6. Domingo en el distrito 4

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Holly:

-¡Holly, despierta! -Siento el peso de su cuerpecito encima de mí, estiro la mano, la abrazo y la meto en la cama al lado mío. -¡No, no quiero dormir! ¡Ya es de día! ¡Despiértate! -Chilla Lilith, mi hermanita menor.

Abro los ojos, la miro. Sus rizos rubios están completamente alborotados, sus ojos lagañosos me miran risueños, su boquita se curva en una sonrisa dulce y cálida. Lleva puesto su pijama, una blusa y un pantalón celestes. En la blusa se puede observar una familia de delfines saltando en el agua. Lilith les ha puesto nombres, la madre se llama Agua, el padre Aguo y el hijito Agüito.

-Vamos a ir a la playa todo el día. -Me dice sonriendo y emocionada mientras se pone de pie y comienza a saltar en la cama. Estoy a punto de decirle que se detenga, que se va a romper la cama cuando recuerdo que si se rompe, compro otra.

-¡Lilith, deja dormir a tu hermana! -La voz de Greg, lo más parecido a un padre que tengo. Me ha tratado como su hija y se ha hecho cargo de mí par a par con mi madre desde que se conocieron. Y se ha ganado todo mi cariño. Él, mamá y Lilith son lo más importante en mi vida.

-Déjala, Greg. Ya estoy despierta. -Respondo, aunque mi voz suena ronca y poco convincente.

Lilith se ríe, se burla de que me ha despertado y sale corriendo. Como siempre, yo salgo tras de ella y la persigo por toda la casa. Cuando me canso de perseguirla, porque ella jamás se cansaría, la atrapo y comienzo a hacerle cosquillas hasta que grita que se rinde. Esta vez, el juego ha terminado en el living, entre el sofá y el televisor, con las dos tiradas sobre la alfombra, riendo a carcajadas y respirando agitadamente.

Mamá nos llama a desayunar, y luego nos vestimos para ir a la playa. Pasamos el día allí. Lilith está aprendiendo a nadar, y si no vienen olas demasiado grandes, puede hacerlo muy bien. Cuando las olas son de gran tamaño, la mueven con mucha facilidad. Nadamos, jugamos a la pelota, incluso dormimos una siesta al sol. Es un hermoso día primaveral, y hace calor propio del verano.

Consigo pasar el día sin preocuparme por nada, disfrutando completamente de mi lugar, el Distrito 4, la playa, el mar, las olas y mis seres más queridos. El sol comienza a caer, y nosotros volvemos a casa. Mañana es lunes, y tendré que ir nuevamente al colegio.

Para ir desde la playa hasta mi casa, es necesario pasar por la plaza central del distrito. Cuando estamos llegando a ella noto algo extraño, y no es hasta que Greg se pregunta por qué hay tantos agentes de la paz que no me doy cuenta de que eso es lo que está fuera de lugar. Muchos hombres vestidos completamente de blanco se encuentran alrededor de la plaza, observando los movimientos de los tímidos habitantes que a paso apresurado van de un lugar a otro.

Algo me dice que deberíamos ir por otro camino, y estoy a punto de proponer un cambio de ruta cuando escucho un estrépito. Tras la orden de uno de los agentes, un grupo de acerca a nosotros y nos rodea. Greg pregunta qué sucede, pero como toda respuesta obtiene un golpe en la cabeza con uno de los palos que sostienen los agentes.

-¡Déjalo, no hizo nada! -Grito al ver lo que le hacen.

El agente que lo ha golpeado me mira fijamente. A través de su casco puedo ver que tiene ojos negros, oscuros como la noche misma.

-No, él no hizo nada. Pero tú sí. -Responde y le da una patada. Otro agente toma a mi madre del cabello.

Oigo a Lilith llorar y siento su manita apretarme la mía por la fuerza con la que la toma. Los agentes de la paz comienzan a golpear a Greg y a mi madre y yo grito desesperadamente que los dejen.

-¡Mátenme a mí!

-¡Holly, toma a tu hermana y corre! ¡Huyan las dos! -Grita Greg mientras lo siguen golpeando.

El retorno de los juegos del hambre 2: Despues de los juego del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora