Capítulo 55

7.8K 328 7
                                    

Cristianno

Cuando desperté por la mañana, no fue porque yo lo hubiera querido, sino porque Toni no paraba de vomitar. Luca estaba desesperado así que me despertó a mí para que me ocupara del desastre.

Mi pobre primo estaba boca abajo en su camarote, manchando el suelo con bilis amarilla. Asqueado, me levanté y me vestí con lo primero que encontré, esquivando la baba que empezaba a caer sobre mi cabeza.

Luca se fue dejando la puerta del vagón abierta, por lo tanto salí a buscar algo con que limpiar el suelo. Cuando volví, antes de entrar en el vagón me detuve abruptamente, permaneciendo de pie sin saber qué hacer.

Giré la cabeza para ver sobre mi hombro, analizando fijamente la esquina del pasillo, frunciendo el ceño. Algo me atraía, tiraba de mí para que me acercara a ese lugar y estaba a punto de hacerlo cuando Pascale me interrumpió.

Probablemente sonaba como una locura, pero había sentido el perfume de Megan y aunque era imposible, tuve que resistir la tentación de explotar de risa. Esta era la segunda vez que me ocurría lo mismo, la primera vez sucedió cuando estaba en el teatro Bolshói.

Sacudí la cabeza, cerrando la puerta del vagón detrás de mí y descartando para siempre esos pensamientos. Me agaché para comenzar a limpiar el desastre, tratando de no respirar mientras trabajaba.

Con el paño impregnado de vómito, fui al baño para remojarlo en el agua, volviendo para encontrar nada más ni nada menos que un nuevo charco de vómito, exactamente en el mismo lugar donde había acabado de limpiar.

- Maldición Toni– Gruñí, malhumorado–

Mi primo balbuceó algo parecido a una disculpa, retorciéndose en el camarote.

- ¿Por qué te molestas en hacer eso? No es tu responsabilidad– Indagó Pascale, alzando una ceja–

Solté un bufido cínico.

- Porque si no lo hago yo, tú tampoco lo harás– Repliqué, frunciendo el ceño–

Toni se quejó, estaba pálido y sudaba profusamente, su cabello estaba adherido a su frente y temblaba sin control. Repentinamente se irguió, inclinándose boca abajo para vomitar otra vez, pero yo me adelanté y coloqué un pequeño basurero en su boca.

Mi primo sujetó el basurero, abrazándolo como si la vida se le fuera en ello y cuando se apartó esbozó una mueca de desagrado. Le entregué un pedazo de papel para que se limpiara un poco.

- Lo lamento, Cristianno– Murmuró, su voz ronca y rasposa–

- Tú sólo sostén esto, haz todo lo que quieras ahí pero por favor no vomites en el suelo otra vez– Pedí, desesperado–

Toni asintió, recostándose en la cama con el basurero a su lado.

- Estoy harto de esto– Gruñó Toni, molesto–

- El frío y el alcohol no son una buena mezcla– Comentó Pascale, ausente–

- Por favor recupérate, lo último que necesitamos es tener que llevarte a un hospital– Supliqué, suspirando–

- Aunque me estuviera muriendo, el tren no se detendría por mí– Farfulló Toni, agotado–

Toni no volvió a moverse, por lo tanto, simplemente asumimos que se había quedado dormido. Con Pascale salimos para ir a desayunar, haciendo una pequeña parada en la enfermería del tren para traerle medicinas a Toni.

Después, nos sentamos con Luca en una de las mesas del vagón del comedor. Mientras desayunábamos, Luca empezó a explicar detalladamente en qué consistía la última parte de la misión.

Atrápame si puedes (ASP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora