Álex despertó empapado en su propio sudor frío. Llevaba todo el fin de semana sin poder dormir. Por mucho que lo intentara soñaba una y otra vez con lo mismo: Él desahogando toda la frustración sexual que sufría en ese momento sobre su delicado cuerpo. Le hacía el amor con tal desesperación que a veces despertar parecía el inicio de la verdadera pesadilla. Tenía que acabar con todo eso.
Romper el compromiso era algo que no había planeado. Era perfecto pero ahora tendría que buscar otra forma para evitar alejarse de Elisa. Lo ocurrido en el baño era una clara confirmación de los motivos que le obligaban a llevar todo eso a cabo. Elisa tendría que darse por vencida y aceptar la realidad. Y más cuando pudo ver en persona que tenía por marido. Ese no podía ser su rival. Pensaría en otra forma para seguir cerca de ella.
Álex no consiguió dormir nada, así que agradeció la pila de papeles que Jose le había preparado para empezar el día. El trabajo le despertaba, así que en teoría eso era bueno. Nada más llegar había notado la mirada curiosa de todos los que se cruzaban con él. El hombre hizo una rápida conexión, así que supuso que todo aquello era seguramente por la noticia del compromiso con Verónica. Lo que no sabían era la cancelación de la misma.
Mientras tenía la cabeza metida en el papeleo la puerta de la oficina se abrió y sin esperar invitación Álvaro entró. Detrás de él venía claramente enfadado el asistente personal del financiero dispuesto a pedirle cuentas por el atrevimiento.
— Solo venía a felicitar a nuestro amigo —dijo señalando a Álex.
— Está bien, José, Puedes dejarnos.
José se alejó con una mirada de advertencia clavada en Álvaro, mirada que el compañero ignoró y se sentó.
— Tú dirás...
— Me ha sorprendido oír la noticia. No pensé que te atreverías a tanto.
— ¿A qué? Y mide tus palabras antes de pronunciarlas.
— Claro, las mediré... A follarte a la hija de ese hombre con tal de seguir subiendo en el escalafón. Perdona, con medir las palabras te referías a que dijera la verdad, ¿no? —dijo Álvaro
— ¿Algo más? —dijo Álex sonriendo mientras intentaba apaciguar las
ganas que tenía de levantarse y partirle todos los huesos de su cuerpo. Otras veces su compañero había entrado ahí a meterse con él, pero esa vez la rabia era tal que se sentía capaz de hacer volar su mesa por el aire y tirarla sobre él.Sin embargo no tenía tiempo para esas tonterías. Debía estar buscando ideas para mantenerse al lado de Elisa y no estar ahí escuchando las babosadas de ese inepto. En un momento, durante los insultos de Álvaro, Álex alcanzo a oír: «No entiendo qué ha visto Verónica en ti» Entonces cayó, la conocía, de ahí toda esa frustración. Podía haberle dicho que el compromiso estaba cancelado, pero entonces no sería Alejandro Baeza.
— Te entiendo, Álvaro —dijo interrumpiendo aquel monólogo que no parecía tener fin—. Tengo el puesto de tu vida y seguramente me harán socio muchísimo antes que a ti. También tengo una posición social que no has alcanzado ni con toda la fortuna de tus padres ni sus apellidos y ahora de la nada me caso con una belleza como Verónica.
— Engañada... seguramente —dijo Álvaro titubeando.
— ¿A ti te parece que necesite engañar a las mujeres?
— Da igual lo mucho que trepes para intentar hacernos olvidar que no eres más que un pescador de un pequeño pueblo. Este mundo te queda muy grande. ¿Por qué no vuelves al tuyo y nos dejas en paz?
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Los ricos no lloran
RomanceAlejandro Baeza es un hombre de orígenes humildes, gracias a su inteligencia y trabajo duro consigue salir de su pueblo natal y mudarse a la gran ciudad junto a su hermano pequeño. Es un hombre ambicioso, trabajador y testarudo. Está acostumbrado a...