Capítulo 11

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Al día siguiente, la rabia contra Vanessa se me hizo presente al despertarme más pronto que de costumbre, así que decidí empezar a planear mi venganza contra la persona que había tenido los huevos de arrebatarme a mi mejor amiga, aquella que mejor me entendía en aquél puto universo.

Me levanté del colchón y me dirigí a las clases, pasando por la cocina; no sería capaz de pensar nada si tenía el estómago vacío.

Una vez que encontré papel y boli, me dirigí al patio del colegio, a la parte donde Oksana, Jonan y yo nos habíamos emborrachado como si no hubiese un mañana.

Me acomodé en el suelo y miré al cielo, observando lo azul que estaba, con el sol de lejos; esa vez, sin ningún rastro de nubes que advertiesen tormenta, cosa que me alegró y me hizo más creativa.

Abrí la libretita que me había pillado y destapé el boli. Respiré hondo, cerré los ojos y, al abrirlos, escribí:
"VENGANZA A UNA RUBIA OXIGENADA"

La verdad, no sabía cómo vengarme de Vanessa, pero me sentía obligada a hacerlo porque sabía que Oksana me vengaría si hubiera sido yo quien hubiese muerto; así que empezé a imaginarme la tortura lenta y dolorosa que le esperaba a Vanessa, aunque tampoco pude pensarlo mucho más, ya que Rocky y Jonan aparecieron por la puerta.

―Buenos días ―me saludaron al unísono.
―Hola ―respondí, cerrando la libretita, por ahora no quería que supieran nada de mi plan de vengaza.
―Rocky quiere decirte algo ―me dijo Jonan, a lo que yo miré a Rocky, expectante.
―Adelante ―asentí.
―¿Podrías enseñarme a luchar? ―inquirió, a lo que prosiguió―: Jonan me ha dicho que Oksana y él te enseñaron a ti, y he pensado que tú me podrías enseñar a mí, si no es mucha molestia.
―Sí ―acepté, levantándome del suelo―. La verdad es que Oksana y Jonan fueron unos grandes maestros ―reí―, a pesar de tener alguna que otra dificultad para enseñarme... ―sonreí levemente a Jonan, recordando la vez que Oksana y yo vimos a Rocky y Zoey en una misma furgoneta.

Fue entonces que sentí que debía preguntárselo, solamente para calmar un poco aquél sentimiento de culpabilidad que sentía hacia la muerte de Oksana.

―Oye... ―empecé―. ¿Por qué...? ―respiré hondo, formulado la pregunta en mi mente, y, cuando estuve segura, la solté―: ¿Por qué te fuiste con ellos y no viniste a nosotras?

Rocky abrió los ojos como platos y vi a Jonan tragar saliva. Todos en aquél patio éramos conscientes de que yo no era la que quería preguntarle aquello, sino Oksana, pero fue la forma que encontré en aquél momento para apaciguar mi culpabilidad.

―Pues... ―Rocky apartó la mirada al suelo y respiró hondo, dándome a entender que le costaba responder aquella pregunta―. La verdad es que pensé que así podría conseguir que Jonan no fuese reclutado ―respondió y recordé que Oksana me dijo exactamente lo mismo.
―¿Pensaste que así lo salvarías? ―inquirí y ella asintió con la cabeza.
―Por mucho que pensaras que así me salvarías ―intervino Jonan―, deberías haberte ido con ellas, quizá así Oksana seguiría viva ―añadió, y admito que eso también lo pensaba yo.
―¿Vas a culparme de su muerte? ―inquirió Rocky―. Quizá si vosotros no le hubieráis dicho según qué cosas aún estaría aquí con vosotros y yo seguiría allí, pero sé que preferís eso, así que quizá lo mejor será que me vaya ―añadió y yo le cogí del brazo.
―Rocky, cálmate.
―¡No me pidas que me calme si ambos me culpáis de la muerte de Oksana! ―exclamó, soltándose de mi agarre.
―No te estamos culpando de su muerte ―dije, tomando el control de la situación, porque si dejaba que Jonan lo tomase, iba a ser peor―. Tan sólo te he preguntado por qué razón te fuiste con ellos, pero sí es verdad que quizá si tú hubieses estado con nosotros desde el principio, Oksana no fuera ido a Vanessa ―le expliqué, de la mejor forma posible.
―Si ella quería morir, lo hubiera hecho de una u otra forma, los culpables fuisteis vosotros al decirle lo que fuera que le dijéseis, sino no hubiera recurrido a mí ―soltó ella, alejándose de nosotros con pasos cortos hacia atrás.
―Rocky...
―Ni Rocky ni mierdas ―saltó―. Estaré en la sala de música, con Kilian, quizá así me distraiga de vuestros estúpidos pensamientos ―informó, entrando en el edificio.

Miré a Jonan y respiré hondo.

―¿Por qué se lo has soltado así? ―inquirí bufando.
―Se me ha escapado ―se encogió de hombros―. Pero no vengas ahora de buena, tú también lo piensas.
―Sí, pero no debíamos soltárselo tan pronto ―puse los ojos en blanco―. ¿Crees que nos hace algún bien tener a Rocky en contra? ―bufé.
―No la tenemos en contra ―saltó―. Ambos sabemos que no se irá, no quiere volver a donde ha visto morir a su mejor amiga.
―Jonan, últimamente estás demasiado raro.
―No estoy raro ―se defendió―. Es que no estás acostumbrada a verme serio ―arrebató y yo negué con la cabeza.
―Dudo que sea eso, pero allá tú.

Jonan dio media vuelta y entró por la misma puerta que había entrado su hermana hacía menos de cinco minutos.

No podía creer que las cosas iban de mal en peor. Si me apunté a luchar fue porque Oksana iba a estar conmigo, porque iba a ser ella quien me protegiese, pero ahora que había muerto, me debía proteger yo, y yo era muy débil y en mi interior sentía que estaba putamente loca de la cabeza y sentía que aquello no me hacía ningún bien; sentía que era capaz de volverme una loca psicópata, pero no quería aceptarlo. Si moría alguien más, Vanessa iba a ser torturada muy cruelmente por mis propias manos.

Ese fue el fin de nuestro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora