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La primera semana en el servicio había sido un poco pesada. Me di cuenta de que la vida en la Sierra no era para mí comenzando por mi fobia a los insectos y mi intolerancia al frío. Si bien es cierto que por la mañana hacía bastante calor, la temperatura bajaba a menos cero por la noche y yo no llevaba abrigos suficientes así que también comenzaba a resfriarme.

―Yo te sugiero que vayas a la enfermería por algún analgésico o qué-sé-yo ―dijo Gina acomodando las sillas de los niños.

―De verdad no es nada ―manoteé al aire y la ayudé con las sillas.

―Necia.

Después del descanso, los niños volvieron al salón y nosotras continuamos con las clases. Las dos ya nos habíamos encariñado con varios de ellos.

―Maestra ―llamó una pequeña en el fondo, su nombre era Juliana pero todos la llamaban Juli, incluyéndome.

―¿Qué pasó pequeña? ―me incliné un poco hacia ella.

Juli no dijo nada, se limitó a alzar su pequeña mano y la colocó frente a mi cara. Su pequeño dedo índice estaba sangrando.

―¿Cómo... ―no pude terminar la oración. Vi un par de tijeras sobre la mesita de trabajo y una hoja a medio cortar. En el dibujo se veían dos pequeñas aunque arriba de cada una se leía Juli y –Maestra Ale. Vamos a la enfermería.

Le avisé a Gina que llevaría a Juli a que le curaran el dedo y de la mano salimos hacía el pequeño cuarto frente a la dirección.

Toqué un par de veces hasta que alguien abrió.

Jos.

―Ale ―sonrió.

―Er, hola ―alcé mi mano y puse a Juli delante de mí.

―Pasen.

Al entrar me percaté de que el lugar no era tan pequeño, incluso había otros dos chicos vestidos igual que Jos, cada uno atendiendo a un niño.

―¿Qué pasó? ―preguntó sentándose al borde del escritorio.

―Dile ―alenté a la pequeña a hablar.

Juli explicó lo sucedido y Jos estuvo atento a la historia. Incluso le había contado que el dibujo era para mí. Después sus voces se volvieron lejanas y mi mirada se posó en la foto detrás de él. Una chica, él y una señora.

―¿Sí, Ale?

―¿Huh? ―fruncí el ceño y parpadeé un par de veces―. Lo lamento estaba en las nubes.

―Ale ―lo miré―, te juro que estás equivocada―fruncí el ceño―. Estás en la enfermería de la primaria Benito Juárez, no en las nubes.

Reí ante su comentario.

―Es un decir ―sonreí y negué con la cabeza.

Jos se acercó a mí y de inmediato di un paso atrás. Él dio un paso adelante.

―¿Q-qué?

―Necesito que convenzas a Juli de que no le va a doler cuando le ponga el mertheolate en la herida.

Menos mal.

Mientras Jos buscaba las cosas en un mueble, yo hablaba con Juli.

―¿Lista? ―preguntó Jos y Juli asintió.

Jos colocó una bandita sobre la herida y luego volvimos al salón, no sin antes darle las gracias al doctor.

―El doctor es muy guapo ¿verdad?

This Love |Jos Canela|Where stories live. Discover now