Capítulo 30

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Cristianno

Habían pasado dos semanas desde la revelación en la calzada, en las cuales habíamos estado concentrados en estabilizar nuestra relación. Las heridas parecían estar sanando y aunque a veces teníamos discusiones entre nosotros, no era nada que el sexo de reconciliación no pudiera solucionar.

Sin embargo, sabíamos que esa no era la única forma de resolver nuestros problemas, también nos sentábamos a conversar para solucionar las cosas frente a frente como adultos.

Aunque tenía que reconocer que aunque había utilizado el sexo como reconciliación con otras chicas en el pasado, nunca había sido tan divertido, emocionante y placentero como era con Megan.

Era ella quien marcaba la diferencia.

A veces hacía enojar a Megan a propósito, sólo para poder tener una excusa para llenarla de besos, abrazos y caricias con el objetivo de estar más cerca de ella. Era eso lo que mantenía la magia entre nosotros, lo que nos devolvía a la vida y evitaba que lo nuestro fuera rutinario.

Había asumido el desafío de encargarme de la felicidad de Megan y sorprenderla cada vez que tuviera oportunidad, así podría ver su sonrisa todos los días. Por otro lado, si bien era difícil equilibrar mi tiempo con ella y mi trabajo, no podía permitir que ella supiera a lo que me dedicaba, jamás.

Tal vez en el futuro, pero no ahora al menos.

Si Megan llegaba a enterarse de cuál era mi trabajo, estaba seguro de que eso terminaría por alejarla de mí definitivamente. Ella era demasiado buena persona como para conocer la verdad sobre mí.

Si ella supiera que pertenecía a la Mafia, la organización más cruel, poderosa y antigua del mundo y que era un asesino a sangre fría que acariciaba su cabello y su cuerpo con las mismas manos que disparaba una pistola, lo más probable es que no sea capaz de resistirlo.

Eso la destruiría y me negaba a ser el causante de eso, así que no le revelaría mi verdadera identidad. Sabía que le estaba faltando el respeto a mi familia, dejándolo todo de lado por una chica, pero Megan se había convertido en una parte fundamental de mí mismo.

Quería protegerla celosamente de todo lo que pudiera hacerle daño, porque había visto con mis própios ojos lo frágil que era. Había visto pedazos del alma de Megan que estaba seguro que no se las enseñaba a cualquier persona. Había escuchado sus pensamientos más profundos, había sido testigo de sus miedos, sueños, sufrimientos y alegrías.

Necesitaba saber todo sobre ella, quería más y más, porque para mí Megan era todo un misterio, una caja de Pandora repleta de secretos, entregada exclusivamente a mí para descifrarla.

Amaba tanto a Megan que no podía creerlo y sentía pánico por mi corazón, porque las cosas podían acabar tan rápidamente como habían empezado, literalmente todo era posible.

Los escenarios eran infinitos y sentía que estaba caminando sobre la cuerda floja a punto de caer al precipicio. Sólo que me sentía así constantemente. Era una sensación desagradable y pesimista, pero no podía evitarlo.

La única forma de deshacerme de ella era haciéndole esa importante pregunta a Megan. Aunque en teoría todavía era muy pronto y me sentía más inseguro que nunca, tampoco se me ocurría otra alternativa más que esta. Mi cerebro estaba colapsado.

Si ella se negaba, dejaría mi orgullo e ilusiones por el suelo. Pero si aceptaba, bueno, suponiendo que ella aceptara a mi familia y mi familia la aceptara también, porque esto tenía que ser recíproco, sino no funcionaría.

Atrápame si puedes (ASP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora