5º Noticia devastadora
Peeta bajó la mano mientras veía como el tren se alejaba rápidamente de la estación central, sabía que Haymitch lo había visto, y por la cara que llevaba Katniss al subir al tren, él no le había contado nada de su conversación al salir de la habitación y dejar a su adorada esposa con el corazón destrozado.
Se odiaba enormemente por haber convencido a la presidenta Paylor de que mandarla al 12 junto a Haymitch era lo mejor que podían hacer por mantenerla a salvo, él lo pensaba de verás, pero sabía el suplicio que era para Katniss dejarlo en aquella ciudad y alejarla de él.
Caminó lentamente por las calles de “El nuevo núcleo” hacia la clínica del doctor Aurelius, aun le costaba cambiar de nombre a aquella ciudad. Llegó a las enormes escaleras del hospital psiquiátrico y las subió sin dificultad, caminó por los solitarios y silenciosos pasillos hasta la que era su habitación desde hacía una semana y se sentó en la cama.
Unos minutos después entró el doctor y se sentó a su lado en silencio, no lo tocó, simplemente se quedó allí mirándolo durante unos minutos hasta que por fin Peeta decidió hablar.
-El tren acaba de marcharse, Katniss a subido en él como esperaba.
-Entonces, ¿a que se debe esa cara de dolor?- Preguntó el doctor sin inmutarse- ¿No era eso lo que querías?
-Si, claro que si, solo quiero lo mejor para ella, pero se que al no ir yo también la he destrozado, ella cree que la he abandonado y no se si podrá perdonarme.
-Pues entonces debemos centrarnos y conseguir que vuelvas cuanto antes- Le sonrió el doctor intentando infundirle ánimos.
-Eso puede llevarnos mucho tiempo- Suspiró frustrado.
-Tienes una evolución muy buena con el tratamiento nuevo Peeta, no creo que sea tanto como imaginas.
-Tengo al sensación de que a ella poco le va a importar si tardo dos días o dos años- Peeta bajó la mirada aguantando las lágrimas- Creo que la he perdido definitivamente.
-Eso no lo sabes, y con esa actitud desde luego que lo tienes todo perdido.
-¿De verdad cree que puedo recuperarme pronto? ¿Qué estaré con ella dentro de poco tiempo?- Preguntó algo dubitativo pero necesitado de palabras de esperanza.
-Lo creo firmemente, y si quieres, podemos ponernos manos a la obra de inmediato.
-Eso sería estupendo- Sonrió por fin- Cuanto antes acabemos mucho mejor.
-Pues vamos allá.
Los dos salieron de la habitación y se metieron en el despacho del doctor, allí, unas enfermeras ataron a Peeta a la silla con correas fuertes de cuero para que no se moviera bruscamente, le colocaron unas cosas en los párpados para que no pudiera cerrarlos en ningún momento, y una de las enfermeras le iba poniendo gotas para que no se le cerraran los ojos.