Capítulo 17

19 5 4
                                    

Minutos después de haberme recuperado, llegué a la puerta del recinto de Vanessa. Bajé del coche y saqué del maletero lo necesario para escalar hacia su habitación, utensilios y herramientas que había metido previamente antes de alejarme del colegio.

Me recordé mentalemente que debía hacerlo, que debía vengarme. Por Kilian.

Empecé a escalar, con la mochila en la espalda y me introduje en el balcón de la habitación de Vanessa, observando que habían reecho la puerta de cristal que había roto la noche que murió Jonan, pero yo volví a romperla sin problemas.

Una vez dentro de la habitación de Vanessa, saqué de la mochila la cuerda que había metido, cortando con un cuchillo dos trozos de medio metro. Saqué también el pote que contenía el pañuelo perfumado y lo abrí bajo su nariz, cerrando rápidamente para que no me afectase a mí también. La vi entrar en un sueño mucho más profundo del que ningún humano sería capaz de entrar a menos que fuese drogado.

Me acerqué a ella de puntillas, a pesar de que sabía que no podría despertar, pero lo hice para no llamar la atención de nadie que aún estuviese despierto.

Cogí la cuerda y le até ambas manos y ambos pies, para que así al despertar no pudiese escapar.

Me dispuse a empezar a bajarla cuando divisé en el suelo una mancha de sangre, la cual supuse que era de Jonan, así que dejé a Vanessa en la cama y cogí la libreta junto con el boli de la mochila.

"No voy a pediros un rescate por ella, no se lo merece, la voy a matar y entonces me entregaré y podréis hacer conmigo lo que queráis. Pero primero yo cumpliré mi venganza."

Arranqué la hoja y dejé la nota encima de la almohada, cargando el cuerpo de Vanessa en mi espalda, dándome cuenta de que no pesaba tanto como me esperaba, más bien era peso pluma.

Una vez abajo, la tumbé en los asientos traseros y conduje hacia el recinto subterráneo en el que habíamos pasado unos días aún cuando Oksana vivía.

Llegué en pocos minutos y me encargué de cerrar bien la puerta para que nadie pudiera ni entrar ni salir hasta que yo ya hubiese completado mi venganza.

***

Esperé pacientemente durante toda la mañana a que Vanessa abriese los ojos, hasta que, cuando finalmente lo hizo, me miró fríamente y sin expresión ninguna. Pude saber que no le sorprendía nada estar en aquella situación, cosa que me cabreó y me animó a partirle el brazo. Cosa que hice. Un grito de dolor salió de su garganta y sonreí. La primera sonrisa de satisfacción en mucho tiempo.

―¿Por qué estás haciendo esto? ―osó a preguntar y yo reí con maldad.
―Creo que te será fácil adivinarlo ―respondí y me crucé de brazos, pensando en qué le dolería más: cortarle los dedos uno a uno o rajarle los brazos.
―Ahorqué a Oksana ―acertó y yo noté una punzada de dolor que me hizo clavarle el cuchillo en el antebrazo que le había roto hacía menos de dos minutos. Lo retiré cuando volvió a gritar de dolor.
―Veo que sabes su nombre, el cual queda completamente prohibido que digas a partir de ahora ―dije amenazante, a sabiendas de que quizá pasaría completamente de aquella advertencia, pero me sorprendió.
―De acuerdo ―aceptó―. A cambio de que tú respetes a mi Katya y tampoco la nombres ―propuso y yo no le vi el problema a aceptar aquella especia de "trato".

Al minuto me decanté por empezar a cortarle los dedos uno a uno, dejándoselos delante suyo y escuchando sus súplicas.

Quizá la Beth callada y sumisa hubiera parado de torturarla, quizá aquella Beth que en aquel momento no existía ni siquiera hubiera sido capaz de intentar vengarse. Quizá la Beth sensata y calmada la hubiera secuestrado sin necesidad de torturarla y le hubiera cortado la cabeza. Quizá la Beth rebelde la hubiera torturado una vez que la tenía bajo su control. Pero la Beth sádica y cruel, que había desatado ella misma matando a la persona que yo más quería en el mundo, no iba a parar hasta que no se sintiese satisfecha con la tortura. Y aquella vez no era fácil de saciar, llevaba muchos años cautiva dentro mío y acababa de salir; no se iría sin hacer verdadero daño.

―¿Y cuál es tu plan? ―preguntó con voz ronca, cuando ya iba por su séptimo dedo.
―¿Mi plan? ―reí―. Matarte, creo que está bastante claro.
―Sí, pero, cuando me mates, ¿cuál será el plan? ¿Huirás? ¿Te entregarás?
―Como vas a morir de una forma u de otra, te lo diré ―sonreí, acercándome a ella, apoyando la mano que no sujetaba el cuchillo en el respaldo de la silla en la que la había sentado, atada de pies, ya que las manos ahora estaban siendo cortadas. La miré fijamente a los ojos―. Una vez me canse de torturarte y la Beth sádica y cruel se haya saciado, tú me rogarás que te mate, cosa que haré, dejando que ésta Beth que odio, desaparezca para siempre. Y entonces aparecerá la Beth sensata que se dejará coger, pidiendo un ahorcamiento en la misma sala donde tú ahorcaste a Oksana.
―Es un buen plan ―admitió―. ¿Soy la responsable de que la Beth sádica me esté cortando los dedos? ―preguntó dolida y yo reí a la vez que asentí con la cabeza.
―Sí, lo eres ―una sonrisa malévola apareció en mis labios―. Podías haberlo evitado dejando viva a Oksana y matándome a mí; quizá no hubieses sufrido tanto ya que ella era más impulsiva y quizá sólo te hubiera matado de un disparo, aunque no hubiera sido una muerte rápida, eso también debo decirlo ―reí levemente―. En cualquier caso, yo que tú hubiera preferido la suya; pero la jodiste, y ahora deberás aguantar hasta que me sacie completamente. Y piensa que esta Beth lleva dentro mío toda la vida y nunca he querido sacarla, hasta que me obligaste.
―¡No fui yo! ―gritó en su defensa.
―Creo que sí, tú mataste a Oksana; eres la responsable ―me enderecé con los brazos cruzados.
―Pero ella se dejó coger; quizá no era tan impulsiva y lo hizo para que tú te vengases y acabases con esta guerra que estaba acabando con vosotros ―dijo y yo la amenacé con un cuchillo.
―¿Cómo sabes que estaba acabando con nosotros?
―Katya ―se limitó a decir y los hombros se me destensaron.
―Fuiste muy rastrera con ella, lo sabes ¿verdad? Ella te quería y la mandaste a su propia muerte ―dije y ella me fulminó con la mirada.
―Yo también la quería, pero ya habías matado a Zoey, así que sólo podía confiar en ella, que Jonan la matase no me lo esperaba ―confesó y yo abrí mis ojos como platos.
―¿Y la sádica soy yo? Tú eres más egoísta que yo, créeme ―dije, a la vez que el cuchillo le hizo un leve corte en la mejilla derecha, pero me apartó la cara antes de que pudiera cortarle más―. Buenas noches, Vanessa, que duermas bien ―sonreí y me retiré de aquella estancia, dejándola a oscuras y yéndome a dormir bastante tranquila para mi sorpresa.

Ese fue el fin de nuestro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora