Capítulo 11

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Las compras se alargaron más de lo necesario. Elisa planeaba llegar temprano a casa y poder preparar la cena con antelación. La cena se hacía en honor al cumpleaños de Juan y habían invitado a unos amigos íntimos para pasar una velada tranquila. Al llegar a casa notó que Juan ya tenía algunos detalles bastante adelantados. Él no estaba para agradecérselo, así que se metió en la cocina y se puso con los fogones.

Elisa oyó la puerta al abrirse y cerrarse, después de unos segundos Juan entró en la cocina y la saludo con un beso. De manera disimulada intentó picar todo lo que pudo antes de ser descubierto por Elisa, que lo reprendió por su posible falta de apetito en la cena.

—Tú mandas, pero creo que te ayudaría saber si esta bueno.

—Buen intento..., pero no. —dijo Elisa—. ¿Había alguien en casa?

—Sí, Bárbara. Tus padres no estaban. Así que ella recibió a María. Tendremos la casa para nosotros solos...

El grupo de invitados era pequeño, fácil de manejar. Juan no tenía muchos amigos, por lo que siempre le resultaba fácil atenderlos sin obviar a ninguno de ellos. En medio de las conversaciones y las risas Elisa se levantó a la cocina por más entrantes y sonó el timbre. Juan, que en ese momento se había levantado a ayudarla, se ofreció para abrir la puerta. Elisa pensó que estaban todos, así que, extrañada, preguntó a su marido de quién se trataba.

—Deben de ser Verónica y Álex.

La sorpresa inicial paralizo a Elisa. Por suerte recuperó la atención lo suficientemente rápido como para evitar que cayeran al suelo algunos utensilios cercanos a ella. Juan fue hacia la entrada e invitó a los recién llagados a ocupar su lugar entre los invitados. Elisa trajo consigo los nuevos entrantes y saludó a su hermana con la mejor sonrisa que pudo ofrecer en ese momento. Acto seguido miró a su cuñado y le dio la bienvenida.

La cena transcurrió de forma normal, Álex apenas pronunció palabra, aunque secundaba todos los comentarios de su mujer. Muchas de esas veces apenas alcanzaba a entender el tema en cuestión. Verónica estaba completamente entregada a la noche y, como siempre, conseguía llamar la atención de todos los allí presentes. Juan, que era uno de los más encantados en la familia con el cambio de actitud de Verónica, disfrutaba alegremente de sus anécdotas.

Aprovechando el ligero parón después de la cena Elisa propuso pasar a los postres. Juan y Verónica se ofrecieron a ayudar con el reparto y, aunque Álex intentó librarse de ello, la insistencia de su mujer al llamarlo desde la cocina le obligó a alcanzarles y ofrecerles la ayuda que tanto parecían necesitar.

—¡Álex! —exclamo Verónica al verle llegar a la cocina.

—No, Verónica... —intento cortarle Elisa.

—Permíteme a mí —dijo Juan—. Veras, Álex, Elisa no quería pero se me acaba de escapar con tu mujer... Elisa ha intentado ocultármelo, pero lo venía notando y... vamos a ser padres.

—¡Vaya! —dijo Álex al mismo tiempo que posaba su mirada sobre Elisa.

Al fondo Álex seguía escuchando a Juan contar la increíble noticia. La emoción por darle una hermanita o hermanito a María eran una gran bendición para él. Las ocho semanas de embarazo que mencionaba Juan bastaron para que Álex adivinara el porqué de la tensa postura que notaba en Elisa. Sabía que ella estaba pensando en lo mismo y puede que fuera el motivo por el que no le volviera a mirar en toda la noche.

Habiéndose marchado los invitados Juan se acercó a su cuñada y le solicitó un momento de su tiempo.

—Debes de estar muy contento —dio Verónica mientras dejaba algunas sobras en la encimera de la cocina.

Los ricos no lloranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora