Capitulo 6

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Entendía perfectamente la ira incontrolada que se reflejaba en los ojos de Elisa. Después de una reunión de tres horas con Luis y todos los departamentos no se pensó que tendría que llegar a otra, y posiblemente peor a la anterior. José intentó avisarle, pero los teléfonos estaban prohibidos y la opción de interrumpir estaba completamente descartada.

Álex tomo un sorbo del té con el que José le recibió a la entrada de su despacho, rodeó la silla de su invitada hasta su escritorio y se desplomó en su asiento reclinable. No había dicho nada después de la primera recriminación de Elisa, así que después de unos segundos respondió sosegadamente:

—Volvemos a lo mismo. Todo esto se puede parar.

—¡Y se paró! —dijo Elisa elevando disimuladamente la voz para evitar que cualquier movimiento brusco llamara la atención—. Pero me llama mi madre y me dice que lo de la boda sigue en pie. ¿Qué pasó?

—Nada... Lo que pasa cuando una pareja decide dar el siguiente pasó.

—¿Pero a ti qué coño te pasa? ¡Estás jugando con mi hermana!

—Todo esto tiene una solución y tú sabes cuál es.

La tensión empezó a notarse fuera del despacho de Álex, Álvaro llevaba unos minutos siguiendo la escena. La mujer le resultaba familiar, pero no alcanzaba a recordar de qué la conocía. Lo que sí era obvio es que tanto Álex como ella parecían conocerse muy bien. Sin darse cuenta llamó la atención de José, que se acercó a él intentando distraerle de la escena que se observaba gracias a las acristaladas paredes de los despachos.

—Álvaro, ¿puedo ayudarte?—dijo José

—No, gracias. ¿Quién es la señora? Me suena.

—Nadie que te interese. ¡Vosotros, volved al trabajo! —regañó al grupo que se estaba acercando, llamados por la curiosidad—. ¡Y tú también deberías irte! —señaló a Álvaro, que no quitaba ojo de la mujer.

Antes de poder marcharse la misteriosa mujer se levantó y salió del despacho de Álex en dirección a Álvaro y José. Entonces el hombre cayó y las palabras le salieron casi sin darse cuenta.

Elisa Monte Negro...

Álvaro dio varios pasos. José intentó evitar el encuentro, pero le fue imposible.

—Señora Monte Negro...

—Señora Monte Negro es mi madre. La gente me llama Elisa —corrigió intentando recuperar la calma tras abandonar el despacho de Álex.

—Elisa, no he podido evitar verla hablar con el señor Baeza. Supongo que habrá venido a discutir los detalles... —Álvaro hizo una ligera pausa imperceptible intentando prepararse para notar cualquier cambio en la mujer tras las próximas palabras que iba a pronunciar— de la boda de mi compañero con su hermana. —Ahí estaba, la tensión que provocó en el cuerpo de Elisa hizo que se le avivaran todos los sentidos.

¿Qué estaba viendo? ¿Cómo podía interpretar lo que acababa de vivir? No podía arriesgarse a dejar que su imaginación se echara a volar, así que procuró averiguar más cosas, pero las perspectivas parecían mejores que nunca. Álvaro intento seguir con la conversación, pero los ojos de Elisa se desviaron al joven que se estaba acercando por el pasillo. La rabia había desaparecido y pareció algo distinto en los ojos de la mujer. ¿Tal vez ternura?

El joven pasó de largo y no pareció percatarse de la presencia de Elisa, que seguía siendo observada por Álvaro. Su interés en el joven no hacía más que aumentar su curiosidad.

Los ricos no lloranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora