34-tu no me perderas...

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                        SAM

— sé que no soy la persona que tú quisieras, pero estoy dispuesto a todo por ti Sarah, tú si vales la pena, eres increíble —dije con un nudo en la garganta que me dificultaba expresarme. Ella tomó mi mano por encima de la mesa y sonrió.

— tú también eres muy valioso Sam, al menos para mi —me acarició con su pulgar y sentí aquel cosquilleo en el pecho que me ablando y eliminó aquella presión, me relajó saber y sentir que de verdad valgo algo para ella— pero necesito que hablemos sobre unos asuntos —dijo después de terminar de comer sus medias lunas, yo no había comido casi nada, solo la observaba, era tan angelical hasta cuando comía. La miré preocupado a los ojos en cuanto reflexione sus palabras.

— ¿y cuales son esos asuntos? —pregunté en cuanto la camarera se marchó con las sobras.

— si vamos a volver, quiero aclarar muchas cosas —respondió seria y fue la prinera vez que senti pánico.

— está bien, vamos a un lugar más privado —dije levantándome. Subimos al  auto sin decir nada y conduje en ese mismo e incómodo silencio.

— ¿a dónde vamos? —preguntó rompiendo el silencio.

— ya verás —traté de sonreirle y ella igual, lo que calmó los disturbios en mi cabeza.
La llevé a la casa de playa que estaba fuera de la ciudad, en 20 minutos habíamos llegado al lugar, era una simple casa con la mayoría de sus paredes de cristal todo en color blanco, era especial para mi.

— ¿ésta casa también es tuya? —preguntó ella cuando abrió la puerta.

— algo así, me la heredó mi madre, era suya mi padre se la regaló el día de su boda —respondí encendiendo las luces, todo estaba como la última vez que vine, solo que ésta vez había un poco de polvo y los muebles tapados con grandes mantas blancas. Me paré frente a las puertas de vidrio que daban al balcón y aprecie el mar azul y el cielo completamente gris, Sarah se paró a un lado de mi y también enfocó su mirada en el mar.

— ésta vista es extraordinaria —dijo sonriendo y abrazandose a si misma dandome a saber que tenía frío, rapidamente prendí la calefacción, me quite la chaqueta y nos sentamos en el gran sillón blanco mientras veíamos nuevamente el mar. Esa casa me traía miles de recuerdos, no había sabido nada de mi padre sobre el accidente ni a Beatriz sobre su intento de suicidio, simplemente tal vez no me importaba. Miré a Sarah que estaba a mi lado y me percaté que estaba algo incómoda con su abrigo así que se lo quitó, tal vez sea por el calor.

— necesito ir al baño primero —pidió con una inocencia marcada.

— está al final del pasillo izquierdo —le indiqué desviando la mirada, de alguna manera mi egoísmo estaba despierto, tal vez sea por lo que había de que hablar, quien sabe que cosas Augusto metió en su cabeza. Sarah al principio fruncio su ceño pero luego fue por donde le indiqué con mi. Después de unos minutos ella volvió  a sentar a mi lado solo que en ese momento recosto su cabeza en mi hombro y yo pasé mi brazo por encima de sus hombros para abrazarla, Sarah se acurruco y yo solo sonreía como idiota.

— ¿y bien? —pregunté mientras olía su hermoso cabello.

— ¿y bien qué? —preguntó y yo sonreí más, lo olvidó y pensar que los chicos somos los tontos.

— de que asuntos querías hablar —

— ho lo había olvidado... —rió, pero en segundos esa sonrisa se desvanecio— queria hablar de todo lo que pasó —dijo y solté un suspiro, aquí vamos— sobre Augusto, porque todos me advierten sobre ti, que es ese "juego" que nadie quiere decirme nada? —preguntó abarrotada. Tomé aire antes de hablar.

— yo jamás tengo novia si no es por unos tonto juegos y apuestas que hacemos con los chicos, era nuestra forma de aburrirnos —dije sin preambulos— pero eso fue antes de conocerte —dije mirándola justo a los ojos, noté el golpe que le di con eso. Mierda.

— prometelo —me pidió sería.

— te lo prometo niña esgrima —ella sonrió.

— y sobre Augusto ¿qué me dices? —preguntó y fue donde mi enojo despertó, con tal solo escuchar su nombre apreté mi mandíbula.

— ¿qué te a dicho? —pregunté  tratando de calmar mi rabia.

— que ustedes fueron amigos y algo los separo —contó.

— es cierto —lo admiti. Si, él y yo fuimos amigo por así decirlo , pero no fue para tanto.

— ¿qué fue los que los separó? —como odioba que alguien me hiciera tantas preguntas.

— me estas resolviendo la cabeza con tantas preguntas —me queje.

— solo dímelo —se enojó.

— me acosté con su ex novia, fui su amigo solo para acercarme a ella, fue una apuesta —conté sin sentimiento alguno, ella solo miró sus manos.

— eres demaciado frío, ahora sé porque no puedes dormir, tú conciencia no está tranquila —dijo tomando mi mano. Una parte de eso era cierto.

— lo sé, pero no me arrepiento de nada, para que hacerlo si lo que hice ya no puedo revertirlo —hablé con dureza.

— ¿a caso no te pusiste a pensar que a él le afectaría mucho saber que su novia y su amigo durmieron juntos? —preguntó con obviedad a lo que reí.

— enserio es buen actor —dije y volví a reír pero me detuve cuando vi su  rostro y sus ojos  vidriosos— Sarah solo está fingiendo, no sabes lo mierda de persona que es, solo piensa en si mismo —hablé con molestia.

— me acompañó mucho cuando tú me dejaste... —

— solo quería aprovecharse el muy idiota —la interrumpi aún más molesto.

— yo no creo eso, él me confesó su amor y me dolió rechazarlo porque yo te quiero a ti —contó triste.

— ¿lo mandaste a la frienzone? —pregunté tratando de no reir.

— ¿¡TODO PARA TI ES UN JUEGO?! Esto es importante para mi pero parece que a ti te importa más las desgracias de Augusto —se levantó del sofá dándome la espalda.

— Sarah... —dije levantándome, sonando arrepentido, si, arrepentido, que extraño. Trato de abrazarla pero ella me empuja— entiende que lo detesto y eso no cambiará —

— lo entiendo pero ¿por qué tienes que ser tan cruel y tomar todo como una burla? —

— ¿crees que él es una blanca paloma? —le pregunté respirando más acelerado.

— solo ha cometido errores como cualquier persona —su respuesta me dejó sin habla.

— si supieras todo lo que sé —susurré dándole la espalda. Ella no lo escuchó.

— no se me olvida que lo amenazaste ,no quiero que  vuelvas a hacer eso —me ordenó mientras trataba de controlorme, podía llegar a decir cualquier estupidez por la adrenalina.

— tú no eres nadie para darme ordenes —me volteé enfrentarla.

— Sam no puedes ir amenazando a todas las personas que se me acerquen ¿por qué harías eso? Eso es demasiado —

— PORQUE TENGO MIEDO JODER! —solté con enojo sin pensarlo, le volví a dar la espalda no queriendo que me viera así.

— ¿miedo a qué? —preguntó en un hilo de voz.

— a perderte —susurré para mi pero ella logró escucharlo porque me abrazó apoyando su rostro en mi espalda.

— tú no me perderas, porque solo te quiero a ti —susurró y senti la humedad de sus lagrimas.

Mi Amor PeligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora