Tardé poco en procesar la información que Oksana había compartido conmigo y con Jonan, pero, a pesar de ser una asesina, seguía siendo mi mejor amiga, no iba a echarle mierda encima, mis valores no me lo permitían.
He de añadir que, si te pones en mi situación, deberías hacer lo mismo que hice yo, apoyarla. Si realmente aprecias a una persona, por muy hija de puta que pueda llegar a ser ella contigo en según qué momentos, debes hacerle de pilar cuando una parte de ella se derrumba.
Matar a la persona que había sido su primer amor fue un trauma que a Oksana le llevó tiempo superar, por no decir que jamás llegó a superarlo del todo. Aunque, ¿qué superación se podía esperar si no tuvo ningún psicólogo profesional que la ayudase? En mi más sincera opinión, llegar a superarlo mínimamente como hizo ella, ya era todo un logro.
Oksana era una persona bastante fuerte mentalmente, pero ¿sabes ese cambio que hacen los adolescentes cuando experimentan el primer desamor? Pues a ella le pasó algo parecido. Aunque no fue un desamor própiamente dicho, pero joder, había matado a la persona que le había enamorado en sus 15 años, y no hacía tanto tiempo de eso cuando disparó la pistola.
Creo que, si te lo paras a pensar, matar a la persona que ha sido tu primer amor, es un trauma que creo que poca gente puede llegar a superar. Es más, si yo me pongo en la situación de Oksana, creo que no sería capaz de aguantar la culpabilidad y acabaría bastante más mal de lo que acabó ella.
Pero me he adelantado a los hechos.
Una vez que ya se había calmado, los tres estábamos sentados en el sofá. Vi como Jonan luchaba con todas sus fuerzas para no arrebatirle nada a Oksana, no en ese momento en el que ella se veía tan vulnerable. Y creo que eso fue lo que consiguió que no le echase nada en cara. El hecho de ver a un ser querido tan vulnerable, hace que algo dentro de ti se remueva y te cause empatía, por lo que Jonan no consiguió decirle nada de lo que pensaba al respecto de su acción.
―¿Y, entonces, qué quieres hacer? ―pregunté, aunque yo ya sabía la respuesta.
―Quiero comprobar si lo que Caleb me dijo es verdad ―respondió―. Iré al recinto de Vanessa y buscaré a mi hermano. Si lo van a ejecutar, deberán matarme a mí primero ―añadió y yo respiré hondo.
―Vale, pues, si tú vas, yo voy ―dije poniéndole una mano en el hombro.Miré a Jonan, quien intentó decirme algo con la mirada, pero lo fulminé y puso su mano en el otro hombro de Oksana.
―Estoy con vosotras, sí, pero me siento en la obligación de decirte que lo que hiciste estuvo mal, pero también entiendo que pasar por esa situación no debe ser fácil, así que no te juzgo ―le dijo Jonan y me pensé si darle o no dos hostias.
―¿No me juzgas? ―inquirió ella, porque Oksana no era de esas que se callan lo que piensan―. Menos mal que no me juzgas, porque joder, acabo de compartir contigo algo que jamás en la vida hubiese compartido con nadie que no tuviese mi confianza. Si disparé la pistola fue por la rabia que me dio, no pensé en las consecuencias, no pensé en cómo me sentaría hacerlo. Tan sólo sentí rabia y disparé, ¿lo entiendes? ―le soltó, y se levantó del sofá, yéndose a su habitación.Escuché el portazo que pegó a la par que asesinaba mentalmente a Jonan con la mirada.
―¿Tú no serás gilipollas?
―Beth, ha matado a una persona ―respondió él―. No está bien lo que hizo y debía decírselo, debía hacerle entender que sentir rabia no es suficiente motivo para matar a alguien.
―¿Qué pasa, Jonathan, no has dormido bien? ―me levanté del sofá, molesta―. No, no está bien matar a alguien pero, ¿sabes qué no está bien tampoco? El hecho de echárselo en cara. ¡Ponte en su situación, joder! ¡Imagina que te viene tu ex novia y te dice que van a matar a tu hermana! Tienes un arma en la mano, ¿qué haces? ¿Le invitas a tomar té? ¡No, Jonathan! Quizá no le disparas, y eso no te lo discuto porque quizá yo tampoco lo haría, pero no me quedaría nada tranquila ―una vez dicho esto, empecé a caminar hacia mi habitación, pero antes de llegar al pasillo, me giré―. Esta «guerra» te ha cambiado. Jamás le hubieses dicho eso a Oksana, tú no eras así.
―Quizá es que la situación requiere un adulto maduro.
―Tú jamás has querido madurar, Jonathan, no me vengas con esa mierda ahora.***
Horas después, pude comprobar que ambos habían hecho voto de silencio entre sí. De Jonan esperaba que fuese capaz de disculparse o, al menos, reconocer que no debería habérselo dicho en ese momento, sino cuando ella ya estuviese calmada del todo. De Oksana, en cambio, no esperaba nada. Seré sincera: Oksana y su orgullo eran indestructibles, si le decías o hacías algo que ella no soportaba, te mandaba a la mierda. Y debías discuplarte. Y ella debía estar dispuesta a perdonarte. Si no lo hacía, pero eras una persona que le importaba, era posible (dejándole su tiempo) que te hablase ella primero.
Pocas veces sucedía eso, pero era muy consciente de que, aunque Jonan le importase lo suficiente como para hacerlo, lo sucedido le dolía en el orgullo, así que no iba a hablarle primero.
Me sentía en el deber de solucionar el problema que se había ocasionado. No era favorable para ninguno de los tres estar separados mentalmente en una situación como esa. Debíamos ir a por Kilian, no podíamos perder tiempo con gilipolleces de niños pequeños, así que salté.
―Me habéis cansado ―les solté a ambos, levantándome de sofá y dirigiéndome a la puerta de metal―. Voy a dar una vuelta y, cuando vuelva, quiero que ya hayáis superado vuestras gilipolleces; sino, seré yo quien haga voto de silencio con vosotros.
Una vez dicho esto, abrí la puerta de metal y salí a la superfície. El cielo amenazaba lluvia y yo calculé que debían ser las seis de la tarde. Normalmente, las ejecuciones se llevaban a cabo a las diez de la mañana, lo que significaba que aún teníamos algo de tiempo. Miré alrededor, dándome cuenta de que estábamos completamente aislados de la ciudad donde yo me había criado, donde yo había hecho mi vida y donde yo moriría si era necesario.
Se podían apreciar las huellas que había dejado la furgoneta esa mañana, cuando Jonan había ido a por el cristal-espejo que Oksana le había dicho.
Decidí volver, ya que el cielo empezaba a ponerse oscuro y las nubes cada vez estaban más cerca. Caminaba con tranquilidad cuando escuché el motor lejano de una furgoneta, por lo que corrí hacia la entrada del recinto subterráneo y entré rápidamente.
Sin prestar atención a Oksana y Jonan, abrí la mirilla que había en la puerta, intentado ver si se podía apreciar la furgoneta. Y, cuando la vi, realmente no pude hacer nada más que mirar.
―Oksana, traen a tu hermano ―susurré.
―¿Qué dices? ―inquirió ella, acercándose a mí.Dejé que mirase por la mirilla, y creí que se desmayaría cuando vio lo que yo ya había visto, pero no fue así.
Vimos cómo sacaban a Kilian de la furgoneta y lo ponían de cara a la pared, mientras un hombre le apuntaba a la cabeza con una pistola.
No pude detener a Oksana antes de que saliese por la puerta, pero yo en su situación, hubiese hecho lo mismo.
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Ese fue el fin de nuestro mundo
MaceraBeth es una chica normal, con una vida normal y todas esas cosas. Hasta que, un día, Vanessa Werst asalta la ciudad en la que vive, sumiéndola en una locura absoluta. Beth deberá convertirse en una asesina para poder mantenerse con vida, junto con l...