Capítulo 16

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Cristianno

¿Qué es lo que había hecho para merecer esto? Megan había elegido ponerse ese angelical vestido precisamente hoy para salir conmigo, alguien tan corrompido como el mismo diablo.

No sabía cómo, pero si quería pasar el resto del día con ella, iba a tener que aplicar toda mi fuerza de voluntad para no sobrepasarme con ella.

Desde el primer instante en que la vi, tuve que controlarme muchísimo para no hacer trizas ese vestido. Por alguna razón, ese condenado vestido provocaba en mí un irrefrenable deseo de retenerla a mi lado toda la vida, sin importarme lo que creía sobre las relaciones, el amor y el matrimonio.

Si era con Megan, era capaz de hacer todas esas cosas que antes consideraba estúpidas. Aunque sólo había pasado un día, estaba empezando a creer que muy pronto, Megan se volvería imprescindible para mí.

Trataba de lucir calmado y natural a su lado, pero la verdad es que me sentía atormentado. Megan se veía como un ángel caído del cielo, un ángel que había venido a protegerme y entregarme sonrisas amorosas y palabras agradables que no merecía debido a mi pasado.

Pero era egoísta, asquerosamente egoísta, tanto que quería a Megan sólo para mí.

- Estás muy pensativo, ¿te pasa algo?− Preguntó con el ceño fruncido−

- No, sólo estoy contento de que aceptaras reunirte conmigo hoy− Respondí negando con la cabeza−

- ¿En serio? ¿Pensabas que diría que no?− Interrogó sorprendida, intentando ver mi rostro−

- Algo así, debido a que nos conocimos anoche en una fiesta− Dije aclarándome la garganta−

- Honestamente no me lo esperaba, pero me alegra que lo hayas hecho− Rió mordiéndose el labio−

Nos quedamos en silencio y contemplamos el camino ante nosotros.

- Qué bueno que has venido con ropa cómoda y ligera− Comenté tenso y nervioso−

Megan sonrió con una expresión un poco extraña, así que me obligué a mí mismo a cerrar la boca el resto del camino, para evitar decir algo aún más estúpido. Para relajar el ambiente, le pedí a Megan que me contara sobre ella y qué lugares de Roma había visitado.

Al principio parecía no entender muy bien mi inusitado interés, pero poco a poco comenzó a hablar más y más. De esta forma, era mucho más fácil mantener una conversación sin que yo lo arruinara todo.

Por suerte, los lugares que Megan había visitado eran pocos, por lo tanto me daba la oportunidad de llevarla a los sitios más hermosos y antiguos de la ciudad. Fuimos a la Fontana de Trevi, el Coliseo Romano, el Panteón de Agripa, el Arco de Constantino, el Mercado de Trajano, el Castillo Sant'Angelo, el Obelisco de la Plaza de San Pedro, la Piazza Navona y para finalizar un día perfecto, admiramos el atardecer cubrir Roma desde la Villa Borghese.

Las horas habían pasado volando junto a Megan, era divertido explicarle la historia de cada monumento o ruina y también contarle datos curiosos que probablemente ningún guía turístico conocía.

Sentados en el césped de la Villa Borghese, no podía dejar de contemplar a Megan. Estaba maravillado, era incluso más hermosa bajo la los rayos del sol y sus ojos grises brillaban como una antorcha. Sabía que no era una buena señal pensar así sobre ella, pero no podía engañarme a mí mismo.

- ¿En qué estás pensando?− Pregunté en un susurro, analizando su perfil−

- En lo simple que puedes ser−

- No es algo que esté acostumbrado a demostrar, sólo lo hago con personas de confianza− Respondí sonriendo juguetón−

- ¿Me consideras alguien de confianza?− Interrogó ladeando la cabeza−

Tragué saliva, incómodo y avergonzado.

- Bastante− Declaré suspirando−

Nos quedamos en silencio, viéndonos el uno al otro con intensidad como si nada más existiera a nuestro alrededor en el mundo, sólo los dos. Y por un instante, no me molestó la idea de que el resto de mi vida fuera así.

- ¿Puedo besarte?− Inquirí acercando mi rostro al suyo−

- Preguntar es extraño Cristianno, muy extraño− Musitó entrecerrando los ojos, confundida y divertida−

- Te respeto demasiado− Repliqué conteniendo el aire en mis pulmones−

- A la mierda el respeto− Gruñó sosteniendo mi rostro entre sus manos−

Megan ladeó la cabeza y unió sus labios con los míos, besándome lento pero firme, demandante y hambrienta. Lo único que voy a decir al respecto es que valió la espera. Esto era algo que jamás había presenciado antes, hasta hoy nunca imaginé que el beso de una chica fuera a ser tan especial y simbólico. Más aún si te gusta.

Era jodidamente adictivo, las sensaciones me golpeaban como las olas de un tsunami, quería más, lo necesitaba como un adicto no podía vivir sin su droga favorita. A medida que profundizábamos el beso, mandé todo a la mierda. No me importaba que una chica me dominara, que mi vida girara a su alrededor, no me importaba perder mi libertad con tal de que Megan estuviera a mi lado.

Si lo conseguía, haría las cosas bien, me preocuparía día y noche de que Megan sonriera todo el tiempo, si era necesario haría estupideces para que estuviera feliz. Abandonaría mi turbulenta vida para quedarme con ella.

El centro de mi mundo parecía haber cambiado drásticamente.

Nos recostamos en el césped con nuestras respiraciones agitadas, mirándonos con los ojos muy abiertos. En mi pecho se instaló una bomba nuclear y se activó una cuenta regresiva que era imposible de detener. Y cuando estallara, ni siquiera yo conocía los efectos que desataría. 

Atrápame si puedes (ASP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora