Capítulo 14

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Cristianno

Desperté a las cuatro de la tarde y la casa ya estaba perfectamente limpia. Nuestros sirvientes, mayordomos y amas de llaves ya se habían ocupado de todo por la mañana temprano, cuando todos en la casa dormíamos.

Al bajar a la cocina, supe que fui uno de los últimos en despertar. No fue necesario preguntar dónde estaban mis primos porque escuchaba sus grits y risas desde la cocina. Estaban bañándose en la piscina y tomando sol.

Salí al jardín trasero de una hectárea y me senté en uno de los sillones sin saludar a nadie. Mis hermanos y mis primos se quedaron callados cuando me vieron llegar, pero el silencio no duró mucho porque estallaron en risas con un chiste que yo no terminaba de entender.

- Cristianno, gracias por cuidarnos a todos anoche– Dijo mi primo Boris al lado de la parrilla–

Tomé un trago de mi jugo de naranja sin responder.

- Vamos, no te enfades– Trató de animarme mi hermano Genaro, dándome un codazo en las costillas–

- Apuesto a que hiciste un montón de ejercicio cargándonos uno a uno hasta el segundo piso– Preguntó mi primo Dante, bebiendo de su lata de cerveza–

Negué lentamente con la cabeza.

- Por cierto, ¿qué diablos te pasaba anoche? Estabas muy extraño– Comentó mi hermano Camilo, sacando otra vez el tema–

- Nada, simplemente estaba cansado y ustedes se pusieron de acuerdo para hacerme trabajar de más al tener que arrastrarlos por las escaleras y evitar que hicieran el ridículo aparte de lo que ya son estando sobrios– Respondí tranquilante, rindiéndome–

Todos estallaron en carcajadas.

- Dios, ¿Por qué tuviste que enviarme farmiliares tan extraños?– Se quejó Kris, desconsolado–

Kris apareció mágicamente de entre los árboles y arbustos, manchado de tierra y barro, todavía vestido con su traje, ahora arruinado por la suciedad. Se acercó a nosotros cubriéndose los ojos del brillante sol.

- ¿Qué mierda hacías ahí?– Inquirí boquiabierto–

- ¿Quieres la verdad?– Contraatacó alzando una ceja–

- No estoy seguro de querer saberlo– Murmuré inseguro–

- Me caí aquí y no volví a levantarme– Respondió encogiéndose de hombros–

- Joder– Dije cubriéndome la boca–

No pude evitarlo, pero una carcajada subió por mi garganta y todos terminamos riéndonos, burlándonos descaradamente de Kris, quien todavía tenía restos de césped enredados en su cabello.

- Cristianno, ¿anoche me golpee contra algo o qué?– Preguntó mi primo Toni–

Bastante confundido y adolorido, acarició su cabeza con el ceño fruncido. Era evidente que no recordaba absolutamente nada de lo que sucedió. Por un segundo consideré dejarlo con la intriga, pero después entendí que sería más gracioso si lo compartía.

- Ahora que lo mencionas sí, mientras me convencías de dejar a Kris dormido en la mitad de la escalera, tropezaste con él y rodaste escaleras abajo hasta quedar tumbado en el suelo– Indiqué mordiéndome el labio–

Todos volvieron a reír y Toni esbozó una mueca.

- Sólo reza para que nadie haya tomado fotografías de eso, porque te lo advierto, si lo hicieron, quedarás en ridículo– Advertí negando con la cabeza–

- Todos son unos idiotas– Dijo mi hermano Mirko, irascible–

- No te creas superior Mirko, cuando volví de dejar a Boris en un sillón te encontré dormido en la bañera como un bebé– Comenté con una sonrisa de satisfacción–

Mirko me fulminó con la mirada e ignoró las risas de los demás.

- Cristianno, aunque estábamos a punto de caer en un coma etílico, anoche pudimos ver claramente cómo estuviste todo el tiempo al lado de una linda castaña– Insinuó Kris guiñándome un ojo–

- ¿Quién era?– Preguntó Nicola haciendo malabarismo–

Todos se quedaron en silencio y prestaron atención, girándose hacia mí, realmente interesados en cuál sería mi respuesta.

- Una chica que conocí y no volveré a ver– Mentí encogiéndome de hombros, distraido–

- ¡Está mintiendo!– Gritó mi hermano Mateo saltando de la silla donde estaba, señalándome con el dedo–

Maldije mentalmente, porque sabía lo que ocurrría cuando mis hermanos y primos descubrían que estaba engañándolos.

- Claro que no, ¿cómo podrías saberlo?– Rebatí sonriendo con inocencia–

- Por favor, te conozco de toda la vida Cristianno, sé perfectamente cuándo estás mintiendo– Rebatió alzando una ceja, astuto–

Torné los ojos en blanco y solté un bufido.

- Además, te escuhé cuando le murmuraste a la chica que se verían mañana por la mañana– Agregó estudiando sus uñas fijamente–

El público prefirió un "uuh" a coro y supe que estaba perdido.

- Eres un gilipollas– Bramé con odioé con odio–

Chasquee la lengua y le lancé una mirada asesina a Mateo, preparándome para correr.

- ¿Ven? Cristianno mentía, así que ya sabemos qué hacer con él– Vociferó mi hermano Guido con una sonrisa de diversión–

Inmediatamente, dejaron de hacer lo que sea que estuvieran haciendo y saltaron sobre mí para atraparme. Su ataque fue tan duro que no alcancé ni siquiera a correr, así que segundos después estaba siendo cargado de brazos y piernas entre todos hasta la orilla de la piscina.

- Chicos, por favor no– Supliqué tratando de zafarme de su agarre–

- ¿Cuándo será el día que aprenderás Cristianno?– Interrogó mi primo Klauss–

- Los Gabbana no aceptamos mentiras– Continuó mi primo Pascale, dando la orden para que me soltaran–

Caí al agua congelada y escuché sus carcajadas incluso bajo el agua.

- Son unos hijos de puta– Exclamé enojado–

Salí de la piscina y acepté una de las toallas que nuestro mayordomo me ofrecía. Me envolví con ella y les enseñé el dedo del medio.

- Es por tu propio bien, primo– Explicó mi primo Gaetano, cruzándose de brazos–

Froté mi cabello con la toalla y negué con la cabeza, impotente.

- ¿Qué les pasa? La tomaron contra mí anoche y hoy siguen molestándome, mejor consíganse una vida, siempre están jodiéndome por todo– Bramé alzando la voz–

- Apiadámonos de Cristianno, quien se cree el centro del mundo– Masculló mi primo Caesar, revolviendo mi cabello–

- Púdranse– Ladré enseñándoles los dientes–

Con eso, dimos por terminado ese tema y la conversación giró hacia otras cosas. En su mayoría lo que había pasado anoche. No recordaban mucho, pero cuando les conté lo que habían hecho, sus caras fueron épicas: no podían creerlo.

Aunque quería ahorcarlos y cortar sus cuerpos en pedazos, estos chicos con los que vivía y trabajaba desde que prácticamente tenía memoria eran todo para mí. Les tenía un cariño infinito y no importa lo que sucediera, siempre terminábamos riéndonos en buenos términos. 

Atrápame si puedes (ASP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora