Capítulo 19

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Ya llevaba unos días torturando a Vanessa, y cada hora que pasaba, notaba cómo la Beth sádica iba saciándose más y más, dejando entrever un poco a la Beth sensata. Mi venganza estaba casi cumplida, así que ya no sabía si quería esperarme a que ella me suplicase matarla o hacerlo y ala.

―Nunca habría querido empezar una guerra así ―soltó, un día cualquiera, de repente, parando así el latigazo que le esperaba; ya llevaba unos cuantos días torturándola a base de latigazos y ya tenía la espalda en carne viva―, pero mis tíos me apartaron de la única persona que he querido más que a mí en toda mi vida ―levantó su mirada hacia mí―, me apartaron de Katya. Fue horroroso. Los escuché decir que aquella relación no era sana, que éramos almas impuras y que arderíamos en el infierno. Consiguieron asustar a Katya, por mucho que ella lo negara, pero tardó poco en hacerles caso e internarse en una escuela donde pasó dos años aproximadamente. Y salió cuando sus padres creyeron que ya estaba curada. Y entonces volvió al colegio donde yo estudiaba, ese en el que os refugiábais hasta hace poco. Un buen día, encontró el diario que estaba escribiendo, en el que detallaba cómo iba a arrebatarles el poder a los adultos, ella me miró como si estuviera loca y entendí que no lo aceptaba, pero iba a conseguir vengarme de mis tíos. Y la hice volver a mí, se volvió a enamorar cual niña inocente era. Y yo estaba feliz, porque joder, mi pequeña volvía a ser mía. Hasta que nos pillaron de nuevo sus padres, quienes les dijeron a los míos que debían internarme en un manicomio. ¿Y qué hicieron mis padres? Pues obviamente lo que ellos les dijeron, porque mi padre no habría podido oponerse a su hermana jamás en la vida; así que me metieron en un manicomio. Y joder, ¿cómo coño esperaban que no me volviera puta loca de la cabeza si todos allí lo estaban? Los pocos con los que hablaba me trastornaron y me dijeron que mi venganza sería lo mejor que habría hecho en mi vida, así que les hice caso; hasta ahora, que estás vengándote tú de mí ―no me esperaba en absoluto aquella confesión, pero vi tanto dolor en sus ojos que sentí la empatía abrirse camino hacia mi corazón, por mucho que intenté evitarlo.
―¿Asesinaste a todos los adultos de la ciudad tan sólo porque tus tíos te prohibieron en amor de tu vida? ―inquirí, impactada.
―Sí ―asintió ella―. Todas esas excusas de la tecnología y de que es una rebelión porque no nos dejaban hacer lo que queríamos no son ciertas, porque la verdad es la que acabo de contarte; lo otro se lo inventó Katya para hacerme quedar mejor.

Admito que me costó asimilar toda la información que me había dado, pero joder, no era nada fácil entender que por amor hubiera arrebatado el poder a los adultos, vengándose así de sus tíos, sus suegros, siendo la novia de su hija.

―Recuerdo a tus padres ―soltó entonces, sacándome de mis pensamientos y congelándome el cuerpo. El látigo cayó al suelo.
―¿Los recuerdas? ―no supe qué más decir.
―Sí ―asintió, y la vi tragar saliva lentamente―. Tu padre me miró con odio e intentó atacarme más de una vez. Tu madre, en cambio, se limitó a amenazarme: "No te atrevas a matar a mi hija, ni tampoco a su mejor amiga; morirás en manos de la que dejes viva."

Oir aquellas palabras me bastó para imaginarme a mi madre diciéndolas, lo que me sacó una profunda carcajada, que retumbó por todo el recinto subterráneo.

―Admito que quizá debí hacerle caso ―dijo ella con una leve sonrisa en aquella cara magullada y quemada por varias zonas, gracias a una servidora.
―Pues sí ―la corroboré―. Debiste hacerle caso.

El silencio se adueño de la estancia hasta que ella decidió volver a romperlo.

―También recuerdo a los padres de Oksana, quienes, sorprendentemente, también me amenazaron ―rio suavemente, tenía una bonita risa para lo psicópata que era―. Su padre me dijo que si reclutaba a Kilian, no viviría para contarlo. Su madre que si os mataba a alguna de las dos, la otra se encargaría de matarme.

Me sorprendió la razón que habían tenido nuestros padres respecto a lo que iba a pasar. Quizá era que nos conocían mejor de lo que nosotras pensábamos y que nos veían capaces de matar a Vanessa. Y entonces entendí que había tomado el camino correcto vengándome de Vanessa, porque Oksana fuera hecho lo mismo si hubiera sido al revés.

Un rápido pensamiento pasó por mi mente: Vanessa se había sincerado conmigo, y ella iba a morir de una u otra manera, así que no me iba a ir nada mal hacer lo mismo.

―Mi verdadero yo es el que ha estado torturándote todos estos días ―solté en un leve susurro―. Tendría nueve años la primera vez que se manifestó. Y a quien casi mató fue a Oksana. Nos encontrábamos jugando a no-recuerdo-qué y me cabreé por algo que ella hizo, así que pillé una camiseta cualquiera y la intenté ahogar. Ella, en vez de ponerse a gritar o nerviosa, intentó calmarme, hasta que consiguió deshacerse de mí y hacerme entrar en razón. Desde entonces nunca he vuelto a sacar mi lado sádico, hasta que tú la mataste y me obligaste a hacerlo ―expliqué, ocultando el hecho de que Oksana jamás me pilló rencor por ello y yo siempre me di asco por hacerlo.
―¿Intentaste matarla? ―inquirió curiosa.
―Sí, y no me he perdonado nunca por ello ―acepté―. Ella fue la única que lo sabía y cuando la mataste, acabé pensando que lo hizo para que yo me vengara sacando a relucir mi verdadero yo de nuevo.
―Y acertaste ―dijo ella, a lo que yo fruncí el ceño.
―¿Cómo que acerté? ¿A qué te refieres? ―inquirí.
―Cuando Rocky intentaba hacer que luchase contra mí para así evitar su muerte, ella soltó: "Si quieres que acabe con este infierno, deja que me mate y Beth se ocupará de ello."
―¿Dijo eso?
―Sí ―asintió―. Por lo que supongo que sí era su plan que sacases tu parte sádica.

De repente, una repentina alegría me recorrió el cuerpo entero; Oksana se había dejado matar para que yo la vengase sacando a relucir mi lado sádico.

―Y me dijo que te dijera lo siguiente ―añadió Vanessa y yo la miré, instándola a que prosiguiera―. "Jamás vuelvas a ocultar quien eres, pequeña, no merece la pena."

Las lágrimas se acumularon en mis ojos sin previo aviso, a lo que Vanessa sonrió conmovida.

―Se dejó matar por ti ―me dijo y yo sentí culpabilidad en mi interior, lo había hecho por mí―. Lo hizo para que tú pudieses matarme ―añadió, mirándome fijamente a los ojos y lo siguiente que dijo me dejó sin aliento―: Así que hazlo, mátame ―me ordenó.

Me armé de valor a la vez que cogía la pistola que alguna vez había pertenecido a Oksana y apunté a la frente de Vanessa.

―Gracias ―susurré, y disparé.

El cuerpo de Vanessa cayó inerte hacia el suelo, creando un charco de sangre alrededor de su cabeza.

Vanessa ya no vivía, mi venganza ya estaba cumplida.

Ese fue el fin de nuestro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora