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El patio interior que separaba los tres bloques y el de las clases había sido construido como una especie de zona común donde todos pudiéramos relacionarnos. Al centro nunca le gustó eso de la segregación por bloques, pero en la práctica cuando te asignaban a uno de ellos fijaban una especie de barrera con los otros dos. Ante todo debías lealtad a tu bloque y si no seguías esa regla te convertías en algo mucho peor que un traidor. Eras un marginado sin protección de ningún tipo.

Pero ahora el patio ya no parecía una zona común sino una zona de guerra. Los muebles estaban volcados y rotos y habían sacado libros y papeles de la pequeña biblioteca con los que habían improvisado hogueras en dos de las esquinas. También habían traído los cuerpos de Steve, Ben y Kevin, uno de los pacientes de la enfermería, que estaban expuestos en mitad del patio como si fueran alguna clase de mercancía.

El B estaba cerrado pero se adivinaba en el movimiento esporádico de algunas sombras que Angie y los suyos seguían agazapados a la espera. El A también estaba cerrado y su entrada reforzada por restos del mobiliario de las clases y dormitorios, además de su propia reja a medio cerrar. Sin embargo algunos de sus chicos habían salido y estaban fuera, como a la expectativa.

Únicamente el C permanecía desafiantemente abierto y desprotegido. Randy y los demás se dispersaron por el patio, aunque este último no nos quitaba los ojos de encima.

- Vete al A - Bell volvió a sujetarme el brazo y bajó la voz - Busca a Jerome y quédate con ellos. Y por favor, intenta no hacer nada estúpido.

- ¿Y tú qué?

- Yo estaré bien - me apretó levemente el brazo en algo que podía interpretarse tanto como un gesto de cariño como una advertencia pero que se parecía demasiado a una despedida y se alejó de mí, desapareciendo en el interior del C.

No me hizo ninguna gracia que se fuera, porque en las últimas horas había sido un apoyo constante en medio del caos y me había acostumbrado a tenerla cerca. Bell tenía una personalidad compleja que me intrigaba, pero sobre todo era una de las pocas personas que sabía mantener la mente fría y reaccionar con cabeza. Que se marchara cuando yo no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo no era una buena señal.

Sentí los ojos de Randy clavados en la nunca cuando me acerqué al A. De los cuatro chicos apoyados sobre los restos de una mesa, sólo reconocí a Lex, un chico lacónico con piercings por toda la cara.

- ¿Qué está pasando? - le pregunté. Me lanzó una mirada impasible antes de responder.

- Brandon - dijo secamente - Eso es lo que pasa.

Una puerta de madera arrancada que habían utilizado para tapiar parte de la entrada del A se movió, revelando el rostro pálido y asustado de Hammer, que parecía totalmente perplejo de encontrarme allí.

- Héroe - medio exclamó con una mezcla de alivio y preocupación en la voz, y por raro que fuera me dio un breve abrazo - Pensábamos que estabais todos muertos tío, y que los zombis os habían pillado en la cocina cuando cerraron las puertas. Al menos eso dijeron Star y Wyatt.

- Ya ves que estoy bien. Bell y yo acabamos de llegar. Richard y Tex... - moví la cabeza de un lado a otro porque no podía pensar en eso, no ahora, y Hummer me entendió sin necesidad de palabras - ¿Ian y Max os trajeron las llaves? ¿Qué se supone que está pasando aquí? Randy y los otros se han cargado a Morris de una paliza, ¿desde cuándo nos matamos entre nosotros?

Hammer tiró de mi para apartarme de los demás del A, que nos escuchaban sin disimulo alguno.

- Ten cuidado con lo que dices si no sabes de quién puedes fiarte - me advirtió. Intuí que algo estaba verdaderamente mal si no podía confiar en los de su propio bloque. Me señaló la cinta negra que llevaba atada al hombro - Esto quiere decir que piensan que estás sano, así que de momento estás a salvo. Siempre que no hagas algo idiota que cause que Brandon te eche a sus perros encima, claro, como le pasó a Wyatt cuando no quiso entregare las llaves. Le han dejado tan molido a palos que no sé ni cómo puede moverse, pero teniendo en cuenta que tienen armas mejores que las nuestras podía haber pasado algo peor.

Remember our namesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora