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Resultó que Texas había permanecido inconsciente prácticamente casi todo el tiempo mientras nosotros presenciábamos la lucha de poder entre Brandon y Jerome y durante la excursión suicida al B para rescatar la comida de Angie. La sábana que habíamos puesto sobre su cuerpo contribuyó a salvarle la vida; cuando Brandon envió a su grupito de seguidores a explorar el centro en busca de posibles infectados y de los que no estaban de su parte, ninguno tuvo muchas ganas de investigar muy a fondo en la sala de descanso.

No se les podía reprochar no haberlo hecho, lo normal cuando encontrabas una habitación destrozada y con signos de lucha, un zombi muerto con un agujero perforado en mitad de la cabeza y un cadáver cubierto por una sábana ensangrentada no era plantearse que el cadáver en cuestión aún estuviera vivo.

Texas había superado con éxito la primera vez que entraron a inspeccionar la sala porque estaba inconsciente, pero se despertó un poco antes de que lo hicieran una segunda. Para entonces tuvo el buen tino de fingirse muerta, y puesto que ya habían registrado antes el lugar y todo seguía exactamente igual tampoco se molestaron en ser más minuciosos. La rubia podía estar debilitada por el shock, la pérdida de sangre y la desorientación de no saber cómo había llegado hasta allí o lo que había ocurrido, pero seguía siendo una oportunista y una superviviente nata.

Verla aparecer abriendo la puerta como si nada fue una sorpresa, pero para variar una de las buenas. Que estuviera viva y con un manojo de llaves en la mano era como un rayo de luz en mitad de la oscuridad más lúgubre.

Bell había sido la primera en reaccionar, cruzado la habitación y abrazándose a su amiga. Los demás la seguimos, incluso Wyatt se acercó renqueante. La única excepción fue Star, que había regresado a su esquina y se había sentado con los brazos rodeándose las rodillas.

- De verdad: que estoy perfectamente - protestó Texas más que harta cuando Sonja le hizo la misma pregunta por sexta o séptima vez. Sin embargo nos resultaba tan difícil de creer que estuviera de nuevo con nosotros haberla dado por muerta que nos sentíamos obligados a preguntárselo uno tras otro.

En realidad la palidez enfermiza de su piel y las oscuras bolsas bajo sus ojos revelaban que no estaba tan bien como aparentaba, le costaba moverse y se cansaba con facilidad, pero que se esforzase en mantener aquel carácter descarado e insolente que exhibía era algo que agradecíamos.

- Entonces, ¿ya les has dicho lo del bombo? - le preguntó a Bell mientras ella y Sonja iban poniéndole al día de lo que había ocurrido mientras esta inconsciente o haciéndose la muerta.

Bell asintió sin levantar la vista de la pared de enfrente y yo escogí aquel momento para carraspear y llamar la atención de todos. Por mucho que me emocionara tener a Texas de vuelta y por mucho que me hubiera gustado que nos quedásemos en la clase de arte aislados de todo, nuestros problemas no estaban muy lejos de haber terminado. Que Hammer no parara de dar vueltas por la habitación demostraba que no era el único que pensaba lo mismo: teníamos que movernos, necesitábamos un plan y lo necesitábamos ya.

- Las llaves con las que abriste antes, ¿cómo las has conseguido? - interrogué a Texas acuclillándome a su lado. Ella dudó antes de sacarlas del bolsillo del enorme chaquetón que traía puesto y me las tendió. Era el típico llavero de una carita amarilla y sonriente, con cinco llaves engarzadas.

- Cuando me sentí un poco mejor y empecé a preguntarme dónde estabais y qué coño estaba ocurrido para no dejar de escuchar gritos por todas partes rebusqué por toda la habitación para encontrar algo de ropa que me sirviera, teniendo en cuenta que la que llevaba estaba tiesa y llena de sangre seca. Encontré esta mierda en una taquilla - señaló el desfasado chaquetón marrón que llevaba puesto - Y al sacarlo encontré las llaves. Pero no te molestes, ninguna abre la puerta principal: ya las he probado.

Remember our namesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora