Capítulo 8

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Al día siguiente, al despertar, me noté los ojos pesados y sentí mis tripas rugir. Me froté los ojos, los cuales estaban algo húmedos, por lo que supuse que había tenido una pesadilla.

Me levanté del colchón que hacía la función de cama en aquellos días y me dirigí hacia el comedor del colegio.

Mientras caminaba hacia mi fuente de alimentación (es decir, la cocina), me dediqué a observar las viejas taquillas y los pasillos que yo alguna vez había recorrido.

Pasé por delante de los despachos, en ese momento abandonados, y recordé las veces que Oksana los había pisado. Yo no, yo había sido la típica niña buena; ella ya la liaba lo suficiente.

Observé atentamente aquél pasillo, el cual estaba repleto de orlas de diferentes generaciones, y decidí que informaría al grupo de aquél pasillo, para inspeccionarlo, a ver qué encontrábamos.

Al llegar a la cocina, me hice un par de tostadas y las hunté de nocilla. Después, regresé al gimnasio, aún comiéndome una de ellas.

Una vez dentro, saludé a Katya, quien era la única despierta. Ella me correspondió al saludo y caí en que Oksana aún no sabía nada de que se iba a quedar con nosotros. Y también caí en que, siendo las horas que eran, tardaría poco en levantarse y montarme el pollo del siglo por haber dejado que Katya se quedase sin pedirle la opinión a ella, aunque sentí que me daba igual.

―Oye... ―oí a Katya―. ¿Te importaría enseñarme dónde está la cocina, por favor? Ayer Jonan me la enseñó, pero no recuerdo bien dónde está ―me preguntó y yo asentí con la cabeza.
―Claro, ven ―dije sonriéndole―. Pero no te lo comas todo, que es mi fuente de alimentos ―añadí riéndome, aunque lo decía completamente en serio.

La guié por los pasillos hasta llegar a la cocina. Justo cuando entramos, escuché la puerta del patio cerrarse, por lo que supuse que Jonan había llegado; al cabo, apareció por la puerta. Se dirigó a Katya, dándole un cariñoso beso en la mejilla y a mí me saludó con la cabeza.

―Buenos días ―sonrió.
―Oye, Jonan ―lo llamé―. ¿Crees que podríamos inspeccionar el colegio? ―inquerí, a lo que él se encogió de hombros.
―Supongo ―dijo―, no le veo el problema ―añadió sonriéndome.

Asentí con la cabeza y me senté en una de las sillas. Justo entonces, Oksana entró por la puerta, pilló un par de tostadas y el pote de nocilla, echo una mirada de asco a Katya y se sentó a mi lado.

―¿Qué hace ésta aquí todavía? ―me preguntó en un susurro.
―Se va a quedar ―le solté, a modo de respuesta―. Sé que no te fías, pero somos un grupo y no sólo eliges tú ―añadí.
―No es que sólo elija yo, es que en esto ni me habéis dejado elegir ―saltó, comiéndose una de las tostadas.
―Hoy investigaremos el colegio ―la informé, cambiando de tema.
―Felicidades, ¿quieres un premio o algo? ―ironizó, justo cuando se acabó la segunda tostada y salió de la cocina.
―Tranquila, se le pasará ―escuché decir entonces a Katya. Reí.
―No, no se le pasará, tú no la conoces ―bufé, encogiéndome de hombros.

Ella se sentó a mi lado y me pasó un brazo por los hombros, haciéndome sentir mejor, para mi sorpresa.

***

Media hora después, Jonan, Katya y yo, habíamos decidido entrar en lo que había sido el antiguo colegio. Respiré hondo, mirando las cuatro paredes que nos rodeaban en aquellos instantes.

Observé a Katya durante un momento, quien parecía ya conocer cada uno de los rincones más recónditos de aquél despacho.

―¡Chicas! ―exclamó Jonan―. He encontrado algo ―añadió, a la vez que me acercaba a él, junto con Katya.
―¿Qué es? ―inquirí, pensando en voz alta.
―Un diario que el director requisó ―me respondió Katya.
―¿Cómo sabes que lo requisó? ―preguntó entonces Oksana, apareciendo por la puerta.
―No creo que el director escribiese un diario ―se excusó Katya, y yo me encogí de hombros cuando Oksana me miró.
―Es lógico ―me limité a decir, defendiendo a Katya.

Oksana puso los ojos en blanco, acercándose a Jonan y arrebatándole el diario que él había encontrado.

Empezó a ojearlo, con toda la tranquilidad que ella era capaz de ponerle a algo que sabía que nos jodía a los demás.

―Oksana, suelta el diario ―le dije―, no lo has encontrado tú.
―Y tú tampoco ―me soltó, lanzándome una mirada de superioridad―. Ya que aquí he dejado de tener voz y voto, haré lo que me salga del coño y si no os gusta, os jodéis ―añadió, mirándonos a Jonan y a mí intercaladamente―. ¡Ah! Y si esta mujer os traiciona y acabo teniendo yo razón ―rio irónicamente―, os jodéis, por idiotas ―soltó, tirando el diario al suelo.
―Oksana, relájate ―le dijo Jonan y ella rio con maldad.
―Y dime, ¿por qué debería hacerte caso? ―inquirió, cruzándose de brazos.
―Escucha... ―intenté decir.
―No, escúchame tú a mí ―me cortó ella―. He intentado pensar en tu bien, porque matar a alguien no es nada fácil de aceptar, ¿de acuerdo? He intentado hacer que no tuvieses que pensar en nada, pero te has cabreado; te jode el hecho de que yo intente ayudarte, así que te has puesto a la defensiva. Y te has creído a esa pava ―señaló a Katya―. Los dos os habéis creído a esa tía, y cuando os traicione, me reiré de vosotros, por yo no fiarme y vosotros dejar que os destruyese aún más. Todos estamos pasando un mal momento, pero ¿sabéis qué? Separarnos mentalmente, no nos hace ningún bien, y vosotros seguís insistiendo, así que dejaré que hagáis lo que os salga de los huevos, pero yo también lo haré. Y recordad: si no os gusta, os jodéis ―acabó, mirándonos con cara de asco y diciendo las últimas palabras con rabia y salió por la puerta.

Respiré hondo y cerré los ojos, poniéndome dos dedos en cada sien y acariciándomelas lentamente, intentando no pensar mucho en lo que acababa de pasar. Me froté la cara frustrada y maldije el hecho de que Oksana fuera orgullosa.

En aquellos momentos, la veía demasiado egoísta como para entender su punto de vista. Intentó hacer que yo no sufriese, como ella lo había hecho al matar a Caleb, y, con tanta discusión, habían habido veces que había olvidado el hecho de que maté a Zoey Werst, y ojalá me hubiera dado cuenta en aquellos momentos, porque cuando lo hice, ya era muy tarde para disculparme con Oksana.

Quizá fue el hecho de que, después de aquellas palabras, la relación entre Oksana y yo cambiase, lo que la hizo cambiar de idea.

Ese fue el fin de nuestro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora