2º La otra parte de la pesadilla
Peeta se levantó como cada día, Katniss aun estaba dormida, esa noche se había despertado gritando tres veces por las pesadillas. Desde que salió la noticia del atentado contra Paylor Katniss había vuelto a tener pesadillas, cada día se hacían más intensas, por alguna razón volvía a recordar todas las malas experiencias que habían pasado desde que fueron por primera vez a los juegos.
Él tampoco era el mismo, Katniss no lo sabía pero desde ese día, él había tenido varias crisis, Haymitch había sido testigo de ellos, siempre le ocurría cuando hablaban de las pesadillas de Katniss antes de volver a casa tras un duro día de trabajo.
Peeta estaba realmente preocupado por ella, a parte de las pesadillas, Katniss llevaba semanas con nauseas y vómitos, y estaba empeñada en no dejar que la viera nadie, convencida de que era un simple virus estomacal.
Los dos tenían los ánimos por los suelos, ni siquiera la noticia del nacimiento del hijo de Annie y Finnick había conseguido animarlos, de hecho, aunque él no le había dicho nada a Katniss, Peeta había sentido más ansias de tener un hijo, y deseaba de corazón que Katniss perdiera sus miedos y aceptara dar ese paso tan importante.
Dando un fuerte suspiro, besó levemente la frente de Katniss y bajó a la cocina, preparó el desayuno y se marchó tranquilamente hacia la panadería. Desde que habían vuelto las pesadillas, él no dejaba a Katniss acompañarlo hasta el trabajo, prefería que durmiera y se recuperara cuanto antes.
Estaba nublado y hacía algo de frío cuando soplaba el viento, pero él agradecía ese frescor, le hacía olvidar sus preocupaciones y pensar en las cosas buenas que tenía. Katniss ocupaba toda su mente durante esos momentos, su aniversario se acercaba, apenas faltaban una semana y él estaba ansioso por celebrarlo con ella. Su primer aniversario como matrimonio, su primera celebración de lo mejor que le había ocurrido nunca.
Haymitch tenía su regalo guardado, no se atrevía a guardarlo el mismo por miedo a que ella lo descubriera, era algo muy especial, algo que le había costado mucho conseguir, pequeño pero de gran valor.
Casi sin darse cuenta, había llegado a la panadería y estaba listo para empezar a trabajar, entró y puso los hornos en marcha. Sus empleados llegaron poco después y entre los tres se pusieron a hacer los panes y pasteles del día.
Los clientes fueron entrando y llevándose los pasteles y panes, como hacían cada día, el día pasaba con total normalidad, hasta que cerca del mediodía se escuchó por los altavoces del distrito un aviso:
“Informamos desde el distrito 13, se han detectados varios aviones de procedencia desconocida dirigiéndose hacia los distritos 10, 11 y 12. Pedimos que de forma ordenada se dirijan hacia los trenes para ser evacuados antes de que lleguen los aviones, el distrito 13 acogerá al 12, el 8 acogerá al 11 y el 9 al 10. No pierdan tiempo”
Los clientes de la panadería se miraron entre si asustados, pidieron a Peeta que por favor les vendiera algo antes de irse para no quedarse sin comer, y Peeta, sintiéndose mal por dejarlos sin comer, accedió.
-Voy un momento a la trastienda a por algún pan para que nos podamos marchar todos cuanto antes.
Peeta fue para allí, dejando a sus empleados controlando que no saquearan nada, se metió en la trastienda y miró lo que quedaba. Estando allí escuchó un sonido que le era muy familiar, el de un avión, se incorporó nervioso, pero apenas tuvo tiempo de nada, una fuerte explosión hizo que todo saltara por los aires, incluido él, lo último que vio fue como la panadería estaba envuelta en llamas, después todo se hizo negro.
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Abrió lentamente los ojos, le molestaba la luz que había alrededor, estaba un poco desorientado, no reconocía el lugar donde estaba. Se incorporó nervioso, queriendo saber que ocurría y donde estaba Katniss. Junto a él había varias camillas con personas heridas de gravedad, y había varias enfermeras dando vueltas por allí.