Capítulo 14: El Secreto Revelado.

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Dos días después.

Ya no la eh vuelto a ver. Regrese a la cueva a la misma hora pero ella no regresa. No se que es lo que es lo que pasa con ella, y tampoco se como arreglarlo. Pero lo que si se es que deseo verla otra vez. Y estaría dispuesto a hacer lo necesario. Antes no lo sabia, pero ella se ah vuelto alguien importante en mi vida y ahora quiero verla todos los días. Pero si ella no va a la cueva no se como verla. No creo ser capaz de ir lo suficientemente profundo en el océano para ir a donde vive, y aunque pudiera bajar tanto, no podría encontrarla nunca. El océano es demasiado grande para buscarla además de que requeriría de un equipo de buceo muy especial para hacerlo. Asique decidí seguir esperando, aun si es el tercer día, y volver a la cueva una y otra vez hasta que regrese. Se que en su momento, ella aparecerá. Amanece y me levanto de la cama para ir a darme una ducha. Una vez que terminó bajo para despedirme de mi madre antes de que se vaya a trabajar. De nuevo no tengo ánimos de comer algo, pero esta vez, mis hermanos se atreven a preguntar al respecto.

-Con este ya son tres días que estas tan decaído. ¿Que te sucede?- preguntó Ana directamente.

-No me pasa nada- dije sin ánimos.

-Sabemos que pasa algo. Mamá también lo sabe y se preocupa- dijo Carlos.

-No lo entenderían- dije intentando esquivar su interrogatorio.

-¿Se trata de tu amiga Marina?- preguntó Ana.

-Les dije que no entenderían- repetí algo molesto.

-¿Que fue lo que pasó?- volvió a preguntar interesada por mi.

-No me digas que ya te mando al diablo- dijo Carlos. Ana le dio un codazo en las cosillas y el se quejo de dolor.

-No estas ayudando- dijo Ana molesta con el.

-Ustedes sigan discutiendo. Yo iré a... Caminar en algún lado- simplemente salí por la puerta.

Estaba deprimido, pero tampoco estaba en medio de una depresión de gran magnitud. Asique al caminar por las calles, las personas no tenían idea de lo que pasaba conmigo. Llegué a donde estaba el muelle y me quede mirando el horizonte. Ya era mediodía cuando Fred apareció.

-Eh visto muchos surfistas en el agua estos días. Pero a ti no te eh visto cerca de la playa en todo el día hasta que llega el atardecer.  ¿Algo que decir?- dijo cuando estaba a mi lado.

-No hay nada que decir- dije sin apartar la mirada del horizonte.

-Se que es algo. Dime de que se trata- me negué a hablar -Tu sabes que Natalie me negó comer lo que yo quiera por mi colesterol alto. Y tenia esa misma cara cuando empecé a extrañar el tocino, la pizza y las papas fritas-.

-¿Cuál es tu punto?-.

-Que esa mirada solo pasa cuando te separas de algo o alguien a quien aprecias mucho-.

-Pues tienes razón. Hace poco conocí a alguien especial. Pero no la eh visto desde hace dos días-.

-¿Y ella es bonita?-.

-Es muy hermosa. Siempre nos veíamos y ahora no logro encontrarla- mire hacia el suelo.

-Si algo eh aprendido es que las mujeres a veces necesitan tiempo para pensar y reflexionar lo que ocurre. Natalie siempre hace eso y me advierte que no la interrumpa. Lo importante es que no te des por vencido. Seguro ella volverá si siente por ti lo mismo que tu sientes por ella- dio una palmada en mi espalda.

-Puede que tengas razón- dije intentando subirme el ánimo a mi mismo.

-Bueno chico, tengo que dejarte. Hubo un problema con el tiburón que te atacó. Tal parece que bajo a lo profundo y ya no volvió a subir. Es posible que este muerto-.

Un Amor De Tierra Y Mar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora