Capítulo 15

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La esperé. La esperé durante más tiempo del que yo misma pensaba. Y, al final, acabé aceptando lo peor: Vanessa la habría matado.

Y entonces entendí que tenía vía libre para idear el plan perfecto que me convertiría en la asesina de Vanessa. Y bien orgullosa que iba a sentirme de ello.

Kilian ya había empezado a sospechar, ya no se creía que también Rocky se había ido a trabajar al extranjero y me di cuenta de que debía acabar con aquél sufrimiento. No era justo para él que le estuviera ocultando las muertes de personas que habían sido mínimamente importantes en su vida; y tampoco quería seguir alargándolo más, así que me decidí a llevar a cabo mi plan perfecto esa misma noche.

Salí del colegio hacia las siete de la mañana, para no tener que estar completamente atenta a quién había por la calle. Hacía algo de frío, pero la verdad es que era tranquilizador el aire frío que corría a aquellas horas por la calle.

Llegué a un local de droga a las afueras de la ciudad, sabía que ahí encontraría la droga que buscaba; pero no sabía qué iban a pedirme por ella, así que la robaría.

Entré en el local y localicé rápidamente la droga que quería, la cual aún estaba en su estado natural de planta, y noté que no había nadie vigilándola. Sonreí brevemente mientras me acercaba con disimulo, me apoyé en la mesa en la que estaba expuesta y, con un movimiento rápido, me la metí en el bolsillo de la chaqueta. Salí del local lo más rápido que pude, disimulando en todo momento.

Una vez fuera, empecé a correr como si la vida me fuera en ello. Y creo que no hubo nadie que me siguiera, pero yo corrí para asegurarme.

***

Cuando llegué al colegio, los pulmones me pedían aire y los músculos de las piernas me dolían como nunca.

Entré en el colegio sintiendo una repentina satisfacción ante el robo rápido que había llevado a cabo en menos de media hora. No había habido nadie por la calle en todo mi trayecto, así que cuanto más cerca estuve del colegio más lento había corrido, pero aún así, mis músculos no estaban acostumbrados a grandes esfuerzos, por lo que noté su resentimiento.

Respiré hondo para calmar cuanto antes mi respiración, la cual estaba muy acelerada.

―¿Dónde estabas? ―inquirió de repente la voz de Kilian, a la vez que su cuerpo salía de la penumbra en la que se encontraba el recibidor del instituto, a pesar de que ya estaba amaneciendo.
―He ido a hacer un recado ―dije, recordando que tenía la planta robada en el bolsillo de la chaqueta, así que me aseguré de que ahí siguiese con disimulo.
―¿Y por qué me has dejado aquí solo? ―preguntó y yo puse los ojos en blanco; quizá estaba mal el hecho de que le ocultase la muerte de su hermana mayor, y eso no lo niego, pero aquella pregunta fue estúpida.
―Kilian, no he estado fuera ni veinte minutos ―bufé, cansada.
―Sí, pero, ¿quién me aseguraba a mí que fueras a volver hace cinco minutos? ¿Quién me aseguraba a mí que tú no te irías con mi hermana, dejándome aquí solo? ―inquirió y entonces sentí que debía decírselo.
―Kilian... debo ―respiré hondo―; debo decirte algo ―solté.

Pude ver la curiosidad reflejada en su rostro.

―Adelante ―me dijo―. ¿Qué es?

Respiré hondo y un escalofrío me recorrió la espalda. Kilian era muy maduro para su edad, creo que el hecho de haberse enfrentado a la muerte desde tan cerca lo había hecho cambiar. Además, mentalmente, se parecía demasiado a Oksana.

―Mira, esta noche debo irme a terminar el recado que acabo de hacer ahora y no sé cuándo volveré ―le solté, era mejor no ocultarle nada más.
―¿Pero volverás? ―aquella me pregunta me rompió el corazón un poco más―. ¿O harás como Oksana, Jonan y Rocky?

Fue aquella pregunta la que me hizo entender que no podía dejar que Kilian les cogiese rencor por mi culpa; porque no seguían vivos y ellos no merecían aquello, así que me decidí a explicarle la verdad.

―Kilian ―cogí aire―, los tres están muertos ―solté en un murmuro y la mirada que me dirigió me dio miedo.
―¿Has... has estado ocultándome...? ―lo vi tragar saliva―. ¿Has estado ocultándome que mi hermana está muerta? ―inquirió, con las lágrimas asomándose a sus ojos.

Asentí con la cabeza lentamente, sabiendo que él poseía el mismo carácter explosivo de su hermana, aunque quizá el supiese controlarse mejor que ella.

―Joder, Beth ―saltó―. ¡¿Oksana está muerta y tú me lo ocultas?!
―No quería... joder, no quería que te volviéses loco igual que yo ―dije y supe que aquello fue tan sólo una vil excusa.
―¡No! ―gritó―. ¡No es eso y tú lo sabes perfectamente, Annabeth! ¡Te he escuchado muchas veces recriminándole a mi hermana el hecho de no ser capaz de afrontar las cosas grabes, de decirlas, pero tú has hecho lo mismo que ella! ¡¿Cuál era el propósito de ocultarme la muerte de mi hermana, Annabeth?! ¿Ninguno? ¡Ya me lo parecía a mí! ¡Lo has hecho porque no querías aceptar su muerte! ―exclamó y yo no pude hacer otra cosa que asentir, porque sabía que tenía razón―. Vete ―me miró a los ojos y yo noté otro escalofrío en la espalda; aquella mirada me recordó a Oksana―. Vete y haz lo que debas hacer ―añadió, ya en un tono más calmado―. Y vuelve cuando puedas, pero hazlo antes de un mes, sino, aceptaré que tú también te habrás ido a trabajar al extrangero ―dicho esto, se dio media vuelta y entró al gimnasio; déjandome en la penumbra del recibidor, aunque el sol ya empezaba a entrar por las rajas de las ventanas.

Fue aquella charla la que me hizo entender que debía secuestrar a Vanessa aquella misma noche, y acabar con aquél sufrimiento cuanto antes; para poder dejar libre de culpa y sufrimiento a Kilian.

Ese fue el fin de nuestro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora