Capítulo 26

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Cristianno

Después de una placentera mañana en la cama con Megan, mi ánimo estaba mejor que nunca. Estaba tan feliz que decidí hacer algo diferente. Llevé a Megan a dar una vuelta en mi moto favorita para que sintiera la libertad de ir a toda velocidad con el viento azotando su rostro.

Cuando terminamos de vestirnos, bajamos desde mi departamento hasta la calle y durante todo el camino, guie a Megan cubriendo sus ojos con las manos. Finalmente nos detuvimos frente a mi moto, así que aparté las manos para que pudiera verla.

Al abrir los ojos, Megan soltó un chillido de felicidad y emoción mientras se acercaba a la moto y la acariciaba con los dedos, esbozando una sonrisa. La contemplé satisfecho, ella había reaccionado exactamente como había imaginado.

- Cristianno, es hermosa– Comentó aturdida–

- No más que tú– Respondí guiñándole un ojo–

Megan se ruborizó y se mordió el labio.

- ¿Me dejas conducirla?– Preguntó ilusionada, mirándome con ojos de cachorrito–

- No, la traje para llevarte yo a ti– Repliqué negando con la cabeza–

Megan esbozó una mueca de tristeza y desilusión.

- Vamos, por favor, no seas cruel– Suplicó rodeándome con sus brazos–

No quería ceder, pero me estaba costando trabajo resistirme a sus encantos.

- Está bien, pero cuando hayamos llegado a nuestro destino– Accedí suspirando, resignado–

- ¡Sí!– Exclamó besándome en la mejilla–

Negué con la cabeza y subí en la moto en el asiento delantero mientras Megan se sentaba detrás de mí. Le entregué un casco y yo me coloqué otro, escendí el motor y lo hice rugir, sintiendo su potencia. Megan se acomodó contra mi espalda y rodeó mi estómago con sus brazos, pegando su cuerpo al mío.

Aceleramos por las calles, deteniéndonos en los semáforos, esquivando peatones, bicicletas y autos. Rápidamente salimos de la ciudad y entramos en la carretera donde pudimos ir a mayor velocidad.

Luego de recorrer unos cuantos kilómetros por sobre el límite, llegamos a las afueras de la ciudad, entrando en una vieja calzada abandonada que iba por el costado del río Tíber y tenía una longitud de tres kilómetros.

Este lugar era famoso desde hacía generaciones y donde solía pasar mucho tiempo cuando era adolescente. Me reunía aquí con mis amigos y otras pandillas para competir en carreras ilegales, ya sea en auto o en moto.

Estaba tan alejado de la ciudad que la policía le costaba trabajo enterarse de los disturbios, las peleas o los accidente, por lo tanto era un terreno de nadie en el cual se podía hacer de todo.

Muchas cosas habían sucedido en esta calzada, aquí momentos buenos y malos me habían marcado profundamente. Es por eso que me llenaba de nostalgia cada vez que venía. Sobretodo cuando empezaba a recordar cómo solía ser mi vida, igual que un huracán.

Todavía no he olvidado la primera pelea en la que me metí, ocurrió aquí y era sólo un niño. El puñetazo que me dieron fue tan brutal que lograron sácame un diente y me dejaron tan mal que tuvieron que llevarme al hospital.

Luego de eso, aprendí a pelear de verdad y nunca más volvieron a darme una paliza como esa.

En esta misma calzada conocí a mi mejor amigo, Kash, quien en esa época ―entre los doce y catorce años― solíamos llevanos pésimo, básicamente nos odiábamos a muerte. La historia de cómo terminamos volviéndonos amigos es la mejor, pero pensar en ello era doloroso para mí.

Él murió aquí en un accidente hace cuatro años atrás.

Ahora que lo pensaba mejor, en realidad no quería traer a Megan a este lugar. A pesar de que la quería muchísimo, esto era privado, porque siempre que venía, me desmoronaba.

Pero ella estaba aquí conmigo y lo último que necesitaba es que me viera así.

No me había dado cuenta de que había estado conduciendo en esta dirección, no tenía planeado venir, pero mi mente simplemente me trajo aquí, como si una fuerza externa se hubiera tomado el control.

Sin embargo, ya no había vuelta atrás, estábamos aquí y los recuerdos comenzaban a abrumar mi cabeza con voces, risas, imágenes, gritos y el horrible sonido de neumáticos frenando en seco contra el pavimento.

Me detuve en medio de la calzada con la moto aún encendida, todavía paralizado y con los músculos de mi cuerpo en tensión, tragué saliva y cerré los ojos. Me concentré en regular mi respiración y descender mi rítmo cardíaco.

Los segundos se deslizaban a mi alrededor, pero para mí, parecía que el mundo había dejado de girar. Si no fuera por la vibración de la moto debajo de mí, creería que me había desmayado.

El calor que el cuerpo de Megan me proporcionaba desapareció.

Cuando abrí los ojos otra vez, vi claramente a Kash de pie frente a mí, sentado en su propia moto, sonriéndome y mirándome como siempre lo hacía. Su expresión burlona y sarcástica no había cambiado nada a pesar de los años.

Sacudí la cabeza de un lado a otro, porque lo que estaba viendo no podía ser verdad, por más real que se sintiera. Volví a escrutar con la mirada al adolescente frente a mí, sin poder creer lo que mis ojos veían.

Era imposible, esto significaba que me estaba volviendo loco.

- Cristianno– Dijo Kash, alzando una ceja divertido–

Parpadee boquiabierto, sin saber qué hacer o qué decir. Giré la cabeza buscando a Megan, pero ella no estaba por ninguna parte, sólo estábamos Kash y yo en ese terreno abandonado, nadie más.

- ¿Por qué me miras así? Te aseguo que no tienes nada de qué temer, simplemente soy un producto de tu imaginación– Explicó soltando una carcajada–

Fruncí el ceo y apreté la mandíbula.

- Será mejor que despiertes, tu chica suena algo preocupada– Concluyó señalando detrás de mí–

Instantáneamente me di la vuelta para mirar sobre mi hombro y me encontré con los enormes ojos grises de Megan, observándome afligida. No obstante, cuando miré al frente otra vez, Kash había desaparecido.

- ¿Cristianno? ¿Puedes oírme?– Inquirió Megan, desesperada–

Poco a poco empecé a escuchar su voz con más claridad y fue entonces cuando el mundo volvió a girar normalmente. Pero yo seguía más condundido que nunca, no podía descifrar si lo que había visto realmente había pasado.

- Cristianno, respóndemen por favor– Suplicó sosteniendo mi rostro entre sus manos–

- Estoy bien– Respondí con dificultad–

Apenas quedaba aire en mis pulmones y sentía que mi boca estaba seca, sin una gota de saliva, como si hubiera caminado en el desierto durante días. Coloqué mis manos sobre las suyas y las aparté de mi rostro lentamente.

- ¿Qué te sucedió? No me respondías, parecías estar en otra dimensión, me diste un susto de muerte– Comentó temblando de escalofríos–

- Lo siento, estaba recordando cosas del pasado– Declaré bajando la cabeza, exhausto–

Me levanté de la moto, caminando unos metros lejos de Megan. Necesitaba espacio, recuperar el aire para poder enfrentarme a ella otra vez y explicarle que debíamos irnos para no volver. Tenía que inventar una excusa creíble.

Sin embargo, jamás imaginé lo que ocurriría a continuación y nada podría haberme preparado lo suficiente para el impacto que causó en mí.

- Cristianno, creo que ya sé de dónde te conozco– Afirmó, mortalmente seria–

Me di la vuelta y la escanee de arriba abajo, viendo por primera vez cómo Megan lucía con una apariencia frágil, debilitada y abatida. Aunque me miraba agonizante, como si estuviera sufriendo demasiado, me veía directo a los ojos, su mentón temblaba, apretaba las manos en puños y de sus mejillas rodaban densas lágrimas. 

Atrápame si puedes (ASP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora