Habían pasado unas tres horas desde lo de Steve cuando me escabullí como pude al comedor.
Como casi todos los del bloque C querían matarme yo llevaba las tres horas escondiéndome, pero teniendo en cuenta que hacía ocho días que ya nadie servía nada comestible el comedor estaba prácticamente vacío a excepción de un par de chicos apáticos y de Bell, que comía una manzana en una de las mesas del fondo. Mi estómago rugió de hambre de una forma tan audible que me sonrojé pero ni Bell hizo amago de ofrecerme un trozo de fruta ni yo se lo pedí.
El hecho de que quisieran matarme tenía una explicación sencilla. Cuando empezó a ser evidente que los responsables del centro, tras evacuar al primer grupo, no estaban viniendo a buscarnos como habían asegurado, Angie y sus chicos saquearon la despensa y se llevaron casi toda la comida. A partir de entonces si querías comer tenías que pagarles con lo que fuera.
Jerome y los del A contratacaron desvalijando la enfermería. A varios de los del B, Angie incluida, les gustaba colocarse, por lo que en su caso el intercambio era sencillo: comida por pastillas. Los del C, en cambio, reaccionamos tarde, así que una de las pocas cosas que teníamos para negociar era la Xbox. Si pasas día tras día permanentemente encerrado, sin televisión, sin internet, con escasa comida y sin saber qué está pasando, algo tan simple como una Xbox es como una ventana de escape. Yo me había destrozado esa ventana, por lo que si antes no era muy popular, ahora lo era menos.
Mi nombre era Ewan Farrell y entonces tenía diecisiete años. No destacaba por nada especial, no era ni alto ni bajo, ni enclenque ni especialmente fuerte, ni feo ni guapo. Por no ser no era ni rubio ni moreno sino una mezcla de ambos. Es decir, alguien normal e intrascendente salvo por un detalle: no venía de una familia desestructurada, pobre o sin recursos. Mi padre era juez y mis dos hermanos estudiaban Derecho en universidades privadas. Se esperaba de mí que fuera igual que ellos, así que para mi familia fue toda una decepción que prefiriera la pintura, los comic, los videojuegos, las películas de serie B o pasar el rato con mi grupo de amigos frente al Derecho, los estudios o las reuniones familiares. Tampoco era alguien conflictivo, al menos no hasta que la policía nos descubrió una noche pintando un mural muy poco cívico en las inmaculadas paredes del ayuntamiento.
El delito en sí podía haberse saldado con una multa y unas horas de servicios comunitarios como ocurrió con mis amigos, y más siendo mi padre quien era, pero él consideró que era el momento de que su hijo pequeño recibiera una lección que le devolviera al camino recto y me envió aquí. Al poco de llegar todos sabían quién era, por lo que no contaba con muchas simpatías. Destrozar la Xbox me había hecho pasar de alguien impopular a alguien a quien era necesario borrar del mapa.
- Qué aún sigas vivo es toda una sorpresa, Héroe – me dijo Bell cuando acabó de comer – Pensaba que habrías buscado un agujero para enterrarte hasta que a Brandon se le quitaran las ganas de arrancarte la piel a tiras.
- ¿Crees que es probable que se le pasen? – me estremecí involuntariamente sin disimular mi nerviosismo pero ella sólo se encogió de hombros.
- Lo dudo. Tú tampoco le has dejado otra opción para salvar la mierda de reputación que le queda. O mantiene a los chicos unidos contra ti o se le echarán encima en cuando se acabe la poca comida que tienen. Siempre tiene que haber alguien a quien culpar, es o él o tú.
- ¿Qué harías tú?
- ¿En tú lugar? Volverme invisible o conseguir que alguien de los otros bloques me proteja. En el de Brandon... - lo meditó por unos instantes – La única ventaja que hay en el C es que somos más que en los otros bloques. Habría pactado con Angie y los suyos en contra de los del A. Al ser tantos habríamos podido quitarles lo que robaron de la enfermería, así Angie tendría sus pastillas y nosotros acceso a la comida. Eso nos habría dado más tiempo, pero tal como ha ido todo dudo Brandon se pare a hacer planes complejos, así que estás jodido.
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Remember our names
Science Fiction[Lista corta Wattys 2017]. "Quedábamos 43 chicos y chicas en el reformatorio. 17 del bloque C, 8 del bloque B y 12 del A, más los seis que estaban en la enfermería. Los responsables, quienes "por nuestro bien" nos habían enviado a Weston&Trump, se h...