegó nuestra comida. Solo paso el tiempo hasta que Fred decidió romper el silencio.
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Un Amor De Tierra Y Mar.
RomanceEl mar suele esconder muchos secretos, de hecho, la humanidad tiene más conocimiento del espacio que del océano. Yo solo me conformo con buenas olas, cielo despejado y una buena vida en tierra. A pesar de todo, se me ha ocurrido que estoy hecho para...